Jueves 11 de abril 2024

Remedio antiguo que sigue siendo medicado

Redacción 30/07/2014 - 04.17.hs

Señor Director:
Digo en comentarios recientes que la guerra es una presencia tenaz, casi ininterrumpida desde 1945, fin de la II Guerra de ese siglo.
Ahora estalla en otro lugar de medio oriente, en la llamada Franja de Gaza, una lonja de suelo entre el mar e Israel donde se apiñan poblaciones que antes poblaron Palestina y fueron refugiándose allí al escapar de otros conflictos. Desde ahí parten cohetes que son disparados por grupos árabes y que caen en Israel, lo cual sirve de pretexto para que esta nación salga a hacer escarmiento a la manera romana. Digo romana porque Roma, en su momento de imperio ocupó esas tierras ricas en tradiciones y generosas en el relato de tragedias y momentos singulares de nuestra especie. En aquellos lejanos tiempos los hebreos fueron los moradores (entre la varia gente del desierto) que resistieron con mayor tenacidad. Se sabe que, finalmente, fueron expulsados de esa tierra y se esparcieron por Europa, el norte de África y, más tarde, el mundo entero. Con las grandes guerras del siglo XX los hebreos lograron iniciar su retorno y fundaron un hogar y, más tarde, una nación, desplazando a gente que descendía de pobladores tan antiguos o llegados hasta allí por los avatares de la historia, siempre signada por guerras.
Según por dónde se comience a leer el relato de siglos y penurias las opiniones suelen favorecer a unos u otros de los humanos que se aferraron a las tierras aptas para subsistir halladas desde su salida de la cuna africana para la ocupación del planeta. Ahora, ante la desproporción de la fuerza militar disponible (que favorece a Israel como en su tiempo benefició a Roma y a las posteriores potencias coloniales europeas), la opinión tiende a volcarse en contra del más fuerte por el hecho de que abusa de su fuerza y, ante la falta de un enemigo equivalente, descarga su poder sobre la masa de la población civil. Como en el remoto pasado, como siempre, se busca escarmentar para disuadir y así ganar tranquilidad propia... y territorio.
La Europa occidental supo jugar una suerte de ajedrez en estas regiones, distribuyéndose colonias y desplazando poblaciones enteras para dibujar naciones que, andando el tiempo, contribuiría a deshacer, ahora con la creciente participación del brote americano del antiguo señorío colonial y para explotación de los recursos naturales. Dado que no otra cosa hicieron los viejos imperios (persa, heleno, romano), lo que leemos en esta hora en Gaza, como en Libia, en Irak, en Egipto, en Siria, en el relato de los armenios, en la eternizada tragedia de la mayoría de los negros africanos, en la historia pulsional del poder germano, de los anglosajones, los eslavos, los amarillos y los cobrizos, asiáticos o americanos, es el difuso retrato de nuestra especie y su peripecia. Lo nuevo es que ahora se escucha una voz que suena diferente, como es la que proviene del más alto nivel de las Naciones Unidas, el más reciente ensayo de un gobierno mundial ordenado por el derecho y la justicia: un clamor en el desierto. Una propuesta que repetimos y no concretamos.
Al tiempo que Ban Ki-moon (Naciones Unidas) condena los hechos de Gaza, un diputado israelí, Arjelet Shaked (del extremismo de derecha Hogar Judío), pide desde su espacio en Facebook: "Hay que asesinar a todas las madres palestinas porque dan a luz pequeñas serpientes". Idea que tuvieron los faraones cuando mandaron matar los hijos varones de los hebreos, luego de haberlos admitido porque hacían el trabajo que los egipcios rehusaban y porque proliferaban y ganaban poder. Conducta que repitió Herodes Agripa cuando un augur avisó que estaba por nacer un redentor que pondría en jaque su poder. Un poder respaldado por Roma y ejercido en Jerusalén sobre los hebreos. El relato bíblico, Degollación de los Inocentes, estremece todavía a las almas sensibles que se consuelan al creer que esa barbarie quedó atrás.

 

Atentamente:

 

JOTAVE

 


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