Sabado 16 de marzo 2024

Un suicidio y lo que la imaginación construye

Redacción 15/04/2012 - 10.13.hs

El suicidio de Graciela Diesser, de 58 años de edad, en su casa de la ciudad de Rafaela, al comenzar la pasada semana, puede haber sido el último acto de una tragedia que comenzó doce años atrás en otra población de Santa Fe: Rufino.
Habrá quién recuerde un hecho de tanta resonancia, de esos que los medios toman como tema que atrae a los lectores como el pastel a las moscas. En la casa que compartían la ahora suicida y el juez Carlos Fraticelli, apareció muerta una hija del matrimonio, llamada Natalia, de sólo 15 años. Aparentemente, había sido asfixiada, no se supo cómo ni por quién (esto, en el supuesto de que hubiese un autor). La justicia sospechó de los padres y ambos debieron pasar cinco años en la cárcel. Cuando volvieron a estar libres, sin haber cesado de proclamar su inocencia, no pudieron convivir. Se separaron. Graciela se fue a vivir a Rafaela y tomó nueva pareja. En la misma ciudad se estableció un hermano de Natalia, que fue quien halló a su madre asfixiada en la bañera. Ella le había hecho una llamada. En el lugar había cuatro cartas de Graciela. Se supo que la que estaba dirigida al "señor juez" contenía la manifestación de que había resuelto matarse porque quería reunirse con Natalia, la hija asfixiada doce años antes. Se sabe que la suicida, en los últimos tiempos, insistía en que Natalia la visitaba y que ella se sentía gratificada por esa presencia.

 

Tragedia
Estamos ante una tragedia de rango clásico y permite que nos remontemos a los orígenes del teatro, en la Grecia antigua (ese teatro trágico culmina en el siglo V a C). Los grandes trágicos de esa cultura madre fueron Esquilo, Sófocles y Eurípides. El teatro ateniense no era un espectáculo como el que conocemos, sino toda una ceremonia con atmósfera de religiosidad.
Aristóteles razonó la tragedia dos siglos después, en su Poética. Entiende que la tragedia expone el desarrollo siempre posible de los impulsos pasionales e irracionales que están en la entraña del ser humano: matricidio, parricidio, incesto, canibalismo, suicidio, infanticidio. La lista de los oscuros posibles de la conducta humana es mayor y subsiste a través de los tiempos, con oscilaciones en cuanto al tipo de hecho que se consuma. El infanticidio incluye el filicidio. El incesto no agota el campo del sexo, que incluye la violación de menores de la propia sangre. O el asesinato de lo indebidamente pretendido.
El pensador macedonio habla, en Poética, de mímesis y catarsis. Son expresiones que crea para dar forma a su pensamiento. Mímesis es la imitación, pues el teatro imita a la realidad, a la vida. No crea, presenta de una manera apropiada al escenario y según los paradigmas de la época. La catarsis es purificación. Ésta es la idea innovadora, pues revela que el espectador participa de la tragedia, porque sabe que eso le pudo o puede pasar a él. Dado que la tragedia termina en expiación (suicidio, pena de muerte, muerte por la reacción de un tercero o por dictado divino, etc.), el espectador participa del proceso y se siente purificado. La catarsis es suya.
Siglos más tarde, Nietzsche señala en la tragedia los elementos dionisíaco y apolíneo. Lo dionisíaco (de Dionisos, dios griego; Baco en Roma) es lo pasional, el sentimiento, la fuerza instintiva que busca satisfacerse a cualquier costo. Lo apolíneo (de Apolo) orienta hacia la sabiduría y la justicia. Aunque llegan después, tarde siempre para las víctimas, sabiduría y justicia procuran crear una atmósfera que sirva de barrera de contención.

 

Novela
La novela puede incluir el relato de una tragedia, pero este tema no agota el género. Se diría que la novela ha amplificado el escenario trazado por Esquilo y demás grandes trágicos (incluido Shakespeare, claro está). La novela se aproxima más al periodismo de información: muestra la variedad de las conductas posibles y, en casos, va en busca de sus motivaciones. Tanto como la tragedia (y la comedia), la novela muestra al hombre en lo que es y en su lucha por lo que quiere ser o lo que se tiene por bueno en su época. Y revela que la lucha es siempre de final incierto. La idea del Otro (del prójimo) tan trabajada en nuestra época, vendrá a confirmar que el Otro no es ajeno sino el propio Yo. O sea, cada hombre es todos los hombres. La tragedia revela también que los hombres (o El hombre) es básicamente el mismo, al menos desde Esquilo.
¿Qué fue lo que desató la tragedia de Rufino? Tal vez no lo sepamos nunca, pero la trayectoria de Graciela, que incluye separación y culmina en suicidio, es indudablemente trágica. Al ignorar lo sustancial del suceso inicial, tal vez perdemos una oportunidad de catarsis, de purificación.
Jotavé

 


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