Viernes 12 de abril 2024

Un cambio de nombre que tiene su historia

Redacción 18/11/2012 - 09.59.hs

I - La ciudad retomó en la semana el debate sobre el cambio o no del nombre de su avenida principal. Para no pocos, este cambio es la materialización de la advertencia contenida en la jura de los gobernantes, una jura que ha venido prometiendo casi vanamente, hay que reconocerlo, que la Patria podría demandar a quien no cumpliera con su mandato de acuerdo a los de él se esperaba. Ahora, un siglo largo después, hay quienes creen que ese juicio debe operar históricamente, debe dejar de ser solo un enunciado inútil y pasar a ser un verdadero juicio de la historia.

 

II - Roca es hoy, para sus detractores, el autor del genocidio contra los "pueblos originarios", una denominación que suele confundir más que explicar el proceso de poblamiento en los años anteriores a la batida del ejército en 1879 pues se engloba con ese nombre pueblos muy distintos en su origen y en su papel en relación con la llegada del blanco. La mayoría de quienes fueron expulsados o muertos en esa guerra al malón en nuestro territorio habían llegado a nuestras tierras desde Chile solo unas décadas antes desplazando a los verdaderos pueblos originarios, los tehuelches, en un proceso de araucanización de la pampa que el antropólogo Rodolfo Casamiquela identificó en sus extensas y minuciosas investigaciones. La excusa para matarlos o echarlos era también una vaga acusación de pillaje de ganado en pie que practicaban las tribus capitaneadas e integrada en su mayoría por araucanos. Esa actividad de los malones afectaba a las explotaciones ganaderas de la campaña bonaerense en una etapa de expansión del comercio internacional que hacía insostenible la ecuación económica de la elite gobernante.

 

III - Pero ambas acusaciones eran una excusa. Una excusa que no existió más al sur donde los pacíficos tehuelches, pueblos sí verdaderamente originarios, fueron exterminados sin piedad y cazados como animales pese a que no practicaban malones ni eran una amenaza para nadie. Los cazadores de hombres de la Patagonia les cortaban las orejas a los tehuelches pues cobraban por pieza a los estancieros. Esos estancieros eran en su mayoría extranjeros, más extranjeros que los supuestos chilenos araucanos y, desde luego, mucho más expoliadores de la riqueza nacional que los araucanos. Pero a diferencia de los araucanos eran blancos, portadores de la cultura occidental, del germen del capitalismo que se quería instaurar y, más importante aun, aliados constitucionalmente a nuestra oligarquía que los mencionaba expresamente en la Carta Magna.

 

IV - Para los santarroseños, hijos por origen del roquismo y de su hazaña fundacional, la llamada "Conquista del Desierto", rebelarse contra el mismísimo General Julio Argentino Roca es casi como la negación del origen. Fue el mismísimo Roca, siendo presidente, el que le otorgó a nuestra ciudad, a su fundador, Tomás Mason, la calidad de capital de la provincia. Fue Roca quien vino siendo presidente a esta lejana frontera nacional a inaugurar la réplica de la pirámide de Mayo en su plaza principal que en 1900 fue bautizada oficialmente como pirámide de la Conquista y que hoy puede verse aún en la plazoleta de la Estación de Ferrocarril.

 

V - Pero ese esplendor roquista en Santa Rosa duró poco. De la mano de socialistas, anarquista, maestros y periodistas, la rebelión santarroseña contra su origen roquista que hoy nos muestra otro capítulo, comenzó desde muy temprano en el siglo XX. Esa rebelión a la intención fundacional de ligar a Santa Rosa con la Conquista del Desierto se vio reflejada claramente en la resignificación popular de su monumento principal que dejó de nombrarse como la "pirámide de la Conquista" para ser identificada por la ciudadanía como la "pirámide de la Libertad" pues era justamente la libertad la que estaba en peligro en esos años de fraude y militarismo que siguieron al golpe de 1930.

 

VI - Roca siguió en la nomenclatura de la avenida al oeste de la plaza y, más significativamente, en el nombre de su primera escuela Normal pues había sido en sus años de presidente que se había sancionado la ley 1.420. Esa ley, fuerza reconocer, comenzó la transformación del país con base en la Educación popular, gratuita y laica como una forma de igualar oportunidades y de ascenso social. En 1918 ese espíritu laico y popular de la 1420 llegó a la Universidad y catapultó a la Argentina como un modelo a seguir en Latinoamérica y el mundo. Es lo mejor de Roca, de su herencia, de su proyecto como integrante de la generación del 80. Hoy sus dos caras deben ponerse una frente a otra. No es el único nombre de calle o plaza con una cara oscura. La tuvieron Perón con López Rega y las Tres A, Rosas con su campaña del desierto y el terror político, e Yrigoyen con su trágica represión a obreros y peones. (LVS)

 


' '

¿Querés recibir notificaciones de alertas?