Lunes 15 de abril 2024

Masivo acto de trabajadores que pegó duro sobre gobierno macrista

Redacción 30/04/2016 - 04.14.hs

Se realizó un masivo acto, convocado en forma inédita por las cinco centrales en que está dividido el gremialismo argentino. El gran perjudicado en política por el evento fue el gobierno neoliberal de Macri, blanco objetivo de las críticas.
EMILIO MARIN
Fue tan masivo el acto de trabajadores en el monumento al Trabajo, que los oradores, entre ellos Hugo Yasky, de la CTA de los Trabajadores, lo calificó de histórico. Además del número de asistentes había una cualidad que escasea en el mercado político y gremial: la unidad. Al menos la unidad en la acción, esa que deja "momentáneamente de lado las diferencias", como aludió otro orador, Pablo Micheli, de la CTA Autónoma.
Aún haciendo un ejercicio de memoria no es fácil encontrar un antecedente similar, en décadas. Algunos memoriosos dicen que lo hubo en actos y paros de Saúl Ubaldini, el cervecero de la CGT Brasil, luego CGT Azopardo. El local de esta última quedaba a pocos metros de donde ayer se hizo la concentración, de fuerte tono antimacrista, por más que algunos de los oradores, como Antonio Caló, de CGT Alsina, y en menor medida Hugo Moyano, de la CGT Azopardo, trataran de bajarle ese perfil. Argumentaban que la jornada "no es contra el gobierno ni contra nadie, es a favor de los trabajadores".
Ese artilugio no pudo disimular que el contenido de la jornada era repudiar los despidos, tarifazos, inflación y otras medidas que vienen golpeando los bolsillos de los trabajadores, lo que explica la masiva adhesión. Esas medidas antiobreras son adoptadas por Mauricio Macri. Es una pesadilla que envía telegramas de cesantías a los hogares de asalariados, achica los presupuestos de escuelas adonde los chicos van a comer una vez al día, como también dijeron los oradores, incluso los que no querían ser tan duro con el presidente.
Imposible precisar el público, que en buena medida llegó con sus sindicatos y columnas, incluso con colectivos desde el interior. Sí se debe remarcar que fue una concurrencia muy numerosa, aunque por debajo de los 350.000 personas que agrandó Pablo Moyano, de Camioneros, cuando fue reporteado por la TV finalizado el acto. Como sea, amplísima la convocatoria en unidad y récord de asistentes trabajadores.
Esa condición de clase de quienes dijeron presentes puede servir para reabrir discusiones en la política, el sindicalismo y la academia. En los últimos años, con el decaimiento de ese rol de los trabajadores, abundaron teorías pos marxistas y socialdemócratas sobre que "nuevos sectores sociales" los habían reemplazado, como los desocupados, o "nuevas temáticas" como las ecológicas y ambientales.
Sin negar la importancia de todas ellas, la jornada del 29 de abril pareció demostrar que la clase trabajadora no perdió su lugar en la lucha de clases, aún cuando la jornada no tenía nada de revolucionaria sino era bien defensiva y elemental, para no seguir perdiendo fuentes de trabajo.

 

Unidad pero no tanta
La unidad en la acción de cinco centrales fue un elemento que explica lo sucedido. Sin embargo no fue lo decisivo pues esa condición debe haber sido la reacción de las bases de trabajadores ante cuatro meses de agresiones provenientes del gobierno del PRO, que no dejó conquista sin amenazar o directamente eliminar.
Y dentro de aquéllas, lo más ominoso fueron los 141.000 despidos producidos en el ámbito privado y estatal, en sus diferentes niveles, según lo documentaron centros de estudios como CEPA, la agencia Tendencias, el Observatorio de la CTA Autónoma, CIFRA de la CTA de los Trabajadores, etc.
Esa bronca de las bases fue el fuego sagrado que ayer recalentó las calles. En ese aspecto fue acertado que Yasky hablara de la importancia de la unidad pero que sin desmerecerla más importante eran, según dijo, las calles repletas de gente que reflejaban esa unidad. El eterno juego entre el abajo y el arriba...
Por otra parte la unidad dirigencial -si bien jugó un rol clave- tuvo deserciones de último momento y eran previsibles, a medida que la jornada iba adquiriendo tonalidad política antimacrista. Momo Venegas, cuyo partido FE es aliado del PRO-Cambiemos y su gremio Uatre actúa en sintonía con ese gobierno, mucho más desde que fue recompensado con la devolución del negocio del Renatre, se había bajado de la movilización varios días antes.
Y sobre el filo de la movilización, el que siguió esos pasos fue Luis Barrionuevo, alias "hay que dejar de robar dos años". El gastronómico no iba a ser orador, eso ya se sabía, en parte para no ligar una silbatina y en parte para no ofender al presidente Macri, con quien mantiene acuerdos de fondo. Y al final desertó también de la concentración, con críticas a los sectores de izquierda, kirchneristas y del PJ que iban a acompañarla. "Se colaron los mariscales de la derrota", dijo en referencia a La Cámpora y el justicialismo, luego que las flamantes autoridades de éste, José L. Gioja y Daniel Scioli, difundieran un comunicado de adhesión a la protesta.
Así se cumplía el viejo precepto de que aún las unidades bien amplias tienen fronteras de finalización. Esta vez dejaron afuera, y en buena hora que así ocurriera, a dos aliados de Macri: Barrionuevo y Venegas.
El presidente y la primera dama Juliana Awada festejarán el 1 de mayo con una comida en el centro cultural del Sindicato de los Gastronómicos que preside en Capital el cuñado de Barrionuevo, Dante Camaño. Macri había hecho anuncios sobre impulso al turismo, que beneficiarán al sector gastronómico. Esos negocios también explican la borratina de Luisito...

