Miércoles 27 de marzo 2024

Lo que un soldado israelí nunca contará a su madre

Redacción 23/01/2017 - 01.44.hs

No hay casi ningún servicio de combate en el ejército israelí que no implique a soldados que llevan a cabo misiones despreciables como la que se describe a continuación.
Se reunieron de noche en la estrecha calle. Estaban tensos. Para algunos era su primera misión. Siempre la habían soñado y para eso se habían entrenado. Para eso se habían alistado. Antes de partir enviaron un mensaje a sus padres para que no se preocupen. Al amanecer, ya de regreso a la base les mandarían otro texto. Sus madres no les preguntarán lo que hicieron y ellos no lo van a contar. Así es siempre. Sus padres están orgullosos de ellos: son los soldados israelíes de combate.
Revisaron sus equipos y municiones. El oficial de inteligencia les dio datos de los dos hombres buscados, que debían encontrar a cualquier precio. Entonces la fuerza salió a la noche. Treinta soldados a pie. Llegaron a su destino después de la medianoche. El pueblo estaba dormido y se dio la orden de ataque. Saltaron a la puerta trasera de la casa y la golpearon hasta casi destrozarla. Un hombre bajó en pijama de la segunda planta, aún medio dormido, para abrir. Ninguno de ellos se preguntó qué estaba haciendo allí. Quizás pasará cuando crezcan un poco.
Entraron con sus ametralladoras en la mano. Máscaras negras cubrían los rostros. Empujaron a los aterrorizados palestinos hacia atrás. El hombre trató de explicarles que los niños estaban durmiendo. Los soldados querían a Tariq y también a Maliq. Ordenaron a los palestinos conducirlos a ellos. Los dos hombres buscados dormían en una habitación que estaba toda de azul, incluidas las sábanas. Los soldados los despertaron a gritos. Los hombres buscados despertaron en estado de pánico. Les ordenaron que se levantaran y los empujaron hacia dos habitaciones separadas y los encerraron allí. Mahmoud, de seis años, comenzó a llorar.
Los soldados advirtieron a los dos hombres buscados que no se atrevieran a participar en ninguna otra manifestación. "La próxima vez te vamos a disparar o arrestarte", dijeron a Maliq, que permaneció encerrado durante unos 40 minutos, hasta que la fuerza se fue. En su camino hacia la salida los soldados lanzaron granadas de estruendo en los patios de las casas por las que pasaban. La frutilla del postre.
Esto ocurrió hace unos 10 días en Kafr Qaddum. Y sucede todas las noches en toda Cisjordania. Los dos hombres buscados tenían 11 y 13 años. La voz de Tariq aún no ha cambiado y Maliq tiene una sonrisa tímida. Desde esa noche van a dormir solo en la cama de sus padres. Mahmoud ha empezado a mojar la cama. Los soldados entraron en la oscuridad de la noche sólo para intimidarlos y, también, para mantener su superioridad.
El portavoz oficial no se avergonzó al decir: eso es lo que hacen soldados del ejército israelí. "Los soldados hablaron con los jóvenes que habían participado en las manifestaciones regulares en Qaddum". Mantienen conversaciones nocturnas intimidatorias con niños. Para eso se alistaron, y están orgullosos.
Kafr Qaddum es un lugar que merece respeto. Viene luchando desde hace cinco años por la reapertura de su camino de acceso que fue bloqueada por el asentamiento israelí de Kedumim.
Días atrás un funcionario informó a Haaretz de un fuerte descenso en el número de jóvenes de familias acomodadas dispuestos a prestar servicio en unidades de combate. La Policía de Frontera es ahora la unidad más codiciada y sus puertas están atestadas por los sectores más débiles de la sociedad, a los que Israel incita cínicamente contra los palestinos, por lo que todos ellos quieren ser sargentos.
Tal vez sea bueno que los ricos estén abandonando el servicio en los territorios. O tal vez es malo, porque están dejando paso a los demás. Hoy en día prácticamente no hay servicio de combate en el ejército israelí que no implique la realización de misiones despreciables como la operación en Kafr Qaddum.
En tanto Tariq y Maliq seguirán protestando en el camino y tal vez también van a lanzar piedras. No olvidarán los terrores de esa noche; esos terrores darán forma a sus conciencias.
¿Y los soldados? Ellos siguen siendo héroes, a sus propios ojos y a los de su pueblo.
(Gideon Levy. Haaretz. Tel Aviv).

 

' '

¿Querés recibir notificaciones de alertas?