Sabado 20 de abril 2024

Vacuna: no fue por casualidad

Redaccion 13/08/2020 - 22.16.hs

La elección de Argentina para la fabricación de la vacuna contra el Covid-19 desarrollada por la Universidad de Oxford y una empresa farmacéutica sueco-británica no fue producto de la casualidad. El propietario del laboratorio argentino que tendrá a su cargo la elaboración de la vacuna lo dijo con pocas pero elocuentes palabras: «Esto no hubiera sido posible sin la calidad de nuestros científicos. Les aseguro que (los británicos) quedaron sorprendidos por el nivel científico y tecnológico de nuestra gente».
La idoneidad de los hombres de ciencia de nuestro país está reconocida en todo el mundo y la causa no es un misterio: la educación pública gratuita y universal en los niveles primario, secundario y universitario. No son muchos los países del mundo, y menos todavía del continente latinoamericano, que tienen garantizado este derecho para todos sus habitantes. Por ello tampoco es fruto de la casualidad el hecho de que los únicos tres premios Nobel a la Ciencia surgidos de América Latina son argentinos: Houssay, Leloir y Milstein.
Dicho esto también debe decirse que no todos los gobiernos de nuestro país defendieron la educación pública con el mismo entusiasmo. Cada vez que llegaron al poder expresiones de la derecha, tanto en su versión militar como civil, aplicaron recetas muy agresivas contra el sistema de enseñanza estatal: recortes presupuestarios asfixiantes, persecución política -que llegó a extremos de encarcelar e incluso asesinar- a docentes y estudiantes, eliminación de programas educativos -el Conectar Igualdad es un caso emblemático-, evidente predilección por el sistema privado, etcétera.
Sin embargo, la fuerte tradición de la enseñanza pública parece haber desarrollado anticuerpos contra los virus del neoliberalismo y logra renacer de sus cenizas apenas un gobierno con orientación popular intenta reparar los daños. No muchos saben que en estos días dos universidades públicas argentinas están embarcadas en un proyecto de investigación para obtener una vacuna propia contra el Covid-19. Se trata de las universidades nacionales de San Martín y del Litoral, cuyos científicos vienen trabajando sin los enormes presupuestos ni la envidiable infraestructura tecnológica de sus colegas del primer mundo, pero así y todo están trabajando en la frontera del conocimiento en una materia que desvela a la comunidad científica internacional.
La vacuna que se elaborará en Argentina -en colaboración con México, otro país con fuerte presencia de la universidad pública- no tendrá finalidad de lucro y será distribuida universalmente. Ese fue el pedido que le formuló la universidad de Oxford al laboratorio de capitales suecos e ingleses y forma parte de la estrategia que entusiasmó a las autoridades argentinas y las decidió a sumarse al proyecto.
A menos de un año de finalizada la pesadilla macrista, que llegó a podarle nada menos que la mitad del presupuesto al Instituto Malbrán -de importancia crucial en la lucha contra el coronavirus- y a desangrar a las universidades, el Conicet, el INTA y otros entes públicos vinculados a la investigación, no puede menos que celebrarse este nuevo logro de la ciencia nacional.

 

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