 

Muchas luces
El documento leído por Juan Carlos Schmidt, de Dragado y Balizamiento, Confederación del Transporte, sintetizó en seis puntos los reclamos. Se aludió a la emergencia ocupacional, apoyando los proyectos de ley antidespidos; a la inflación altísima y tarifazos derivados de la devaluación; al impuesto al trabajo, al 82 por ciento móvil para los jubilados, la universalización de las asignaciones familiares, y al derecho de huelga, incluyendo el rechazo a los protocolos represivos y la injerencia del Estado en la vida de los sindicatos.
Tal como también lo remarcó Moyano, el gobierno tuvo premura para solucionar los problemas de sectores de importantes recursos, como al eliminar retenciones, pero en cambio no se advierten medidas favorables al trabajo. Incluso como recurso retórico, expresaron que pedirían detalles a Macri del plan que dice tener para combatir la inflación. Si es por la devaluación y los tarifazos del 300 al 500 por ciento o más en los servicios de luz, gas y agua, y su impacto en el transporte con el aumento en las naftas que se daría mañana, aquel plan no parece precisamente antiinflacionario.
La situación es grave para el movimiento obrero. Incluso dirigentes más que moderados, como Caló, declararon que en su gremio metalúrgico tienen 3.500 despidos y 12.000 suspensiones. Y a partir de esas duras realidades, se abren paso algunas ideas novedosas para esos sindicalistas. Por caso, elogiar la decisión de un congreso de delegados del SMATA, de no ensamblar automóviles que no respeten el criterio de piezas y autopartes con el 50 por ciento de fabricación nacional. Habrá que ver si el "Gordo" Ricardo Pignanelli, de ese gremio, se anima aplicar ese criterio de defensa de la producción nacional frente a las trece terminales extranjeras de Adefa.
Una buena referencia política fue la de Yasky, al aludir a la defensa de la democracia en Brasil por parte de los sindicatos de ese país. Fue la única alusión regional en una jornada que como se sabe comenzó a conmemorarse en Argentina y el mundo en 1889 por los Mártires de Chicago, o sea fue internacionalista. Un defecto de los sindicalistas peronistas fue creer que la jornada nació en la Plaza de Mayo, a instancias de su movimiento, que sin duda tuvo mucho méritos pero no el fundacional del 1 de mayo.
Y algunas sombras
El cronista tiene, desde su punto de vista político-personal, algunas observaciones críticas a lo visto y oído en la tribuna sindical de ayer.
Una, haber rendido homenaje a José Ignacio Rucci y no a su gran contrincante de aquellos años y modelo de sindicalista combativo y honesto, Agustín Tosco. Ligado a esto, fue lamentable la omisión en recordar a los 30.000 desaparecidos durante la dictadura militar-cívica (y antes con la AAA), de los que casi el 70 por ciento eran trabajadores, según informe de la Conadep. Ni el documento ni los oradores, algo imperdonable en Micheli y Yasky, se refirieron a la situación de Milagro Sala, presa política que militó en la CTA.
Segunda omisión, los oradores no rescataron las cosas positivas del gobierno de Néstor Kirchner y Cristina, que si bien también tuvieron sus serios límites, adoptaron medidas favorables al mundo del trabajo, el salario y la inclusión social. Eso se llama oportunismo político o visión rastrera de la historia reciente, en lamentable coincidencia con Clarín y jueces como Bonadío.
Y tercera ausencia, brutal, ni los cuatro oradores ni el documento de seis puntos tuvo el más mínimo gesto contrario al pago de casi 10.000 millones de dólares a los "fondos buitres" y la toma de deuda externa por 16.500 millones, por parte de Macri. Esos sindicalistas son grandecitos y saben que los trabajadores son invariablemente el pato de la boda de la deuda externa, pero hicieron mutis por el foro.

 

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