Lunes 15 de abril 2024

Un cacho de cultura

Redacción 30/10/2014 - 04.00.hs

Uno de los conceptos más amplios y controvertidos es el que encierra la palabra "cultura". Considerada por lo común como una expresión abarcativa, general y no discriminatoria desde el punto de vista antropológico, en líneas generales se acepta que "cultura es o puede ser todo", especialmente en lo que se refiere a valores, costumbres, formas de vida, normas, etc.
Sin embargo es innegable que el término conlleva una valoración positiva. De allí que resulta difícil comprender las motivaciones del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires al designar como "Personalidad destacada de la cultura" a Marcelo Tinelli, un relator deportivo devenido en animador televisivo que ha logrado su innegable popularidad a través de exaltar un erotismo de vuelo bajo y bromas de dudoso gusto: las famosas "jodas", que no eran sino la humillación del otro como recurso humorístico. La distinción está en sintonía con reconocimientos anteriores otorgados por el mismo gobierno a personalidades tan discutibles como la mediática Violetta de los estudios Disney. No viene mal recordar que el animador y su entorno televisivo dieron origen a una palabra elocuente y descalificadora: tinellización
Que la legislatura porteña le haya adjudicado semejante título al personaje solamente puede reconocer dos motivos: un acercamiento para obtener réditos políticos -de hecho Tinelli ha coqueteado con distintas fuerzas- o bien una muy distinta concepción de la cultura. Pero además, tal distinción habla mucho de la idea y el papel que de ese quehacer en la sociedad tiene el liberalismo económico que está detrás del gobierno porteño.
No se trata de descalificar ciertas formas de entretenimiento y humorismo emparentados con el grotesco, al que suelen ser afectos los argentinos, pero tampoco de elevarlas a la categoría de símbolo. Lo más cuestionable de esta distinción es que se realiza bajo la invocación de la cultura cuando, si de entregar premios se trata, hay infinidad de pretextos y títulos para justificarlos.

 

Posición que avanza
La firme posición argentina en cuanto al pago indebido a los fondos buitre parece estar dando frutos. Es que todos los países sometidos a la presión de la deuda externa -y son muchos- vieron reflejada en el caso argentino la clara posibilidad de que les ocurra lo mismo si la posición extrema de los acreedores tiene éxito. Hace un par de días el Grupo de 77 países más China -una de las varias entidades político-económicas que se han formado como alternativas al capitalismo desmedido- elaboró un proyecto de resolución a presentar en Naciones Unidas que contempla "la conformación de una comisión especial en la que todos los estados miembros negocien un marco legal internacional para las reestructuraciones de deuda soberana". El proyecto da simultáneamente un rotundo golpe a quienes, desde la oposición interna argentina, predecían una soledad internacional y llegaron a propugnar el pago de esa falsa acreencia, sin medir las consecuencias para el país.
Es fácil advertir que la propuesta tiende a la creación de un marco legal e internacional en un quehacer financiero que, hasta la exposición del caso argentino, era tierra de nadie y campo propicio a jurisprudencias relacionadas con los tenedores de deuda. También parece ser una respuesta a los sectores menos carroñeros del mundo de las finanzas que advirtieron rápidamente que el exceso de ambición podía ser contraproducente a sus intereses. No es casual que, en los últimos dos meses, algunos destacados banqueros y economistas manifestaran su absoluto desacuerdo con la pretensión de quienes alguna prensa prefiere llamar "holdouts" en lugar de fondos buitre.

 

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