Vuelve el suceso del libro y de los autores

Señor Director:
Por unos días el libro volverá a ser desde hoy, en la capital federal, el gran protagonista y centro de la atención de la Argentina que todavía lee.
Cuando hablo de quienes todavía leen no ensayo una expresión de pesimismo, salvo en la medida que asumo que el libro sobre soporte de papel tiene creciente competencia desde el mundo digital, que, sin embargo, también lo acoge y ofrece una alternativa interesante. Lo que se observa es que el mismo mundo digital ofrece una diversidad de propuestas a la lectura y se hace evidente que son las que cuentan con mayor número de lectores. Al mismo tiempo, ese mundo digital reorienta a los lectores potenciales que ha procurado formar la escuela y los conduce hacia caminos que ora deterioran el uso de la lengua, ora distraen y de ninguna manera proponen que el lector se asuma como parte activa y obligada a pensar a la par de lo que le propone el autor de cada libro.
Este año abrirá la muestra y su variadísimo programa de charlas, presentaciones y jornadas de lectura, la escritora Luisa Valenzuela. Es la tercera, luego de Griselda Gambaro (2005) y de Angélica Gorodizcher (2009). Valenzuela viene de una gira por Europa, relacionada con traducciones y presentaciones de algunos de sus libros. En un diálogo con Silvina Friera, periodista y crítica literaria, cuenta que allá mucho oyó hablar de la posverdad, esa palabra "nueva" que ha sido incorporada a un diccionario universitario de Inglaterra, porque se asume que tiene un contenido que da cuenta de un proceso de cambio cultural, que preocupa a Luisa, según su decir: "En este momento no gana la verdad, los hechos factuales, sino las expresiones de deseo. Esto es muy argentino desde hace mucho pero ahora funciona en el mundo con las falsas verdades de Trump", pues "la palabra ha perdido su fuerza". Silvina le pregunta qué pasa cuando la palabra "pierde su fuerza" y Luisa contesta que la persona que piensa queda relegada y puesta en una situación como pretenciosa. Ella cree que hay que recuperar el poder de la palabra, devolverle el reconocimiento del peso que tiene.
Se recordará que en estas columnas me he referido varias veces a esta palabra: posverdad, que propone pensar que hay un más allá de lo reconocido como verdad y que eso que está más allá y que no se define es lo que cuenta y lo que se inocula en la gente por los medios audiovisuales y por la red digital. A eso aludo en el comienzo de esta nota cuando digo que ese orbe digital, cada más absorbente desde temprano, en la infancia, sustituye la percepción del mundo humano según el trabajo crítico de la mente de cada individuo, cuando se presume que la escuela, si ha cumplido su cometido, ha tratado de orientar hacia el pensamiento crítico, o sea a pensar por sí mismo, para elaborar una posición sentida como propia y abierta a sugerencias y cambios.
En esta versión de la Feria llegarán autores de la mayoría de las lenguas y dos que han alcanzado la distinción del Nobel de Letras: el peruano de origen Mario Vargas Llosa, y el sudafricano J. M. Coetzee. La diversidad de procedencia de los autores es un dato que revela el papel y la importancia de estas ferias, porque ellas, con su creciente capacidad para atraer a los dispersos (dicho esto por su dispersión en el espacio terrestre), propone y logra en su medida que se advierta el grado de avance hacia la comunicación global, para andar el camino de retorno a la unidad de nuestra especie, largamente separada durante la ocupación del planeta.
La distingo de la otra globalización en desarrollo en el mundo, ésta como predominio de una forma económica que se ha apropiado de la red digital y de los grandes medios de comunicación, así como paralelamente ha concentrado la riqueza en minorías cada vez más reducidas y más opulentas. Las ferias del libro son instrumentos para la globalización de los libres e iguales según la aspiración nacida en la modernidad.
Atentamente:
Jotavé