Jueves 11 de abril 2024

Un suceso que conmovió cimientos que están ahí

Redacción 26/08/2014 - 03.41.hs

Señor Director:
El reciente caso del nieto recuperado número 114, el de Ignacio-Guido, se singularizó porque ingresó en la vida argentina de manera tan explosiva como profunda. Y diferente de lo habitual en estos casos.
De lo que llevo leído de tales ecos (no alcanza el tiempo para correr a la par) un detalle que llama mi atención es la frecuencia con que quienes escriben empiezan por reconocer que ellos no fueron ajenos a la ola emocional y confiesan que sintieron que las lágrimas pugnaban por brotarles o que les brotaron. Queda clara la diferencia con la noticia que suele atrapar el interés de la mayoría: mientras que por lo corriente se quiere saber más y conocer las explicaciones que algunos ensayan (ante un suceso político o policial de fuerte impacto) en este caso fueron muchos los que sintieron interpelados y obligados a preguntarse qué elementos que residen en su intimidad y elaboran su modo de estar en la existencia, parecían despertar y reclamaban una atención ya no dirigida hacia afuera sino hacia adentro, hacia el sí mismo de cada uno. Esto es lo que llamo sentirse interpelado: cuando no acudimos a las respuestas que tenemos elaboradas, sino que repasamos el fundamento de tales respuestas. Todos los argentinos que no transitan el acontecer desde una ajenidad (como algo que pasa afuera y les sucede a otros) disponían de un conocimiento de los hechos de la dictadura y habían tomado una posición que va desde identificarse con la búsqueda de Madres y Abuelas a ubicarse más o menos distantes de esa posición hasta el extremo de seguir pensándolas como "viejas locas". La trilogía propuesta por Abuelas (Memoria, Verdad y Justicia) tiene militantes, observadores más o menos interesados y un arco que llega hasta quienes piensan que la dictadura terminó demasiado pronto. Incluso desde este último extremo surgieron manifestaciones acerca del nieto 114, no hostiles, aunque alguna hostilidad se ensayaba disimular, pero todo permite creer que la mayoría de quienes se desentienden de ese objetivo también se sintió interpelada y quizás por primera vez entendió que vale repensar el tema porque hay algo ahí que va más allá de las posiciones ideológicas y de los compromisos de militancia.
Uno de los elementos que aparece con frecuencia entre quienes han sentido la necesidad de decir algo no llega a ser formulado pero se dibuja claramente cuando se pone la atención en él, es el efecto de saber que, en el caso de Ignacio-Guido, la búsqueda que derivó en la revelación de su origen (el de este nieto) estuvo avanzando desde dos lados: desde la persistente gestión de las Abuelas y desde el propio nieto. Además, la identificación de vocaciones (musicales) de los abuelos Carlotto y familia con Ignacio-Guido propone una mirada a otras profundidades, de aquéllas que la razón raciocinante trata muchas veces de escapar porque llevan a tocar el sentido trágico de la existencia y, entre otras alternativas, a sentirse necesitado de elaborar respuestas acerca de la noción de identidad, que está en el lenguaje cotidiano, aunque no siempre con la carga de interrogantes que arrastra consigo. Hablo del sentimiento trágico porque la memoria me lleva hasta Unamuno y, más lejos, hasta Platón (en el Fedón), cuando el pensamiento ateniense admite dudar del camino de la ciencia (los hechos verificables) y se remite al mito. Platón dice, y Unamuno reitera, que se trata de creencias pero que quizás vale la pena asumir el riesgo de equivocarse al aceptarlas. O tenerlas en cuenta. Buscamos una respuesta que siempre está más lejos y el mito propone un anticipo.
Hice hasta aquí lo habitual con estos temas: los saco del acontecer, los muestro y presumo que dialogo con el lector, suscito su interés y nos embarcamos juntos en una charla de las que dejan una sensación diferente porque sentimos haber recuperado un protagonismo que solemos descuidar.
Atentamente:
JOTAVE

 


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