Lunes 15 de abril 2024

Resultados escalofriantes de un gran robo colectivo

Redacción 23/03/2018 - 01.19.hs

Una ley no escrita del capitalismo advierte: si a usted le ofrecen algo gratis, es porque el producto de esa transacción es usted.
El lector haría bien en recordar esta máxima cuando hoy abra su página de Facebook para contactarse con amigos y parientes, comunicar su actual estado emocional o su ruptura sentimental, proclamar su gusto por algún cantante o participar en el debate por la legalización del aborto. Todos esos datos -incluso los más íntimos- están siendo acopiados sistemáticamente por esa red social, y puestos a disposición de terceros incluso para fines comerciales.
En realidad, lo del acopio de datos no es ningún misterio, de hecho la propia red social pone a disposición de los usuarios, en forma de archivo comprimido, toda la información que ha reunido respecto de ese cliente en particular. Los resultados son escalofriantes: el archivo pesa alrededor de 500 megabytes, y contiene no sólo mensajes, listas de contactos, comentarios, eventos, fotografías y videos publicados, sino también la ubicación del usuario, sus hábitos de vida, su patrimonio, preferencias comerciales, políticas, sexuales, etcétera. Estos casi cien tipos de datos distintos acumulados permiten hacer una descripción sumamente detallada del individuo, y son puestos a disposición de las empresas anunciantes en el sitio.
El propio dueño de Facebook, Mark Zuckerberg, uno de los hombres más ricos del mundo, ha tenido que salir a dar explicaciones al respecto, en momentos en que su empresa está siendo investigada en Estados Unidos y Europa, y su citación a declarar es inminente. Ha prometido tomar medidas para proteger la intimidad de sus usuarios, y ha aducido que los datos provistos a terceros son a fines académicos, pero varios expertos ya lo consideran un cómplice necesario de éste, el mayor robo colectivo de datos personales de la historia.
El escándalo estalló cuando dos periodistas encubiertos contactaron a un directivo de una ignota compañía inglesa, Cambridge Analytica, para contratar sus servicios. Así pudieron comprobar que esa entidad había tenido acceso indiscriminado a toda la información sobre cincuenta millones de usuarios de Facebook solamente en Estados Unidos, la cual había sido vendida a la campaña del hoy presidente Donald Trump para predecir y eventualmente influir el comportamiento de los votantes.
Como era de esperar, inmediatamente se supo que también la campaña electoral del partido actualmente gobernante en Argentina había contratado los servicios de Cambridge Analytica, a no dudarlo con fines electorales y muy alejados del mundo académico que el nombre de esta compañía pretende invocar. Como también era de esperar, el aprovechamiento electoral de esta gigantesca operación delictiva no le ha generado mayores molestias al gobierno.
La compañía en cuestión ha comunicado, por su parte, que el directivo en cuestión ha sido despedido. Queda por verse si la causa del despido tiene que ver con su participación en el robo masivo de datos, o en el hecho de haber sido lo suficientemente ingenuo -u omnipotente- como para permitir su revelación por toda la prensa mundial.
Cada vez que se desnuda alguna nueva faceta de los usos perversos dados a internet, y la manera en que el espacio de intimidad y libertad de las personas se va achicando a pasos agigantados, surge algún analista que compara la situación con las novelas "El Castillo" de Franz Kafka, o "1984" de George Orwell.
Pobres Kafka y Orwell: sus fantasías distópicas parecen juegos de niño en comparación con lo que han creado estos personajes contemporáneos.

 

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