Viernes 05 de abril 2024

Pandemia, sicópatas, señores y vasallos

Redaccion 24/10/2020 - 21.37.hs

I – La curva de contagios comenzó a subir en La Pampa al amparo del descuido, la indiferencia o la negligencia de una parte minoritaria de la población que, en todos estos meses y pese a tener el ejemplo del mundo y de buena parte del resto del país, no parecen convencidos de las consecuencias gravísimas que tiene la pandemia sobre la vida biológica, social y económica de la humanidad.
La mayoría de los contagios, han confirmado las autoridades de Salud, no se producen en los ambientes laborales ni en la actividad comercial o de servicios, sino en el estrecho círculo de las relaciones familiares y sociales donde el virus encuentra por dónde colarse entre las personas que, en ese ambiente más relajado, relajan también sus cuidados.

 

II – En la semana, el número de contagios superó los dos mil con la mitad que siguen activos y otro tanto que se han recuperado. El número de aislados preventivamente llegó a diez mil y el de fallecidos es de 25. Estos números, en una población de unos 350 mil habitantes, son lo suficientemente grandes como para encender las alarmas y entender que contener el crecimiento de la curva depende de las medidas que se tomen pero más, de las medidas que cada uno adopte como norma extraordinaria de comportamiento y de relación con los demás.

 

III – Por suerte para los pampeanos, la idea de preparar módulos hospitalarios capaces de responder a las exigencias de internación en clínica médica o en terapia intensiva, permitió en esta semana, cuando se llenaron las camas de Centro Emergente de Asistencia Respiratoria (CEAR, por sus siglas o «covidero» en la jerga hospitalaria), comenzar a utilizarlos y sumar camas a las existentes. Pero toda la anticipación que en términos médicos ha logrado, hasta ahora, contener clínicamente los avances del virus, no estuvo acompañada por un esfuerzo similar en la formación de un equipo de comunicación a la altura de la emergencia. Los siete meses largos que han pasado desde que se declaró la cuarentena en Fase 1 de la provincia, no fueron aprovechados para formar un centro de información a la altura de la emergencia y los resultados no pasan inadvertidos para la población.

 

IV – Líneas de información que no responden, pacientes de Covid o sus contactos aislados que no reciben el seguimiento adecuado, demoras para informar a los contactos estrechos, titubeos y ausencia de respuestas claras ante las consultas sobre la calidad o no de contacto que reviste cada caso, contactos de contactos que se aíslan solos y que, a la inversa de lo que debería, son ellos los que informan al sistema de su calidad de contacto estrecho, son algunas de las consecuencias de esa inadecuada logística de información. No es poca cosa. La pandemia tiene una componente sicológica que se retroalimenta con la deficiencia informativa. Ese costado no del todo cubierto causa malhumor, desconcierto, desconfianza y hace dudar a una parte de la ciudadanía de la capacidad del Estado para gestionar la pandemia. Cuando buena parte de la burocracia estatal está eximida de realizar sus tareas habituales, que no se utilice de esa fuerza laboral la parte más capacitada y dispuesta para crear un gran centro de consulta y seguimiento telefónico de la pandemia, resulta inexplicable.

 

V – A esta falencia se suman, no solo los que, con no poca dosis de perversión, intentan mellar la confianza pública utilizando las redes sociales para viralizar noticias alarmistas, deformadas o francamente falsas, sino también los que, cuando deben informar de sus contactos por dar positivo su hisopado o por resultar contacto estrecho de un caso positivo, mienten u ocultan información. Se trata en no pocos casos, de personas que llevan una doble vida y que, puestos en la disyuntiva de mostrar su grado de compromiso social no dudan en mostrar sus rasgos sicópatas.

 

VI – La pandemia desnuda así, además de cierta mentalidad que atrasa algunos siglos, muchas de las enfermedades sico-sociales que normalmente sus portadores logran ocultar. Entre ellas, el caso del empresario que exige que el resultado del hisopado de sus empleados sea comunicado antes a él que al interesado, o el de la familia que, aislada, obligaba a la empleada doméstica a concurrir al domicilio. Así, la pandemia permite poner en evidencia en este solar pampeano la persistencia, en cierta mentalidad pequeño burguesa lugareña, de formas más acordes con el pensamiento medieval. A despecho de su origen supuestamente moderno y capitalista, estos sectores más o menos acomodados de la sociedad pampeana parecen creer en la vigencia de los contratos vasalláticos, que abolió la Revolución Francesa. (LVS)

 


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