Viernes 12 de abril 2024

Los extremos posibles de la manipulación externa

Redacción 28/05/2016 - 02.00.hs

Señor Director:
En los años de mis lecturas de la Filosofía de la Persona, de Francisco Romero, supe que adquirir la calidad de persona requiere una tarea de nuestra responsabilidad y que se puede pasar por la vida sin dejar de ser más que un individuo: uno más de la especie.
Romero recordó que la voz persona ha tenido origen en el teatro griego, de cuando los actores usaban una máscara que daba resonancia a su voz y permitía que fuese audible en un escenario abierto. Este resonar a través de la máscara permitía que el actor se transfigurase para el público, La construcción de la persona no resulta de algo externo, tal que permita sea persona con solo utilizar una máscara, ya la trágica, ya la cómica. Tampoco es empresa que tenga un final. Es quehacer que dura lo que la vida. La tarea de hacernos persona es incesante y también debemos cuidarnos de que actúen sobre nosotros y lleguen a condicionar desde afuera nuestras preferencias valorativas. Nuestra conducta.
Leo ahora a Ricardo Forster, quien titula su nota en el diario Página/12 "El nuevo espíritu del capitalismo" y avisa de inmediato que tal es el título de un libro de los sociólogos franceses Luc Boltanski y Eve Chiapello, quienes revelan que el capitalismo actual no es el del tiempo de Marx ni el de mayo de l968 (rebelión juvenil en la Sorbona). Esta rebelión se basó en el rechazo a las formas que forjó el capitalismo desde sus inicios, pero ha tenido un efecto novedoso: los responsables de las grandes empresas entendieron que debían deshacer esa imagen y tomar el aspecto que proponían implícitamente sus críticos. Desde 1968 ese gran capital, cada vez más internacional, cambió su imagen, abandonó hábitos y formas de organización y gestión tradicionales y se ha terminado presentando como la contracara de lo tradicional. Para esta tarea ha contado y cuenta con el dominio de los grandes medios de comunicación.
El cambio de aspecto del capitalismo tiene su propia expresión en la política que favorece a la riqueza concentrada y así se ha podido proponer una "revolución de la alegría" en lugar de antiguas normas severas de sacrificio, penitencia y exclusión. En el mundo de nuestros días ha aumentado exponencialmente la desigualdad, pero -dice Forster- se ha colado "una pujante maquinaria de producción intensiva de subjetividades, sujetadas al engranaje del consumo infinito". De esta manera se ha posibilitado el ascenso de un individualismo "libertario y hedónico" desde finales del siglo pasado.
Curioso: todo lo anterior me lleva a entender mejor nuestro reciente Time Warp, la fiesta electrónica de Costa Salguero, que mató a cinco jóvenes. Todo estaba dispuesto para un goce sin limitaciones, pues se proponía ingresar a un espacio liberado para el consumo de estupefacientes y estructurado de manera que ese consumo, que era provisto en el lugar, fuese acompañado de la necesidad de consumir líquidos, los cuales formaban parte de la oferta. Por eso el juez Sebastián Casanello, al disponer el procesamiento de los organizadores y decretar su prisión preventiva, dice que ellos "crearon el ámbito enmascarado como espectáculo de diversión pública, que les permitió la comercialización de sustancias prohibidas en el interior del predio". O sea, dice, que crearon una estructura funcional al comercio de estupefacientes que ellos mismo fomentaban. Dicha fiesta, según el juez, incluía música, drogas y bebidas alcohólicas. "Las drogas eran necesarias para el negocio". La capacidad del local era de 10.000 personas, pero ingresaron 20.513. A cinco de ellas las sacaron muertas.
En suma: mucha alegría, mucha exaltación de la potencia juvenil y el derecho al consumo infinito, y también repetición de las fiestas míticas de las bacantes... y repetición de la leyenda del flautista de Hamelin, con la diferencia de que esta vez no invitaba a ratas para su marcha al muere.
Atentamente:
Jotavé

 

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