Jueves 11 de abril 2024

Se repiten las preguntas que hizo Adam Smith

Redacción 24/06/2017 - 01.42.hs

Señor Director:
Busco expresar aquí un punto de vista que no esté condicionado por la ideología ni circunscripto al ámbito provincial o nacional.
Nada tengo contra la ideología porque creo que todos la tenemos, ya como una elección elaborada cuidadosamente, ya por herencia, ya porque nos impregnamos en alguna medida por el solo hecho de vivir en una sociedad. La ideología está en el aire que respiramos e ingresa en nosotros por los sentidos y hasta por los poros de la piel.
Cualquier afirmación o negación que hagamos sobre asuntos públicos expone nuestra ideología: lo que aceptamos, lo que quisiéramos que predomine y lo que consideramos negativo o perjudicial. Tempranamente Aristóteles dijo que el hombre es un animal político. Es así porque somos un animal social. Estamos metidos en una entidad que nos condiciona y nos da lo que, en pequeño, llamamos aire de familia y en escala mayor hace decir frases tales como "los porteños son así", o los argentinos, o los orientales o los alemanes... Por cierto que eso no expresa todo lo que somos ni lo que suponemos o queremos ser. Estimo que la sociedad opera como una máquina que se empeña en modelarnos de determinada manera, conforme a los gustos, las creencias, los intereses o las ideologías predominantes en cada época. Por eso el anacoreta busca la soledad, el aislamiento, para interrogarse con la esperanza de encontrar respuestas que no halla en sociedad.
Si me pregunto qué puedo esperar del actual momento argentino me siento forzado a remitirme al momento de la región, al momento de Europa, al momento del mundo. Lo que veo en esta actualidad es lo que me ha llevado a decir que ha llegado la hora de proponer que también haya una expresión política común. Ya en el siglo XX se intentó crearla, con la Sociedad de las Naciones y, hasta ahora, con la Organización de las Naciones Unidas. Eso es lo que ha estado en la intención de quienes acababan de salir de sendas guerras, la segunda de las cuales culminó con la bomba atómica arrojada sobre Hiroshima y que advirtió que una tercera guerra pondría punto final a la presencia humana. Sin embargo, la ONU gobierna poco y cada vez gobierna menos, en tanto el proceso que procura instalar un poder por encima de las naciones se ha desarrollado por otras vías y es el que domina en nuestros días.
El pensador norteamericano Noam Chomsky se ha preguntado "¿Quién domina el mundo?" en un libro que lleva ese título. Hace un repaso de lo que ha sucedido desde la II Guerra Mundial y dice: "No es posible entender de forma realista quién gobierna el mundo sin hacer caso de los 'amos de la humanidad', como los llamó Adam Smith: en su tiempo, los comerciantes y los dueños de las industrias de Inglaterra; en el nuestro los conglomerados multinacionales, enormes instituciones financieras, emporios comerciales y similares...". Smith también dijo que la 'infame máxima' a la cual están consagrados los 'amos de la humanidad' propone: 'todo para nosotros y nada para los demás'; "una doctrina que en otro tiempo fue la amarga y pertinaz guerra de clases". Todavía agrega Chomsky que estos amos tienen poder no solo en el terreno internacional, sino dentro de sus propios Estados, de los cuales dependen para proteger su poder y conseguir apoyo económico por muy diversos medios. Da como ejemplo el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, mal llamado 'acuerdos de libre comercio' (se refiere al plan lanzado por Obama).
El poder mundial real de nuestros días es el que pugna por apoderarse de los gobiernos que todavía no son sus instrumentos, según Chomsky. Refiere también que el director ejecutivo de Europa Nova, con sede en París, atribuye el actual desencanto general a un clima de irritada impotencia al comprobar que este poder real ha desplazado a los líderes políticos nacionales, reemplazándolos por el mercado, las instituciones de la Unión Europea y las corporaciones.
Atentamente:
Jotavé

 

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