Sabado 23 de marzo 2024

Público-privado, el viejo dilema pampa

Redacción 23/07/2017 - 01.02.hs

I - El gobierno provincial puso el pie en el acelerador en la semana, conciente que el resultado de las PASO del 13 será un anticipo de las legislativas de octubre donde, advirtió, se juegan muchas cosas para la provincia. Con una diferencia de solo unos días, hizo dos esperados anuncios con la inocultable intención de oponer, al discurso de buenos intenciones y promesas de los candidatos opositores, el resultado de su gestión del Estado.

 

II - El primero de esos anuncios era una vieja deuda pendiente del vernismo: la puesta en marcha del frigorífico Bernasconi. Un gigante dormido que formó parte de una fuerte apuesta a la puesta en valor de la ganadería pampeana en el anterior gobierno de Carlos Verna pero que se vio frustrada por una suerte de factores de política económica, climáticos y, no en menor proporción, por la feroz interna con el jorgismo que gobernó ocho años la provincia y congeló todo ese tiempo la planta ubicada sobre la vera de la ruta 35. Ahora la planta fue otorgada a una empresa privada que la operará como eje de un ambicioso proyecto de cuenca porcina y de desarrollo de plantas de chacinados con centro en Bernasconi. Esa apuesta para el olvidado "sudeste productivo" pampeano, un área marginal de la pradera pampeana donde la agricultura es un riesgo y la ganadería una laboriosa conjugación de esfuerzo, tiene partidarios y detractores. El plan que se lanzó con el anuncio es ambicioso en torno a las posibilidades que la planta tiene para el desarrollo de la zona. Como en otras oportunidades, el Estado provincial corre con el mayor riesgo al alquilar por 60.000 pesos por mes una planta que costó más de cien millones.

 

III - Los pampeanos tienen mala experiencia con los empresarios que han llegado a poner en marcha emprendimiento productivos con plata del Estado. Consomé, Montenegro son dos ejemplos. Que se deba reincidir en esa ecuación empresario foráneo-inversión estatal, parece sugerir que, salvo excepciones, el empresariado lugareño, el que puede tener capital para asociarse con el Estado en proyectos conjuntos, no abunda. La mayoría ha circunscripto su campo de acción a negocios más simples o con escaso riesgo. Casi nunca en emprendimientos sujetos a innovaciones tecnológicas, o ampliaciones de mercado para sus productos. Prefieren la actividad agropecuaria básica, la especulación inmobiliaria, la compra y venta o, también, ser proveedores del Estado. La escala pequeña de nuestro mercado, y el conservadurismo imperante en cuestiones económicas realimenta esa mentalidad. Contratar empleados, salir a competir al mercado, hacer eficientes los procesos, en general no forma parte de la mentalidad de la mayoría de lo que conocemos como "empresarios".

 

IV - El cuenco principal del obra de los Daneses rebalsó en la semana indicando sin lugar a dudas que la emergencia hídrica que afecta a la provincia es la más grave de las últimas décadas y nada indica que no está en un ciclo creciente que nos augure que lo peor aún está por venir. Las quejas de los productores no cesan y apuntan a la morosidad de los estados provincial y nacional contra quienes reparten culpas. Pero esa expulsión de responsabilidades de los productores hacia el Estado ha tenido en la semana una nueva advertencia sobre la responsabilidad que le cabe al modo de producción que se adoptó hace años en la llanura pampeana como un factor no menor en la gravedad de la inundación. El INTA ha recordado en estos días, con un estudio científico, que la inundación no es consecuencias exclusiva de la lluvia sino además, y en no menor medida, de la angurria productiva que erradicó pasturas y cultivos invernales para inclinarse casi exclusivamente al rentable negocio del monocultivo anual de soja. No es casualidad que las enormes masas de agua que hoy colapsan La Picasa en Santa Fe y que ingresan por el norte de La Pampa desde Córdoba, vienen de la llamada "zona núcleo" centro de la catástrofe hídrica. Los hectómetros cúbicos que los suelos consumían con las gramíneas y pasturas o con los cultivos invernales, y la porosidad que así mantenían, ha dado lugar a un suelo cuyo comportamiento favorece la inundación superficial y la formación de napas muy cerca de la superficie.

 

V - Pocos, casi ninguno de los que hoy sufren la catástrofe lo admiten, pero la ciencia agronómica no da lugar a dudas. La inundación es también una consecuencias de la adopción de ecuaciones microenómicas de pingües ganancias para los tenedores de parcelas rurales pero ruinosas para el ambiente. Como ocurrió con la sequía en el siglo pasado agravada por el uso de laboreos agrícolas inadecuados que favorecieron la "voladura" de los campos, es nuevamente esa despreocupación y subestimación de las consecuencias de los modos de producción "privados", los que hoy causan esta tragedia "pública". (LVS)

 

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