Lunes 15 de abril 2024

Una carta abierta al presidente Macri

Redacción 29/08/2018 - 00.30.hs

Señor Presidente:
Lo saludo con el respeto y consideración que me merece la persona que eligió nuestro pueblo para que rija su destino.
También le manifiesto mi enorme desagrado de su premeditada imagen comiendo flan. Es un insulto que agravia a millones de compatriotas, porque el mensaje que da es que todos reclamamos flan. No me importa lo que haga el señor Casero, el bufón de turno posiblemente, pero sí su propio gesto francamente desagradable, que solo a pocos alegró, pero que registrará su triste marca en la historia nacional.
Lo del flan, señor Presidente, es una imagen que le recomendaron sus cortesanos y alcahuetes. Los que jamás le dirán que nuestro pueblo atraviesa, los que logran sobrevivir, décadas de despojo, miseria, abandono y desprecio. Mientras, indignados, vemos funcionarios enriquecidos, derrochando fortunas ajenas.
No se lo digo como su elector ni opositor, yo no pude votar porque la política nacional me ofertó elegir entre dos familias contrabandistas. Sí, me enojó, que pusiera evasores fiscales en sus ministerios. Inhábiles morales para esos cargos, como también lo fueran ministros de la Corte, en el gobierno que antecede al suyo.
Se lo digo como docente universitario de una Facultad de Agronomía en la que ejerció su cargo durante más de 40 años, en una modesta institución del interior pampeano. Bien sabemos de carencias y miserias, propias y de nuestros estudiantes. Pero, sabe usted, son nuestros esforzados egresados, muchos de ellos hijos de peones, cuando no de pequeños contratistas, o productores rurales, o de modestos empleados de pueblos, los que hicieron posible la revolución productiva agraria que hoy sostiene a la Nación. ¿Vio usted lo que le hace a su gestión de gobierno una sequía?; ¿se imagina si no hubiera tenido los miles de ingenieros agrónomos que produjeron nuestras aulas? Yo sé que ellos se arremangan y no les importa el gas oil, la grasa, el sol o la tierra, si bien de abajo vienen. Sí, quieren que el tractor arranque, que el trabajo siga, que se produzca bien y mejor.
Posiblemente en su burla también usted incluya a los docentes universitarios. Los que bien saben apretar para llegar a fin de mes, o que conocen de trabajar en aulas, laboratorios, talleres, cuando no incómodos, peligrosos o en condiciones deplorables. Pero, ¿sabe usted en quiénes piensan? En sus estudiantes, porque es quizá la única posibilidad que les queda para moverse en la escala social o, al menos, tener una oportunidad en la vida.
Nos cuesta graduarlos, enormes esfuerzos hacemos, aunque sabemos que un día más que puedan estar en una universidad es una chance mejor para ellos. No somos una universidad privada, no son nuestros clientes, tenemos responsabilidad social. Al título no lo vendemos, se lo damos a los que sirven y les reclamamos compromiso y honestidad. Muy pocas veces nos sale mal.
¿Sabe usted?... No, seguramente no, que en nuestra Comisión de Becas infinidad de ocasiones encontramos que el único ingreso demostrable del grupo familiar es la beca, miserable por cierto, del estudiante.
También le cuento a usted que cuando pude pagarlo y no más de una vez a la semana, el servicio doméstico en mi casa lo hicieron futuras licenciadas de mi universidad. Orgullo me da, señor Presidente. ¡Ellas no pidieron flan! Sí, ¡necesitan y exigen una oportunidad!
Señor Presidente, no pida perdón por sus errores. Hoy, no lo necesitamos, con soluciones nos alcanza, con lo que usted ponga de esfuerzo, humildad y asistencia de idóneos, decentes y patriotas.
Hoy, no nos sirve su dulce exilio en una villa veraniega, señor presidente. Porque otra vez morirían más compatriotas por represión, hambre, miseria o angustia. Y recuerde, no es con flan que se arregla la tristeza de una Nación. Lo saludo con el merecido respeto de su cargo.
Jorge Scarone.
Docente universitario.

 


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