Martes 02 de abril 2024

Mensaje que se pueda transformar en votos

Redacción 28/07/2015 - 03.58.hs

Señor Director:
Ahora que se ha intensificado la propaganda con motivo de las PASO nacionales, proliferan los mensajes de los candidatos.
De los que se pueden conocer por televisión o radio se observa una repetición de estilos y, en casos, algunas deficiencias de la voz o de la capacidad de poner el gesto y los ademanes adecuados, lo cual revela la falta de entrenamiento para la comunicación. Todos se afanan por encontrar la frase que produzca impacto, ya en la inteligencia, ya en la sensibilidad, ya en lo que se supone que le gusta escuchar a "la gente". Los asesores de imagen y responsables de propaganda insisten en que se diga lo que la gente espera o quiere escuchar. Dan por supuesto que existen ciertas ideas, creencias o expectativas que son mayoritarias.
Un candidato ha preferido la frase que incluye este final: "para tener el país mejor que nos merecemos". Pero ese candidato "no sabe lo difícil que es conocer lo que nos merecemos... porque lo que nos merecemos está siempre en discusión". Este comentario acerca de lo que nos mereceríamos es de Horacio González, el sociólogo director de la Biblioteca Nacional. Resulta que "el país que nos merecemos" no es unánime, puesto que el que está conforme con la situación que tiene cree merecerla y pugna por conservarla; en tanto que quienes no están conformes y aspiran a otra cosa no coinciden unánimemente entre sí, salvo en el deseo de que se produzcan los cambios necesarios para que su aspiración se vea satisfecha. Sin embargo, pienso que los asesores que recomiendan repetir esta frase lo hacen pensando que, puesto que todos tenemos alguna conformidad y muchas disconformidades, es probable que un número significativo de ciudadanos puedan sentir que ese candidato que promete el país que "nos merecemos" lo está interpretando y le está diciendo lo justo que espera escuchar.
En el supuesto de que seamos personas que en política podemos pretender algo que no está necesariamente ligado a nuestra situación inmediata, tampoco tendremos coincidencias plurales, porque quienes tienen esta actitud es porque se manejan con ideas, con ideología y han desarrollado un pensamiento acerca del mundo mejor y de lo que hay que hacer para posibilitarlo. Y, como sabemos por la experiencia histórica, en este punto los hombres se agrupan ideológicamente en tres posiciones principales: como conservadores, como izquierdistas (más o menos radicalizados) o como centristas. Sin embargo estas posiciones dan cuenta de tendencias pero no de unanimidades. Entre los conservadores hay los que piensan que lo mejor ha quedado atrás ("todo tiempo pasado fue mejor"), los que aceptan que lo actual está bien y hay que defenderlo y los que en alguna medida consienten en aceptar ciertas reformas porque tienen desarrollo intelectual y sensibilidad suficiente para reconocer la injusticia de algunas desigualdades. Aun entre estos conservadores se hallarán diferencias, pues algunos reconocen pero no consienten (en cambiar) y los que aceptan algún cambio no coinciden al especificar cuál sería.
Este tipo de reflexiones se repite particularmente en la circunstancia electoral, porque es entonces cuando todos, quien más, quien menos, se sienten interpelados y se esfuerzan por definir una opinión. Y luego sucede lo que ilustra la historia en general y la de las elecciones en particular: que el colectivo es un ente que si bien asume a los individuos, puede producir respuestas inesperadas. Si fuese posible tener la certeza de un resultado las elecciones serían otra cosa, pero lo cierto es que siempre hay un porcentaje de incertidumbre, porque en ellas no tratamos con el individuo sino con la colectividad. Digo colectividad y no comunidad porque este último ente, si bien colectivo, está pensado para cuando se reconoce la pertenencia a un territorio y a una tradición, sin suponer un pensamiento único.
Atentamente:
JOTAVE

 


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