Miércoles 27 de marzo 2024

Unas fotocopias con muchos puntos oscuros

Redacción 11/09/2018 - 00.26.hs

La causa de los cuadernos muestra irregularidades avaladas por el juez y una grosera manipulación
informativa por parte de los medios ultraoficialistas.
ALI LIJALAD
Las fotocopias de los cuadernos del chofer Oscar Centeno se transformaron en unas ocho mil páginas de un expediente manejado por el juez Claudio Bonadio. El Destape accedió a esa documentación y comprobó que aparece una serie de irregularidades que fueron avaladas por Bonadio y Stornelli y ocultadas por buena parte de la prensa. Cuesta encontrar algún elemento que justifique las detenciones, excepto para los que acepten los arrepentimientos teledirigidos.

 

El primo Angelo.
Angelo Calcaterra, el primo presidencial, le mintió a Bonadio en su primer contacto por esta causa. Fue el 6 de agosto, cuando se presentó en Comodoro Py tras la detención de Javier Sánchez Caballero, un histórico alfil del grupo Macri detenido a raiz de su aparición en las fotocopias como pagador por parte de Iecsa y ODS. En la indagatoria a Calcaterra, que está en el cuerpo 22 de la causa, consta que le hicieron la pregunta de rigor acerca de si tiene causas o antecedentes penales. "No", fue la respuesta pese a que está procesado en la causa del soterramiento del tren Sarmiento y también está involucrado en una causa en el fuero Comercial por el vaciamiento de Transmetro, otro empresa de los Macri.
Con todo, Calcaterra logró la liberación de Sánchez Caballero. En el cuerpo 20 del expediente consta otro dato interesante. En teoría, Macri le vendió Iecsa a su primo Angelo en 2007. Luego, éste se la vendió a Marcelo Mindlin, uno de los empresarios predilectos del presidente. La nueva firma que comanda Mindlin se llama Sociedad Argentina de Construcción y Desarrollo Estratégico (Sacde). Por lo que dice el expediente, parece que Sánchez Caballero fue parte del acuerdo. En el allanamiento a su domicilio en el exclusivo barrio La Isla de Nordelta, el acta detalló el siguiente auto: "Audi modelo A3 dominio AC072QL, cuya inspección arrojó que en su interior se encontraba la documentación del mismo a nombre de la empresa Sacde y una cédula de autorización para el Sr. Sánchez Caballero". Parece que Sánchez Caballero usa un auto de la empresa de Mindlin, que le compró Iecsa a Calcaterra. Mindlin, a su vez, figura en los cuadernos, pese a lo cual nunca fue llamado a declarar y todo indica que tiene aceitado el blindaje mediático para que su cara no circule por los diarios y noticieros.

 

Escuchas "directas".
Apenas tomó contacto con las fotocopias de los cuadernos, Bonadio activó una serie de movimientos de inteligencia encargados a la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Policía Federal. Tomaron 66 domicilios mencionados en las fotocopias e hicieron tareas de inteligencia, en general de civil, para confirmar quienes vivían en cada uno.
Lo más opaco aparece en el cuerpo 10 del expediente, cuando Bonadio ordena pinchar los celulares de Roberto Baratta, Walter Fagyas, Oscar Centeno, Nelson Lazarte, Hernán Camilo Gómez, Rafael Llorens e Hilda Horovitz. La orden pide específicamente la "escucha directa", es decir, que el personal de la Policía escuche en tiempo real lo que hablan. Lo insólito es que pida esto en 2018 cuando se investigan hechos que ocurrieron, supuestamente, entre 2003 y 2015. Los policías terminaron escuchando incluso a la esposa de Baratta, y registraron que, por ejemplo, habló con una amiga y le contó que "fue a ver una persona que adivina el futuro".

 

El fiscal Cabot.
El expediente de las fotocopias de los cuadernos arranca el 10 de abril, con la llegada del periodista de La Nación Diego Cabot a la fiscalía de Stornelli. Tanto el periodista como el fiscal ya se ocuparon de relatar públicamente que esto no fue casual, sino que lo acordaron entre ellos, en una típica maniobra de "forum shopping" luego perfeccionada por Bonadio, que en lugar de mandar a sorteo la denuncia eligió quedársela para jugarla en su cruzada anti K. En distintos pasajes, Bonadio refiere a Cabot como "el denunciante". Como ciudadano, podía denunciar lo que quisiera. Como periodista, lo que hizo muestra los niveles de promiscuidad que alcanzó el vínculos entre Tribunales y algunas redacciones.
Cabot pidió reserva de su identidad y luego comienza el relato que repitió en los medios. Que recibió una caja de parte de Jorge Bacigalupo, que luego éste se las pidió de nuevo para devolverlas a Centeno, que sacó fotocopias de los mismos, que entregó las fotocopias a Stornelli y Bonadio. Luego, afirma: "Que cualquier otro dato periodístico que obtenga lo aportaré a esta fiscalía". Un juego extraño, donde el periodista se transforma en auxiliar del fiscal.

 

Mentiras mediáticas.
La lectura detenida de las indagatorias a varios de los empresarios involucrados muestra que, muchas veces, sus supuestas confesiones fueron adulteradas por los medios de comunicación oficialistas. El 6 de agosto, Todo Noticias publicó: "La causa de los cuadernos: otros tres empresarios admitieron que pagaron coimas. Se trata de Raimundo Peduto, Alejandro Pedro Ivanissevich y Manuel Santos Uribelarrea. Todos señalaron a Nelson Lazarte como el responsable de los cobros". En el expediente, el único que dice algo similar es Uribelarrea. Los otros dos, para nada.
Las indagatorias constan en el cuerpo 22. En el caso de Peduto, lo único que dijo es: "momentáneamente me niego a declarar hasta tomar conocimiento total de la causa". Nada más. Por ende, no pudo señalar a nadie ni reconocer nada. Ivanissevich, por su parte, dijo que aportó 500 mil pesos para la campaña pero descartó cualquier otro pago. Afirmó, textual: "Como De Vido y Baratta sabían que era un empresario que arriesgaba mi capital y no estaba en la obra pública, nunca hubo por parte de ellos ninguna sugerencia de coima, soborno y retorno". Tampoco mencionó a Lazarte en su indagatoria.
TN abundó: "Todos ellos apuntaron a una misma persona: Nelson Lazarte, mano derecha de Baratta, y uno de los hombres nombrados en los cuadernos del chofer Oscar Centeno. Según los tres empresarios, los pagos se realizaban en dólares -tal como había señalado en sus anotaciones el remisero- pero también se hacían en pesos". Las declaraciones de Peduto e Ivanissevich lo contradicen. (Extractado de El Destape).

 

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