Jueves 11 de abril 2024

Se viene el tercer paro general contra la presidencia de Cristina

Redacción 26/08/2014 - 03.41.hs

El gobierno afrontará el tercer paro general organizado por tres centrales sindicales. Moyano y Barrionuevo, así como Micheli, están alineados con la oposición política. De todos modos habría que atender a varias razones de la medida.
EMILIO MARIN
Después de disfrutar un primer mandato 2007-2011 sin ninguna huelga nacional, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner sufrirá este 28 de agosto la tercera. La serie comenzó el 20 de noviembre de 2012, con convocatoria a la plaza de Mayo, luego que se terminara la prolongada luna de miel entre Hugo Moyano y los Kirchner.
Como todo comienzo, aquél fue débil y dubitativo, sin mucha repercusión en la actividad económica y, en cambio, muchísimo lugar en los medios. El monopolio de Héctor Magnetto aplicó el principio de que "el enemigo de mi enemigo es mi amigo". Y así comenzó a tratar bien a Moyano, antes atormentado con toda clase de denuncias, desde su abultado patrimonio -especialmente cuentas en dólares en bancos suizos, relacionados con la empresa Covelia- hasta los manejos burocráticos de Camioneros, los favores oficiales y la muerte de un dirigente de Rosario.
Desde que el camionero rompió lanzas con el kirchnerismo, fue "alto, rubio y de ojos celestes", en la óptica de ese grupo de medios.
Por la debilidad política que el gobierno arrastra desde su derrota electoral en diciembre de 2013, Moyano se atrevió a más y buscó concretarlo con alianzas inesperadas. Se unió a su rival Luis Barrionuevo, de la llamada CGT "Azul y Blanca", formando un triángulo de poder con él y con Gerónimo "Momo" Venegas, que dice representar a los peones rurales aunque siempre fue más cercano a la Sociedad Rural.
El terceto organizó la segunda movida, el 10 de abril de este año, que tuvo más acatamiento, por varias razones. Entre otras, que participaron gremios del transporte: Fraternidad, UTA y Unión Ferroviaria. A pie, los argentinos no pudieron llegar a sus trabajos, escuelas y actividades; sobre todo en las grandes ciudades, la huelga se amplificó.
Aquel terceto tuvo un acompañamiento en dos sectores que eran críticos: la CTA de Pablo Micheli, con base en ATE, Judiciales y Luz y Fuerza de Mar del Plata; y los trotskistas cercanos al FIT, con influencia en seccionales docentes de Suteba y en comisiones internas fabriles (Gestamp, Lear, Mondelez, etc).
Con la llave del transporte en sus manos -paradojalmente gremios que en lo formal pertenecen a la CGT "Balcarce"- y con la pinza de los piquetes organizados por gente del FIT, la huelga del 10 de abril tuvo un resultado más que aceptable de hecho. Las razones de conveniencia o inconveniencia político-gremial se siguen discutiendo hasta hoy.

 

Impuesto a ganancias.
El "leit motiv" del segundo paro fue la protesta contra el impuesto a las ganancias que pagan los asalariados. Fue una consigna convincente, porque estaban cerrando algunas paritarias con aumentos del orden del 28-30 por ciento y existía el fundado temor de que más trabajadores debieran oblar ese polémico impuesto. La última actualización, bajo la presión de aquellos afectados, había sido en agosto de 2013, cuando CFK fijó el monto mínimo no imponible en 15.000 pesos.
Esa cifra no fue actualizada en 2014 ni tampoco lo fueron las escalas, que van del 9 al 35 por ciento, con lo que el salario enfrentaba una poda doble. Por una parte lo erosiona la inflación y el mayor precio a los alimentos y otros productos de primera necesidad, fijados por los monopolios.
Y por la otra, las mejoras habidas tras muchas luchas y paritarias en parte eran recortadas por el pago del impuesto a las ganancias para quienes percibían más de 15.000 pesos. El problema no es tanto para docentes, albañiles y empleados públicos, pero sí para camioneros, petroleros, bancarios, portuarios, de la alimentación, etc.
Al no actualizarse por la inflación el monto no imponible y no ajustarse las escalas, muchos más trabajadores de los debidos tienen que pagar ese impuesto y en muchos casos no abonan la escala menor sino las más altas, como si fueran empresarios o millonarios.
Esa injusticia dio un cierto caldo de cultivo al paro del 10 de abril y siguió dándolo también para el del 28 de agosto. El gobierno echa leña al fuego porque no actualizó el mínimo no imponible ni las escalas, pese a ciertas promesas que habían hecho públicas Antonio Caló (CGT Balcarce) y Hugo Yasky (CTA). Ante los renovados reclamos de todo el espectro sindical, opositores, apareció el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, acusándolos de ser "Hood Robin" o sea defender a los más ricos contra los pobres.
Se estima que un millón de trabajadores sufre el descuento por ese impuesto. No estaría mal que una parte de ese universo abone lo que Yasky llamó "impuesto a los altos ingresos", pero elevando el mínimo y actualizando escalas. Y, sobre todo, como parte de una reforma impositiva integral que afecte a la renta financiera, minera, petrolera y monopólica. Esa es una de las grandes deudas pendientes del kirchnerismo.

