Viernes 12 de abril 2024

No más que un peón en el ajedrez global

Redacción 17/04/2018 - 02.21.hs

Más que frecuente, es ya un lugar común que al presiente de la Nación se le haga el cargo de que, a sabiendas o no, "vive en otro país". Su actuación en la deslucida Cumbre de las Américas, recientemente realizada en Lima, permitiría ampliar esa crítica al ámbito americano, y global si se quiere.
Lejos de aquella tradición argentina de defensa de las relaciones pacíficas, el discurso del jefe de gobierno de nuestro país acaba de plantear líneas políticas no solamente reñidas con esa visión internacional sino que también se manifestó en favor de un alineamiento manifiesto con Estados Unidos, país del cual no ha cosechado hasta el momento otra cosa que desdenes comerciales y alguna foto con su impredecible presidente. Así salió en respaldo del ataque misilístico de Washington y sus aliados europeos contra Siria, sin consideración alguna respecto a que semejante acción conlleva el riesgo de un conflicto mundial entre naciones que poseen el fuego nuclear. De paso dio por sentada la excusa norteamericana del uso de armas químicas por parte del gobierno sirio, una acusación que no ha sido comprobada.
Distanciando cada vez más el sentido neutralista y el espíritu que años atrás alentara al Mercosur, hoy ya casi una entelequia, coincidió también con la postura de la Casa Blanca en sus embates contra el gobierno de Venezuela. En ese sentido llegó a la imprudencia política y diplomática de decir que el gobierno argentino no reconocerá las próximas elecciones venezolanas. La cumbre había sido, desde su mismo comienzo, una reunión de aduladores del país del norte que llegaron al colmo de retirar la invitación a Venezuela, a cuyo gobierno acusan de postular una falsa democracia. Sin advertir que se reflejaba en un espejo, el discurso macrista aludió a "la carencia de alimentos y servicios básicos del pueblo venezolano". Lo expresado estaría indicando dos alternativas: o el presidente de Argentina vive en un mundo internacional de fantasía o refirma una política de alineamiento pleno con las potencias de Occidente que, dicho sea de paso, ni siquiera le ha dado réditos económicos.
desconcertante
Pero donde el discurso presidencial alcanzó la cumbre de lo desconcertante fue al momento de hablar de la corrupción como fenómeno erosionante de las democracias. Después de los escándalos desatados por la evidencia de que varios de sus más altos funcionarios están incursos en la evasión y elusión de impuestos y el mantenimiento de fortunas off shore sin figurar en sus declaraciones juradas de bienes -lo cual también le cabe al mismo Presidente- su frase acerca de que "nuestros pueblos merecen gobernantes honestos y con vocación de servicio que no trabajen para beneficiarse a sí mismos" debe haber causado estupor entre sus pares, algunos de los cuales tampoco está en condiciones de tirar la primera piedra en la materia.
La actuación y las palabras presidenciales no pueden caer bien a los argentinos que sostienen una posición latinoamericanista y defensora de la paz en el orden internacional, y muy particularmente a los simpatizantes del radicalismo, otrora abanderado de una política de no intervención en las relaciones internas de otros países.

 

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