Lunes 15 de abril 2024

Una maestra llamada Mafalda va a la escuela

Redacción 30/08/2014 - 03.34.hs

Señor Director:
Por la lectura de diarios pude conocer aspectos del acto realizado en la sede del ministerio de Educación (nacional) para dar cuenta de un nuevo papel asignado a Mafalda, ahora que esta pequeña ha cumplido cincuenta años de edad.
Como siempre, cuando uno se entera de este tipo de actos a los que hubiese querido ir, repite que se siente la lejanía de Buenos Aires, aunque recuerdo que en los años que viví allí, si bien fui a muchas convocatorias para mi afán de saber, me enteraba tarde que en otro lugar se había desarrollado la reunión o espectáculo que hubiese preferido. La oferta es siempre múltiple y no hay manera de estar en todas partes y, siendo así, Buenos Aires también puede estar lejos para quienes allí residen.
El acto se realizó en el palacio Sarmiento y estaban todos los que uno piensa que debían estar. Desde el ministro Sileoni que parece no hallar reposo en la apertura de nuevos horizontes (o recuperación de horizontes perdidos) para la educación. Y estaba el infatigable Sasturain para revelar que Mafalda "es el pensamiento de los temores, las ilusiones y los conflictos de la clase media urbana". La de hace medio siglo y, en no pocos aspectos, la de estos años, según mi parecer. Y estaba Quino, que reside en España, y que, como siempre que ha hablado en estos actos (en el Congreso nacional, recientemente) dijo sentirse "acojonado" (tal fue la palabra que le vino a la mente) pero así y todo pudo explicar que "lo que di es lo que me dio la escuela pública, laica".
Leyendo lo que dice Quino de su criatura en estas celebraciones (la dejó de dibujar hace cuarenta años) he tenido la impresión de que, aparte de su notoria modestia, siente que su Mafalda no le pertenece del todo y que es como si ella hubiese seguido creciendo en dimensión interior, aunque manteniéndose en la imagen de esa niña que siempre tuvo algo de persona madura no solamente en su breve discurso. Se ha escrito bastante acerca de autores (artistas, literatos, dramaturgos) que parecen estar descubriendo que sus criaturas no han salido solamente de su capacidad creadora. Algo así como los hijos de todos los padres, que resultan ser diferentes, incluso, de las expectativas de sus progenitores... como si fuesen una fructificación que viene de más lejos y que se abre hacia su propio más allá. Uno, como padre, pone algo propio, pero el hijo no lo repite, como si cada ser que nace fuese expresión de otro ensayo de la Vida por explorar el misterio que, no obstante su potencia, la anonada.
En el acto del palacio Sarmiento fue presentada la colección del ministerio denominada Mafalda para armar, que consta de cuatro cuadernillos cuyos ejes temáticos son el mundo, los amigos, la familia y la escuela. Es la propia Mafalda quien introduce y acompaña en esos ámbitos. Además, se ha editado una publicación sobre derechos del niño, con viñetas de Mafalda. Y se anunció que habrá un mural de esta niña eterna en el salón Alfredo Bravo de la sede del ministerio.
No se puede eludir la demanda interior que conduce a ponerse pensativo para tratar de entender el misterio de esta niña para nada estilizada en su figura, a diferencia de las heroínas que ahora son propuestas a los niños dentro de un esquema mercantil, algunas de las cuales parecen ideadas para vaciar la infancia y someterla a las pautas que mejor acomodan a los emprendimientos comerciales o de manipulación de las personas, como queriendo privarlas de la voluntad de ser sí mismas, esto es, seres que buscan sus propias respuestas al misterio, siempre insondable, del estar en el mundo. Puede que la extraña vigencia de Mafalda (en la Argentina y también fuera de nuestro territorio) tenga mucha relación con la figura que le dio Quino. Lejos de las muñecas sobre el modelo cultural de Hollywood y Walt Disney, Mafalda se presenta con una figura que recién parece tomar sentido por sus razonamientos y la brevedad de su discurso.
Atentamente:
JOTAVE

 


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