Miércoles 10 de abril 2024

Un inicio prometedor con fondo de fábula de Esopo

Redacción 29/11/2015 - 03.19.hs

I - Con un fuerte sesgo político, la semana trajo a los pampeanos la expectativa que se abre con la inminente asunción del nuevo gobierno provincial. El gobernador electo acaparó la atención con su presencia en la Cámara de Diputados donde impresionó favorablemente a la oposición con su tono conciliador y abierto al diálogo como nunca antes. Que hiciera una conferencia de prensa abierta a los acreditados en la Legislatura fue, tal vez, la muestra más clara de esa intención. No obstante, donde se expresó con más contundencia fue en los anuncios.

 

II - El primero fue, sin dudas, la apertura del Tribunal de Cuentas a un contador de la oposición. Desde la recuperación democrática, el control de las cuentas públicas ha sido uno de los puntos de fricción más irritantes para los partidos opositores. Para ejemplo basta un botón: los diputados, responsables constitucionales de la aprobación del presupuesto, no tienen acceso a la ejecución presupuestaria diaria que confecciona Contaduría. Esa información llega todas las mañanas a las computadoras de todas las reparticiones, menos a las de los diputados que recién la tienen nueve meses después de cerrado el ejercicio. Por ésta y otras cosas La Pampa tiene bien ganado el mote de provincia oscura en cuanto a la transparencia de sus cuentas públicas.

 

III - El Tribunal de Cuentas, salvo honrosas y esporádicas excepciones, ha sido más un organismo funcional al manejo de los recursos por parte del Ejecutivo que un organismo constitucional para transparentar y adecentar la gestión. El vernismo ya se había diferenciado en su anterior paso por la administración pública de esa idea que seducía a los gobernadores de nombrar amigos en el TdeC para neutralizarlo. Lo hizo cuando impulsó el juicio político a un ex presidente responsable funcional de la corrupción que asoló los recursos provinciales y logró expulsarlo. Que ahora se coloque allí a un opositor, siguiendo el modelo de control de gestión de la Auditoría General de la Nación, eleva la calidad institucional de La Pampa de un plumazo y anima a la ciudadanía a asumir que un gobierno tal no tendrá cláusulas ocultas en sus manejos de los recursos.

 

III - No menor es el gesto de nombrar sin condicionamientos a los representantes no oficialistas en Pampetrol y, más aún, ofrecer la Dirección de Hidrocarburos a la oposición. Si hay un área donde siempre y en todo el mundo se sospecha que es la actividad propicia para negociar por fuera de la vista del público favores y dádivas es, justamente, la producción petrolera. Las enormes sumas que se manejan y las siderales diferencias que las empresas pueden lograr con la empatía de un funcionario venal, obligan a hacer de las áreas públicas ligadas a la actividad, un compendio de controles y supervisiones que impidan o eviten la complicidad política o administrativa.

 

IV - Entre tanto esfuerzo por encaminar el gobierno en el diálogo y el consenso y hacia una agenda común con la oposición que permita de una vez el diseño de políticas de Estado, llamó la atención el nombramiento de un funcionario sobre el cual pesa una condena judicial e inhabilitación para ejercer cargos públicos y cuyo anterior paso por la gestión terminó en un escándalo. Expulsado por los santarroseños de la intendencia, su aparición en las listas vernistas y en la campaña por la intendencia fue, sin dudas, uno de los principales factores de la debacle electoral en la capital provincial. Fruto seguramente de los compromisos preelectorales, su presencia en el gabinete es una señal contradictoria. Hacia la capital provincial que lo expulsó y volvió a castigar como nunca a los que lo menearon en la última campaña. A la justicia que ve en su nombramiento la reivindicación política de un condenado en un juicio con todas las garantías constitucionales. Hacia el propio gobierno que parece no advertir hasta dónde introduce un factor de perturbación de la convivencia ciudadana. Que sea un condenado penal el que se arrogue la potestad de diseñar la política punitiva en la provincia para garantizar la seguridad pública, aparece fuera de toda razonabilidad. Como la rana de la fábula de Esopo, el gobierno parece confiar en que, al cargarlo en sus espaldas, cumplirá su promesa de no ceder a la "naturaleza violenta" advertida por la justicia en su fallo condenatorio. Es una apuesta riesgosa pues nada anima a pensar que, esta vez, habrá un final distinto. (LVS)

 


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