Lunes 25 de marzo 2024

Un extenso proceso para modificar protagonismos

Redacción 20/07/2017 - 01.01.hs

Señor Director:
Pongo algún empeño en el propósito de no abundar en ciertos temas que el curso acelerado de la actualidad propone.
Sin embargo, los hay que reclaman se reconozca su importancia. No son los de siempre (como el crimen, la guerra, el robo, la trata de personas...). Uno de ellos es el feminismo y el femicidio. Ambos hacen cada vez más visible que son dos caras de un mismo problema. La creciente frecuencia de los femicidios se da sin mayores diferencias en todas las naciones y esto obliga a buscar su explicación en un fenómeno social que está en desarrollo y que no es natural sino generado en el curso de la historia.
En días recientes volví a ver el filme titulado Las Sufragistas, es decir las mujeres inglesas que se movilizaron para reclamar el voto (sufragio) femenino, que recién lograrían ya avanzado el siglo XIX, mientras que en los demás países (los occidentales) empezó a llegar con el siglo XX. También en el siglo XIX se produjeron las primeras huelgas de la mujer obrera, ante la evidencia de que tanto en el salario como en las condiciones de trabajo, estaban sobreexplotadas. Más que el varón, sobre todo porque ellas sobrellevan su papel biológico de madres. Ahora, en este siglo, obtenido el voto, aunque no en todo país, luchan actualmente por la equidad en oportunidades, salario y acceso al gobierno.
También en esos días leí un libro de la centroamericana Gioconda Belli, titulado El País de las Mujeres, en el cual imagina que ellas han ganado el gobierno de un país también imaginario, el cual no solamente tiene su conducción a cargo de mujeres, sino que ellas deciden en determinado momento que debe prescindirse del varón para toda función pública, por entender que sin esa experiencia el otro sexo nunca entenderá ni aceptará la igualdad de derechos y la manera de conciliar las diferencias naturales en el papel de cada sexo. La rotunda mayoría lograda en la elección, más una circunstancia accidental, les permite avanzar con esa idea, compatibilizándola con la continuidad de las parejas, con el cuidado del hogar y con la educación de los niños. Sacan, pues, al varón de toda función pública para que repita la experiencia secular de la mujer. Si bien un sector masculino conspira y llega al atentado (hieren gravemente a la presidenta), hay una mayoría que acepta (no sin reservas) la prueba a que el varón se ve obligado.
Este extremo no se ha dado ni probablemente se dará, pero lo cierto es que la proporción de mujeres que se ha "empoderado" (aceptación y ejercicio de sus derechos igualitarios) crece sin cesar. Avanzan en preparación profesional, pero sobre todo en el número de las que asumen sus derechos y luchan por ellos. En nuestro país, este año, en la nueva configuración política, las manifestaciones de mayor fuerza han sido las femeninas, en tanto que las protestas sindicales mayoritarias son espaciadas y lentas, al punto que se impone el reconocimiento de que hay un nuevo protagonismo social, esta vez a cargo de la mujer. La contrafigura real de este ascenso son los femicidios cada vez más frecuentes y algunos muy elaborados por sus responsables. O sea que hay femicidas en todos los niveles sociales, pero se suelen diferenciar en el procedimiento. Un caso argentino actual revela que un abogado usa su ciencia para crear las condiciones que le permitirían matar a su mujer y aparecer como damnificado. La diferencia socioeconómica y cultural genera estas variantes, pero revela que la actitud reactiva del varón llega con similar frecuencia al crimen en todos los niveles. Esto significa que el varón como tal es el que reacciona de esa manera. También se ve que más varones acompañan las manifestaciones feministas, pero los femicidios obligan a entender que la reacción primaria y mayoritaria es la violenta. En otra oportunidad me referiré al proceso histórico que permitió que surgiera el predominio varonil.
Atentamente:
Jotavé

 

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