Jueves 11 de abril 2024

Resistencia que posee no poco de milagrosa

Redacción 10/02/2016 - 05.23.hs

Señor Director:
Hasta ahora no me he hecho eco en esta columna del caso de la mujer llamada Milagro Sala, de Jujuy, quien aparece como un caso que constituiría uno de los extremos que pueden darse luego del cambio político reciente.
He seguido atentamente la información, de la que son parte importante los comentarios que se han hecho en muchos escenarios y también en otras columnas de este diario. Al no tener un conocimiento directo del estado de cosas jujeño ni de lo que ha hecho esa mujer significativamente llamada Milagro, he preferido informarme y escuchar.
Lo que tengo sabido es el papel que le tocó desempeñar al sector noroeste del territorio argentino actual (que es sensiblemente menor del que tuvo el virreinato del Río de la Plata). Ese papel, tanto en la colonia como durante las luchas por la independencia, tomó su forma inicial por dos circunstancias: una, anterior a la presencia española, porque el incaico avanzó hasta allí con sus singularidades culturales: relación con el suelo y la naturaleza en general y la forma de organización del trabajo encaminado a proveer la alimentación y la defensa. No sólo hubo allí una población prehispánica arraigada, sino que permaneció durante los sucesos posteriores. La presencia española y luego la creación del último virreinato, generó una vía de tránsito entre Lima y Buenos Aires, que necesariamente pasaba por esa región, de modo que tanto los aborígenes como los hispanos radicados tuvieron que elaborar una forma de relación en la que los incaicos llevaron la peor parte, como sucedió en todas las colonias. Durante las guerras de la independencia, cuando se produjo el fenómeno Güemes, se dio una situación singular, pues el líder de la guerra gaucha necesitó del concurso de nativos y mestizos y es fama que, no obstante pertenecer a la suerte de aristocracia de ese noroeste, supo valorar y estimar a esos aliados necesarios, que le fueron fieles y eficaces. Se puede imaginar, a falta de mejor conocimiento, la encrucijada en que se vio esa parte pobre de la población para hacer suya una lucha por la independencia que no se hacía también en su nombre. Tal vez Güemes entendió ese problema y por eso valoró más el apoyo que halló en dicho sector, cuya situación no habría de cambiar luego de la independencia y que la obligó a recluirse en los lugares áridos de la montaña o en los bosques o en los suburbios de las poblaciones blancas. No cambió su situación en todo el proceso de organización de la nación independiente ni hubo esfuerzos sostenidos y eficaces por generar las condiciones para una integración que no exigiese la renuncia a la cultura ancestral.
Esta situación se ha repetido, con matices, en todo lo que fuera el incaico, así como también con otros grupos de aborígenes de las zonas próximas, prácticamente en todo el norte. En años más recientes el problema de estos grupos humanos fue valorado desde algunos sectores artísticos (el folklore) y puesto en evidencia desde alguna poesía y literatura, así como desde documentales y películas, de extranjeros inicialmente y luego nacionales, tal como también ha sucedido en lo que fueran los dominios guaraníes y de otras tribus.
Ese es el escenario donde surgió el liderazgo de Milagro Sala, con una propuesta que tradujo la fórmula que, algo sorpresivamente, hiciera suya el papa Francisco en su reciente estada en Bolivia: la demanda elemental de Trabajo, Techo y Tierra. Adoptando la forma de organización cooperativa, esos nativos y mestizos empezaban a tener techo y trabajo, no la tierra. Para poner en prisión a Milagro Sala se han hecho acusaciones diversas: mala administración, aprovechamientos indebidos, sin que se formalizara juicio que diera forma legal a tan prolongada prisión. Y ahora se apela justamente al papa por la suerte de Milagro y para que el objetivo de las Tres T no siga en utopía y comience a ser eso: un milagro.

 

Atentamente:

 

Jotavé

 


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