Viernes 22 de marzo 2024

Los latifundios crecen y se multiplican en el país

Redacción 18/10/2017 - 00.46.hs

Señor Director:
Los grandes latifundios crecen en extensión y en número de nuestro país y son parte del viejo conflicto con los pobladores aborígenes.
Para algunas opiniones que he escuchado en mi trajinar de muchos años por la zona cordillerana de la Patagonia, los primeros en establecerse fueron los ingleses y hay versiones que estas propiedades aparecieron o crecieron cuando hubo que definir una frontera entre Chile y la Argentina en esa región. Para los aborígenes no había frontera y transitaban de una parte a la otra por los pasos cordilleranos y hallaban su tierra preferida en los valles, las orillas lacustres y los sectores recorridos por los ríos. Algún historiador crítico ha dicho que el acuerdo final de límites fue influido a favor nuestro por esos asentamientos.
Mientras residí en la zona cordillerana chubutense y, más tarde, durante las vacaciones familiares en que hacíamos campamento al lado de algunos grandes lagos, pude apreciar que parecían estar constituyéndose nuevos latifundios en manos de extranjeros. El argentino no mostró preferencia inicial por ese tipo de posesiones. El extranjero parecía llegar con un proyecto nada urgente. Es posible que una parte de la riqueza que hoy descansa en paraísos fiscales y en bancos fuese invertida en esos lugares paradisíacos, bien por saber que el valor del agua crecería con los años, bien porque la riqueza disponible permitía inversiones importantes cuando no existían los paraísos fiscales. Luego, al haberse quintuplicado la población mundial desde la II Guerra Mundial y manifestarse el deterioro del ambiente, esas propiedades de lugares idílicos aceleraron su valorización.
Leo en Mempo Giardinelli que hoy existen en la Argentina por lo menos 20 latifundios superiores a las 150.000 hectáreas. Esta tendencia a acaparar tan grandes extensiones de tierra generan consecuencias, en particular los grupos precolombinos que han sobrevivido, suelen estar sobre tierras aptas para buscar oro y otros metales (como el litio), que son muy solicitados y tienen un precio alto. El problema que surge para la explotación de estas riquezas, se debe a que el uso del cianuro y otros tóxicos generan problemas para las poblaciones, tanto aborígenes como de blancos y mestizos, que han estado sobreviviendo en esos terrenos. La expansión incesante de la frontera sojera arrasa bosques y expulsa gente. La legislación vigente, que reconoce derechos prevalecientes para descendientes de esas culturas es una de las causas de la agudización del conflicto con los aborígenes de toda una franja occidental y norteña del territorio argentino
El mismo Giardinelli acaba de publicar que "tenemos una oligarquía, poblada de cipayos, colonizados y corruptos. Soberbios que mienten y engañan sin ponerse colorados...". Infiere de esa situación, que ahora el poder dominante en gran parte del mundo no tiene como blanco solamente a los aborígenes, sino también al trabajo asalariado, a la educación universal y pública y a la salud. Por lo tanto, plantea como necesario unificar o coordinar esos frentes.
A su vez, Boaventura de Sousa Santos (doctor en Sociología del Derecho y catedrático en la universidad de Coímbra, Portugal), en un artículo que titula "Contra la dominación" dice que vivimos en sociedades capitalistas, colonialistas y patriarcales. De esa premisa infiere que la resistencia a la dominación moderna tiene que basarse en luchas simultáneamente anticapitalistas, anticoloniales y antipatriarcales. El objetivo son los tres factores de dominación y no solo uno.
Observamos que la lucha sigue librándose en frentes distintos (el económico: frente obrero, el anticolonial: frente político y el antipatriarcal: frente feminista). Sin embargo, las tres posiciones tienden a acercarse y se ve que, con distintas denominaciones, el problema es el mismo.
Atentamente:
Jotavé

 

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