Razones de Pascuas más tranquilas que las de 1987
Lunes 11 de marzo 2024

Razones de Pascuas más tranquilas que las de 1987

Redacción 20/04/2014 - 04.08.hs

EMILIO MARÍN
Las cosas en política no ocurren por casualidad. Si estas Pascuas fueron más tranquilas que las muy preocupantes de 1987 es porque hay razones para ello. El gobierno no debería retroceder de esa buena performance.
En 1987 la economía empezaba a andar a los tumbos, se marchitaba el "plan Austral" y fracasaría el sucedáneo "Primavera", para anunciarse, agónico el de una "economía de guerra". En esas confrontaciones con sus alegadas mejores intenciones, Raúl Alfonsín confió en un acuerdo con los monopolios, por entonces bautizados "capitanes de la industria".
Sin embargo esos formadores de precios, incluidos los que como Clarín son formadores de malas ideas, decidieron tirarlo abajo del tren. Y se tuvo que ir antes de tiempo, apretado por esa pinza de inflación desbocada y militares fascistoides como Aldo Rico y Mohamed Alí Seineldín.
Las Pascuas de 1987, cuando la casa no estaba en orden, fueron las más tristes, por el motín "carapintada" nunca reprimido en el regimiento 14 de Infantería Aerotransportada, de Córdoba, y su continuidad en Campo de Mayo. Decían reclamar una "solución política" para los acusados de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura militar-cívica. En los hechos atentaban contra la democracia misma; con sus reiteraciones en Corrientes, Villa Martelli y Campo de Mayo provocaron varios muertos y heridos.
Esa vez no hubo paz ni tranquilidad. Ni Vía Crucis ni huevos de pascuas ni turismo, ni esa comercialización banal de la Semana Santa, como en la semana que concluye. Hubo "carapintadas", preparadas para la guerra contra la propia población, que se saldó con capitulación y concesiones. De allí salió el MODIN, que aún en las elecciones a gobernador de Buenos Aires en 1991 se alzó con el 9,7 por ciento de los votos.
En las Pascuas de 2014 no hubo alzamientos. Colectivos, trenes, aviones y autos particulares tomaron las rutas en busca de descanso o visita a parientes. El consumo, que venía con cierta depre, por las medidas adoptadas desde fines del año pasado, levantó un poco. Para atacar a las autoridades, a lo sumo, se pudo contabilizar la tapa de Noticias con Cristina crucificada. Fue una alusión poco velada de sufrimiento deseado y hasta el arzobispo Poli tachó de mal gusto. Sabor a poco para el ejército mediático de Jorge Fontevecchia y Perfil, que ya había incurrido en otras tapas por el estilo. En una se veía el rostro de la presidenta en un orgasmo.
En fin, aquellas Pascuas fueron interrumpidas por comandos en armas; estas, en cambio, por apenas unos caceroleros hábiles en el manejo del photoshop.

 

Dos buenas razones.
Habría que ver por qué hubo esa evolución favorable de la democracia, medida en esa comparación "interpascual". Hay que estimar la situación material y social de la población, que entre 1987 y 1989 era gravosa y generaba cierto desinterés por la suerte de la democracia. "Con la democracia se come, se educa y se cura" había sido desairado por la realidad y algunos errores del gobierno, sumado a los complots de grupos concentrados y del justicialismo que buscaba su regreso con Carlos Menem-Eduardo Duhalde.
Hubo un primer tiempo donde Bernardo Grisnpun intentó medidas favorables al desarrollo nacional pero los monopolios lo sacaron de Economía. Se probó con Juan V. Sourrouille, quien debutó con el Austral en 1985. Ya en ese momento el radicalismo buscaba un acuerdo con los "capitanes de la industria" y negociaba con el FMI. Es un dato a tener en cuenta por Cristina Fernández de Kirchner y Axel Kicillof, impulsores del ajuste marcado por la devaluación del 23 de enero pasado.
Lejos de resultar favorable, la política de esos pulpos de la economía terminó en una inflación galopante. En el medio también se hizo concesiones a los militares, con dos leyes benignas para los genocidas: "Punto Final" en 1986 y "Obediencia Debida", arrancada por Rico y sus tiznados.
El final ya se sabe: nueva hiperinflación y otras rebeliones, hasta que Alfonsín debió dejar su cargo. Una grandísima pena por la democracia y por el político de Chascomús, que merecía otro final. Los monopolios le cavaron la tumba y lo empujaron, malquistándolo con la población y poniéndolo como presa fácil de los "carapintadas" con armas y peronistas con votos. En parte él se lo buscó por haber pactado con los "capitanes de la industria" y haber llamado "héroes de Malvinas" a los que se rindieron sin luchar, como Rico.
Hoy la presidenta puede exhibir dos buenas razones que van a contramano de lo actuado por el radical. Por una parte, el crecimiento de la economía, que aunque no haya sido a las tasas chinas agrandadas por el Indec, fue positivo en estos años, mejorando la vida de los trabajadores y las mayorías. En 2002 el desempleo bordeaba el 28 por ciento y se bajó al 6,4.
La otra ventaja es que los militares con aires de rebelión y/o golpe de estado vienen golpeados por el juicio de la historia, que los condenó por golpistas, y por las causas de lesa humanidad. Ya hay 520 represores condenados y más de 2.000 imputados. Esta gente es hija del rigor. Por ahora no piensan en emular a Rico...

