Miércoles 27 de marzo 2024

Un sacerdote "de los pobres"

Redacción 28/08/2019 - 01.38.hs

El fraile Antonio Puigjané murió ayer en ciudad de Buenos Aires, a los 91 años. Fue condenado a 20 años de prisión por el asalto al cuartel de La Tablada.
IRINA SANTESTEBAN
Fray Puigjané fue un sacerdote que hizo suyas las enseñanzas cristianas respecto al voto de pobreza, se mantuvo siempre lejos del lujo y los poderosos, y muy cerca de los más necesitados. Ejerció una verdadera "opción por los pobres".
Se ordenó como fraile capuchino en 1952, y trabajó siempre en villas de emergencia y barrios humildes. Entre 1969 y 1972 estuvo en Mar del Plata, practicando el sacerdocio en barriadas populares, hasta que fue removido por orden del arzobispo de La Plata, Monseñor Antonio Plaza, alto exponente del apoyo que le dio a la dictadura militar la jerarquía de la Iglesia Católica.

 

Dos sacerdocios.
Puigjané y Plaza pueden ser tomados como los dos polos opuestos en la actitud que han tenido y tienen los religiosos en la realidad de nuestro país.
Luego de ser expulsado de Mar del Plata, el fraile marchó a La Rioja para acompañar a Enrique Angelelli, el obispo de esa provincia, otro ejemplo de religioso con profundo compromiso social.
Angelelli apoyaba a los campesinos humildes, que se organizaban en cooperativas para reclamar por el derecho a la tierra, enfrentados a los grandes productores rurales, uno de ellos Amado Menem, hermano del ex presidente.
El 4 de agosto de 1976, el obispo murió en un "accidente" ocurrido en la ruta cuando regresaba de recolectar testimonios de la persecución que sufrían los pobladores ya en plena dictadura militar. Tuvieron que pasar 38 años para que, en 2014, se condenara al ex general Luciano B. Menéndez por el asesinato de Angelelli.

 

Con las madres y abuelas.
Puigjané partió de La Rioja y se trasladó a la villa Nuestra Señora de Itatí, en Quilmes Oeste, Provincia de Buenos Aires, donde además de su misión sacerdotal en los lugares más humildes, acompañó a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, en su lucha contra la dictadura militar y para que se juzgara y condenara a los responsables del terrorismo de Estado.
Ya en democracia, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, fue condenado a 20 años de prisión, acusado de formar parte del comando que intentó copar el cuartel de La Tablada en enero de 1989, cuando 70 militantes del Movimiento Todos por la Patria ingresaron a esa unidad militar y fueron salvajemente reprimidos por el Ejército, con torturas y desapariciones de los que ya se habían rendido. Hubo 28 militantes asesinados y 4 desaparecidos más. Puigjané, que integraba la dirección del MTP, siempre negó conocer los planes de sus compañeros, pero para los fiscales el religioso formaba parte de la dirección de la "banda terrorista" y fue el fiscal Raúl Plee quien pidió aumentar la pena de Antonio, a pesar de que no había participado de esa acción tan errónea.
Para comparar: en el juicio a las Juntas Militares el jefe de la Fuerza Aérea, brigadier Orlando Ramón Agosti, integrante de la primera Junta Militar, responsable de 30.000 desapariciones, recibió una pena de 4 años y 8 meses de prisión...

 

Plaza.
Muy diferente fue monseñor Plaza, uno de los apoyos más fuertes de la Iglesia con que contó la dictadura militar, quien además ejerció como capellán de la policía de la provincia de Buenos Aires en tiempos del general Ramón J. Camps, cuando la represión ilegal convirtió ese territorio en un infierno. Como sacerdote visitaba con frecuencia los centros clandestinos de detención, buscando la "redención" de los secuestrados, a través de la delación; obviamente, nunca denunció las violaciones a los derechos humanos; por el contrario, se opuso férreamente al Juicio a las Juntas que impulsó Alfonsín.
Por eso, su olfato no le falló cuando detectó tempranamente a Antonio, quien desde sus inicios como religioso defendió a los más humildes, oponiéndose a los poderosos y los dictadores. Por eso lo echó de Mar del Plata.
Plaza fue uno de los quince sacerdotes incluidos en la lista de los represores de la Conadep en el libro "Nunca Más" y fue denunciado por los delitos de encubrimiento de torturas y privación ilegal de la libertad, y por el de violación de los deberes de funcionario público. Nunca fue condenado.

 

Injusta prisión.
Puigjané fue condenado injustamente, y hasta denostado y olvidado por muchos "progresistas". Es que el asalto al cuartel de La Tablada, un grave error del MTP, fue una división de aguas en la Argentina en 1989. Fueron muy pocos los que se animaron a denunciar en aquel momento las violaciones a los derechos humanos que ocurrieron al interior del cuartel, al momento de la represión por el Ejército conducido por el general Alfredo Arrillaga (quien tiene hoy cinco condenas perpetuas en su contra, una de ellas por la desaparición de José Díaz, en La Tablada).
Hubo dirigentes como Luis Zamora, entonces pre-candidato presidencial por Izquierda Unida-MAS, que fueron al sepelio de los militares muertos en el copamiento, a darle "condolencias".
Junto a los demás militantes del MTP, Puigjané estuvo preso en condiciones muy duras, en la cárcel de Caseros, donde pasó 7 años de prisión y luego trasladado a Ezeiza, hasta que en 1998 cumplió 70 años y pasó al régimen de prisión domiciliaria. Durante la presidencia de Carlos Menem, rechazó varias veces los indultos ofrecidos para poder salir de prisión, porque no alcanzaban a sus compañeros. En 2002 fue finalmente indultado por el presidente Eduardo Duhalde.
Ayer murió en la parroquia de Nueva Pompeya, y al dar la noticia, el cura Luis Coccia dijo: "Antonio ya participa de la condición de los santos y está definitivamente con Dios para interceder por nosotros y por esta patria también tan necesitada, la Argentina".
Es que Puigjané, tal como se lo enseñara Angelelli, hizo suya aquella máxima: "con un oído en el Evangelio y la otra en el pueblo".

 


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