Viernes 12 de abril 2024

Otro cachetazo

Redacción 30/03/2015 - 04.21.hs

El fallo de la Cámara Federal fue otro rotundo cachetazo a la denuncia del fiscal Alberto Nisman contra la presidenta y el canciller. Los términos de los jueces que por mayoría rechazaron la acusación fueron contundentes. No hubo "ni un atisbo de un obrar ilícito", expresaron antes de rematar diciendo que la presentación del fiscal se destaca por las "especulaciones", las "inferencias", el "zigzag argumentativo" y la acumulación de "contradicciones". "Los sucesos ocurrieron de un modo diametralmente opuesto" a cómo los mostró Nisman, concluyeron los magistrados.
No es éste el primer traspié de la acusación del ex fiscal de la Patria, elevado a la categoría de prohombre por los grandes medios, la oposición oportunista y la derecha antikirchnerista y luego derribado de su pedestal por la mera fuerza de los acontecimientos.
Muchos jueces, antes que la Cámara Federal, habían descalificado el esperpento nismaniano. Primero, el propio juez de la causa AMIA, Rodolfo Canicoba Corral, lo desacreditó rotundamente. Luego fue Servini de Cubría, la jueza que recibió la acusación y que ni siquiera habilitó la feria de enero para dar curso a una denuncia tan endeble que aportaba puras especulaciones y ninguna prueba. Más tarde fue el juez Daniel Rafecas el que le dio la estocada final al encontrar que en las trescientas páginas escritas por Nisman no se configuraba ninguna evidencia de delito. Por si no bastara con semejante sucesión de traspiés, los más destacados juristas del país también sumaron sus críticas demoledoras contra el contenido de la presentación del fiscal fallecido.
Es tan categórica esta serie de rechazos a la enclenque imputación de Nisman que ya queda fuera de toda duda que se trató de una gran operación destinada a atacar y desgastar al gobierno nacional. Quizás la mejor prueba de esta maniobra la haya aportado el allanamiento a la oficina del fiscal en cuyas cajas fuertes se encontraron documentos elaborados por el propio Nisman en diciembre último. En ellos, el acusador destacaba -y agradecía- la preocupación y el esfuerzo del gobierno en respaldar las investigaciones llevadas a cabo por su onerosa y bien dotada fiscalía. ¿En solo unas semanas pudo cambiar tan drásticamente de opinión para pasar a hablar de encubrimiento?
Luego empezó a desenmarañarse la madeja de las glamorosas andanzas del fiscal. Que no forman parte de su vida privada pues hay enormes sumas de dineros públicos involucrados. Sus viajes al exterior en compañía de vistosas mujeres pagados con recursos del Estado, sus abultadas cuentas en bancos del exterior, el sorprendente cobro de un "peaje" del cincuenta por ciento al sueldo altísimo que le pagaba al enigmático Diego Lagomarsino, los honorarios de su nutricionista personal también a cargo de la superfiscalía que tenía a cargo... y una larguísima lista de etcéteras.
Provoca vergüenza ajena ver a las estrellas mediáticas de la prensa hegemónica y a algunas -cada vez menos- figuras de la oposición enfrascados en el intento de seguir sacándole el jugo a esta burda operación contra el gobierno. El tiro les salió por la culata pero persisten con un encono que bordea el patetismo.
Con tanto fuego de artificio, con tantas voces altisonantes, hay dos circunstancias que han pasado a segundo plano y que merecen volver a ser puestas de relieve. La primera es la turbia relación de Nisman con los servicios secretos de EE.UU. e Israel que guiaron sus investigaciones obsesiva y excluyentemente hacia la pista iraní. Y la segunda es el fracaso de su gestión al frente de la fiscalía especial creada para investigar el atentado a la AMIA. A pesar del presupuesto millonario, el enorme plantel de empleados puestos a su disposición y el largo tiempo transcurrido, las investigaciones del fiscal tuvieron un resultado nulo en cuanto al hallazgo de pruebas o evidencias. Esto también forma parte de la historia, aunque haya quedado convenientemente sepultado por tantas maniobras distractivas.

 


' '

¿Querés recibir notificaciones de alertas?