 

No dormirse en los laureles.
Que la realidad sea cuantitativa y cualitativa mejor que la de 1987-1989 no significa que las autoridades actuales se puedan dormir en los laureles. La mejoría ha sido despareja y se corrobora con la admisión de la presidenta de que hay casi un 34 por ciento de trabajo en negro. Esta semana anunció estímulos para que las empresas, sobre todo las pequeñas y medianas, blanqueen su personal. Así se definió que el trabajo informal es el segundo problema de los trabajadores, luego del primero, de conseguir trabajo.
El método al que se recurrió, de bajar los aportes patronales, tiene entre otros inconvenientes el de parecerse en lo formal a la receta de Domingo Cavallo, aunque en el intento kirchnerista se diferencia más tajantemente las Pymes. ¿No había otra manera de estimular el trabajo registrado? ¿Tan en baja viene la caja del fisco que se debió apelar a esa modalidad cuestionada de la rebaja de aportes?
La caracterización del problema hecha por la presidenta, siendo acertado en lo grueso, deja afuera problemas reales de los asalariados, en su letra chica. Decir que el primer problema es conseguir empleo y el segundo blanquear ese trabajo, son verdades de Perogrullo. No es menos cierto que para quienes ya tienen trabajo -en blanco, gris o negro-, mejorar sus ingresos es el asunto más acuciante. Y que no se lo birlen vía una desactualizada categoría del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias, también es un asunto importante.
El gobierno nacional no debió dejar pasar tanto tiempo desde que el año pasado, después de mil remilgos, se decidió a actualizar el monto del no imponible, fijándolo en 15.000 pesos. Ahora se dice que irá a 19.000 o 20.000, lo que sería lógico, para no llevarse buena parte del 30 por ciento de mejoría en los salarios, pactado en las paritarias de gremios.
Armando Cavalieri, el pope de Comercio, reveló que la presidenta le había confiado que pronto haría tal elevación. El ministro de Trabajo lo calificó de irrespetuoso por esa confesión. A Cavalieri hay que decirle de todo por su actuación como sindicalista empresario, pero sus declaraciones sobre ganancias no fueron irrespetuosas. En todo caso a la presidenta se le escapó la tortuga, diría Diego Armando. Y el enojo puede provenir de que la actualización será vista por mucha gente como una concesión al paro de Moyano y Barrionuevo.

 

"Ni un tantico así, nada".
Hay algunos signos preocupantes de estancamiento o de retroceso, como cuando el gobierno quiso imponer topes ridículos a la paritaria docente. Otros son menos visibles, como la tercera pérdida de estado parlamentario del proyecto de ley de semillas patrocinado por movimientos campesinos e indígenas, opuestos por el vértice al que impulsan Monsanto y la Asociación de Semilleros.
El acuerdo con Chevron y multinacionales en Vaca Muerta no sólo puede ser cuestionado desde el ángulo del fracking y de las políticas específicamente petroleras. Lo esencial es el intento del gobierno por salir de sus aprietos en base a pactos con las multis. Para los gobiernos populares o progresistas, ese suele ser un camino de fracaso, en el corto o mediano plazo.
A propósito, se puede recordar a Ernesto Guevara que recomendaba -luego del asesinato de Patricio Lumumba en el Congo- que "no se puede confiar en el imperialismo ni un tantico así, nada".
Si la recomendación suena demasiado radicalizada a los oídos del oficialismo, el cronista tiene un plan B. Trae a colación abril de 1985, cuando comenzaba el juicio a los ex comandantes de la dictadura, Alfonsín recibió a Francisco Macri (Socma), Javier Gamboa (Alpargatas), Livio Kuhl (Saab-Scania) y Miguel Roig (B&B). Estos, hipócritas, dijeron no haber sabido nada de la represión ilegal y uno de ellos, Macri, le regaló al gobierno un equipo de computación para el juicio a Videla.
La visita y cortesía no fueron gratis. Los monopolios le pidieron a Alfonsín que declarara una "economía de guerra" contra los salarios. Y lo obtuvieron esa semana de 1985, germen de su debilidad política posterior ante los motines militares.
¿Se habrá tomado nota de esta historia? Viendo el negativo proyecto de diputados K para limitar las protestas sociales parece que no...

 


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