Jueves 11 de abril 2024

Permanencia del puñal como arma de pelea

Redacción 04/07/2015 - 04.11.hs

Señor Director:
El cuchillo sigue siendo un arma de uso frecuente en una diversidad de hechos delictivos, en particular esas peleas que se producen a la puerta o en la vecindad de locales de baile y bebidas.
El cuchillo puede ser el arma cortante más antigua que han usado los hombres, aunque fue precedido por la piedra y el palo. Las armas de fuego, aparecidas mucho más tarde, han ejercido un poder de atracción muy fuerte y gozan de preferencia cuando se trata de posibilitar la acción a distancia.
Hoy ya no se ve, salvo en los escasos ámbitos rurales que aún perduran, el puñal o facón que asociamos con la leyenda del gaucho. Algunos de los cuchillos de cocina que siguen en uso guardan un aire de familia con aquéllos que había que llevar de modo "que al salir, salgan cortando". Sigue habiendo gente aficionada a estos aceros y si bien, por fortuna, los buscan y conservan para lucirse en los asados, puede creerse que hay algo más en esta preferencia persistente. Algo así como la continuidad de tradiciones que no se declaran ni a veces siquiera se tiene conciencia de ellas, pero que se siguen transmitiendo por algún canal misterioso que da continuidad y permanencia a momentos culturales que ya pocos mencionan o conocen.
Digo lo anterior al recordar un cuento de Borges en el cual son los cuchillos los verdaderos protagonistas de duelos (y tragedias) inesperados, que habrían sido inducidos o determinados porque esos cuchillos pertenecieron a afamados cultores de la esgrima criolla, uno de cuyos últimos reductos fueron ciertas esquinas porteñas. Pero, igualmente, hay una reflexión de Lenin que obliga a creer que admitía que las armas (de todo tipo) tienen un alma o espíritu propio, tal que aunque se hallen confinadas en un arsenal, son capaces de motivar ya no reyertas individuales sino verdaderas guerras. Desde luego, el teórico del marxismo soviético no pensaba en "bultos o sombras que se menean", como dice Fierro, sino que quería advertir que si se tienen armas es porque se ha pensado en usarlas. Y puede que también porque es un desperdicio gastar tanto en armarse para terminar dando a esas armas un confinamiento perpetuo. O cuando tienen un destino como el que les depara el Renar argentino, que las inutiliza si sus tenedores van a entregarlas porque no saben qué hacer con ellas o, quizás también, porque ellos temen que puedan tentarlos o tentar a alguno de los suyos y desatar una tragedia. Así como la ocasión hace al ladrón, el arma sería una propuesta de tragedia que puede diferirse largamente pero que siempre mantiene su posibilidad. En el caso norteamericano, donde es tan fácil llegar a tener armas de gran poder de fuego, se comprueba repetidamente que tan pronto esos elementos letales están en poder de alguien que se desequilibra o desmesura por fanatismo ideológico o alteración mental, protagonizan una matanza de negros o de escolares o de gente que les molesta con su música. O con su gana de vivir, pues hay individuos que hallan insoportable que se pueda reír o cantar cuando ellos entienden que hay que salir a terminar de una buena vez con la escoria humana.
Hay periodistas y periódicos europeos ( como El Independiente, de Londres) que cada vez que comentan los sucesos de Irak, Siria y todo lo que fue el dominio musulmán, hacen notar que los grupos que se enfrentan tiene armas modernas y no dudan en decir que algunas guerras son fomentadas para vender armas. Como se aprecia, no es exagerado pensar que el arma expresa algo. O que nos expresa.
Mi propósito era hablar de la frecuencia con que nos anoticiamos de un herido a cuchillo, con un protagonismo dominante de la gente más joven, ya la inclinada a la rapacidad, ya la que busca ciertos lugares de alcohol o drogas porque parece necesitada de estos complementos para dar sentido a su vida. En tales casos, el cuchillo no se lleva por lo que pucha pudiera sino para llenar un vacío existencial.
Atentamente:
JOTAVE

 


' '

¿Querés recibir notificaciones de alertas?