Viernes 12 de abril 2024

Todo el mundo mira a Grecia

Redacción 01/07/2015 - 04.18.hs

La prensa de todo el mundo -y la argentina no es una excepción- viene realizando continuas comparaciones entre la crisis económica que atraviesa Grecia y la que sufriera nuestro país en 2001. Cierto es que, desde el lunes, los bancos griegos están cerrados y se ha limitado el retiro de dinero a sesenta euros por persona y por día. El país, asfixiado por el ajuste neoliberal y por la imposibilidad de efectuar correcciones en su sistema monetario, enfrenta la posibilidad de cesar en el pago de su deuda externa. Los bancos, beneficiados durante años con todas las prebendas imaginables, hoy no hacen frente a sus obligaciones para con los depositantes.
Pero así como hay similitudes, también hay importantes diferencias entre una y otra situación. A favor de los griegos hay que contar que su gobierno actual, asumido hace escasos meses, está constituido por dirigentes jóvenes y progresistas, que se resisten a pagar la pesada deuda heredada a costa del bienestar de su pueblo. A diferencia de lo que ocurriera en Argentina, el gobierno de Siriza no plantea efectuar recortes en los haberes de jubilados y pensionados.
Quienes gobernaban nuestro país en 2001, por el contrario, al ver que la crisis se avecinaba, no sólo recortaron sueldos públicos y jubilaciones, sino que además impulsaron un fraudulento "megacanje" de títulos de la deuda externa, que no sólo no impidió el "default", sino que es el origen de buena parte de los problemas que aún sufre el país con sus acreedores al incrementar en forma abusiva, y fraudulenta, el monto de la deuda.
En contra de los griegos corre el hecho de que, habiendo adoptado el euro como moneda común al resto de Europa, carecen de la facultad de devaluar su divisa, por lo que deberían volver a su anterior sistema monetario (el dracma) a un costo financiero y social significativamente alto. A diferencia de Argentina, y también para peor, Grecia no cuenta con una abundante producción de insumos básicos ("comodities") que le permita acceder a divisas extranjeras con rapidez.
La mayoría de los griegos no desea abandonar la zona europea, y el gobierno actual -como intérprete de su pueblo- ha prometido hacer todos los esfuerzos en ese sentido. Este sentimiento es bastante natural: históricamente hablando, Grecia es en realidad el primer país europeo, el creador de varias de sus mejores tradiciones culturales y políticas, como la democracia y la filosofía.
Sin embargo, quizá los griegos deberían repensar la conveniencia de pertenecer a "esta" Europa: un continente que parece haber olvidado las lecciones de dos guerras mundiales; que ha permitido el ascenso de Alemania a un preocupante rol hegemónico; que abandonó el estado de bienestar en favor de políticas neoliberales que llevan a sus pueblos al sufrimiento y a los ricos a incrementar aún más sus riquezas; que pretende imponer a los países mediterráneos gobiernos tecnocráticos, ignorando el principio de autodeterminación nacional; que, en definitiva, ha abandonado sus mejores tradiciones y hoy asiste impasible -por momentos parece promoverlo- a un verdadero genocidio como es la crisis de los refugiados que cruzan del Mediterráneo desde Africa.
Quizás nadie mejor que los argentinos puedan comprender mejor -y solidarizarse- con la situación que están atravesando los ciudadanos de Grecia. Los sufrimientos que vienen padeciendo, y los que aún les aguardan en el futuro, serán de consideración. Pero los griegos están demostrando que constituyen un pueblo de pie y en lucha. Una lucha que no es sólo de ellos, sino que involucra a todos los pueblos del mundo que se debaten bajo las nuevas condiciones de sometimiento económico que tratan de imponer los organismos financieros internacionales y la elite que los dirige. Hoy, como hace veinticinco siglos, Grecia es un faro para la humanidad.

 


' '

¿Querés recibir notificaciones de alertas?