 

Trío más mentado.
Se ha convocado al tercer acto de esta historia de reclamos opositores. A diferencia de la anterior, se ha previsto prescindir de los piquetes de la CTA Micheli y activistas del FIT en algunos puentes y la Panamericana; Néstor Pitrola y otros dirigentes han planteado que los mantendrán.
Esos aliados tácticos del camionero han decidido marchar el 27 de agosto hacia el Congreso, para mostrar fuerza propia y no quedar tan alevosamente como furgón de cola de Azopardo. Hacen esto ante el reverdecer de la alianza de Moyano con el gastronómico que debía dejar de robar dos años y con el supuesto peón rural que no pone alambrados en campos ajenos sino quizás en propios.
Para desgracia de Micheli y Pitrola, quedó claro que los artífices y beneficiarios del tercer paro es el trío bastante desprestigiado: Moyano-Barrionuevo-Venegas.
Para actualizar la data hay que decir que Moyano diserta en los seminarios del PRO, de Mauricio Macri. Que Barrionuevo acompaña a José M. de la Sota por provincias como su lazarillo sindical y estará a su lado en el acto de lanzamiento del cordobés varias veces frustrado presidenciable. Y que Venegas estuvo en la recientemente concluida Exposición Rural de Palermo, atado siempre al palenque de Luis M. Etchevehere.
Es muy discutible que con semejante trío, de antecedentes que casi son prontuario, puedan ser solucionados los muchos problemas que tienen los trabajadores argentinos.

 

Se va la tercera.
Desde el paro del 10 de abril hasta el convocado para el 28 de agosto se han acumulado más motivos para una medida de protesta, por un lado. Y al mismo tiempo han aparecido otras circunstancias que la desaconsejan o que reclamarían darle otro carácter y forma-contenido que lamentablemente sus organizadores no tienen en cuenta.
El paro tiene más justificativo que en abril, pero con un cambio en el eje de convocatoria, toda vez que el impuesto a los salarios mayores a los 15.000 pesos ha mermado en la importancia que tuvo entonces. Y está bien que cediera ese lugar central porque ahora pesa más el negativo enfriamiento de la economía que ya entró técnicamente en recesión, con dos trimestres consecutivos negativos.
Y esa caída del producto, acentuada en ramas industriales como la automotriz, metalúrgica, construcción y transporte, entre varias otras, ha propiciado que las patronales aludidas suspendan su personal, recorten horas extras e incluso despidan trabajadores.
Como siempre el hilo se corta por lo más delgado son los asalariados los que pierden su puesto de trabajo ante los primeros resultados adversos de empresas que, en cambio, no los hicieron socios de sus ganancias en las épocas de bonanza. Incluso se presentan en quiebras firmas grandes como la papelera estadounidense Donnelley cuyos negocios no eran nada ruinosos y dejó sin empleo a 400 empleados.
Rápidas de reflejos, las dos CGT y su socio menor Micheli ahora agitan el problema de las suspensiones y despidos, la inflación y otras reivindicaciones válidas. En este sentido el paro tiene su razón de ser.
Como las cosas no son lineales, por otra parte, hay que decir tres cosas básicas que cuestionan el paro:
Una, que ese estado de cosas, por caso la creciente inflación, no fue causado básicamente por el gobierno sino que es imputable a grandes empresas que dominan el mercado. Moyano y sus aliados no cuestionan a esos monopolios; más aún, son aliados de la UIA, AEA y la Sociedad Rural.
Dos, que esa cúpula gremial fue antes socia de los políticos neoliberales que fundieron el país, con ejemplos como Barrionuevo y Venegas, de modo que mal pueden ser ahora los salvadores de la Patria. Peor aún, hoy están cercanos y operan a favor de Massa, Macri y De la Sota.
Y tres, que además de las cuestiones reales de suspensiones e inflación, el país tiene el grave problema del acoso jurídico-político de los "fondos buitres". Y en este asunto se juega la soberanía y también el bienestar de los argentinos. A este tema los sindicalistas mencionados no le han dado la menor importancia ni quieren aportar a un frente nacional que rechace a los usureros internacionales. Y a tenor de los jefes políticos que tienen, arriba aludidos, se puede afirmar que los que organizan el paro del jueves están más cerca del juez Thomas Griesa que de los intereses del país.

 


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