Domingo 17 de marzo 2024

Zircaos Vuelta al Mundo. Capítulo 74: Whitehorse, Canadá.

Redacción 22/02/2019 - 22.16.hs

El estado de Yukón en Canadá fue uno de los lugares que más nos gustó, nos impactó y disfrutamos muchísimo. No solo por sus paisajes que son realmente preciosos sino de la sensación que da sentirse tan lejos, en un espacio tan solitario, bajo un cielo limpio, lleno de estrellas y un sol, que en la época en que llegamos, aun a la medianoche, seguía dando luz. Luego oscurece un rato y a las 3 de la mañana empieza a salir de nuevo.

 



La parte norte del continente americano nos sorprendió tanto que deseamos un día volver y seguir recorriéndola. A medida que fuimos subiendo el paisaje empezó a quedarse más desnudo de ciudades y de gente, las rutas solitarias no nos daban muchas alternativas, hay pocas así que elegimos una para ir subiendo y otra para bajar.

 



Los lugares donde parar para abastecernos de comida y gasoil cada vez más distantes uno del otro. Algunas veces tocaba algún pueblito y otras solo había un surtidor de combustible, donde nadie atiende, todo es con tarjeta de crédito.

 



Entre tanta desolación, encanto y animales que cruzamos en la ruta llegamos de tardecita, lloviendo, a la hermosa ciudad de Whitehorse (Caballo Blanco), capital del estado de Yukon. Contentos porque a las 9 cerraban los supermercados y teníamos tiempo de comprar algunas cosas ricas para la cena ya que veníamos con la despensita casi vacía.

 



Desde ahí nos fuimos hasta el Walmart, el paraíso para los viajeros en coche, porque muchos están abiertos 24 horas, te dejan acampar en el estacionamiento sin problema, también tienen baños limpios y bebederos con agua fresca. Y wifi gratis.

 



Llegamos y nos encontramos con otros trotamundos, de diferentes lugares y por supuesto también argentinos. Se pone buenísima la cosa cuando suceden estos encuentros inesperados. Amigos de Mendoza que conocimos en Panamá meses antes y miles de kilómetros atrás volvemos a cruzarlos acá arriba.

 



Whitehorse es un lugar donde paran todos los viajeros para abastecerse de comida, repuestos, gas, ruedas, o hacer algún trámite ya que es la última ciudad grande que tiene un poco de todo. Aparte de una biblioteca hermosa que la disfrutamos un montón!

 



La ciudad es pequeña, rodeada de tres montañas, tiene apenas 28.000 habitantes, ordenada y recibe muchísimos visitantes, sobretodo en el verano. A un lado cruza el Rio Yukon, ancho, rápido, que atraviesa dos estados de Canadá y desemboca en el Mar de Bering en Alaska. Por ahí circulaban en épocas pasadas los barcos de carga llevando mercadería a diferentes partes del norte porque no existían aun las rutas. Hoy como museo (gratuito) en un gran parque a orillas del rio se exhibe uno de los barcos que fue restaurado, el SS Klondike. Se puede ver cómo funcionaba un barco en aquellas épocas.

 



Whitehorse está ubicada en la carretera que va a Alaska. En invierno la ciudad es muy fría, la temperatura llega a los -50 grados. Y como dicen allá: “Hasta los -10 se siente frio, después ya es todo igual”

 



En los días siguientes anduvimos un poco por la ciudad, seguía lloviendo bastante, compramos comida, vaciamos las aguas de la casita y llenamos el tanque de combustible.

 



En ese lugar, de pura casualidad conocimos a Ricardo, un ingeniero de Buenos Aires que hace 45 años que vive en Whitehorse. Nos ponemos a conversar, a tomar unos mates y a charlar un poco de la vida. Él se siente feliz de vivir allí. “Acá todo funciona y la gente sigue confiando en el otro” dice. Y el frio? “El frio se soporta y cuando llega el verano disfruto cada vez más de lo que me rodea”.

 



Que bien que le hicieron a nuestros oídos escuchar español con ese tono del interior de nuestro país. Ricardo sigue hablando sin señal de perder la tonada ni vocabulario de su lengua.

 



Volvamos a la ciudad. Las calles de Whitehorse son anchas como las ciudades del resto del país y la infraestructura es simple, de casas bajas y de madera, con hermosas fachadas. Grandes mercados donde se encuentra lo que se necesita. La gente tiene una sonrisa y hay buena energía.

 



Las casas algunas hacen referencia a “la fiebre del oro”, con dibujos, diseños, momento en que se empezó a poblar toda la zona del norte, a finales del 1800 y esta ciudad servía de parada para las expediciones. Todos iban en búsqueda de oro, llegaban, fundaban pueblos, sacaban el oro y se movían hacia otros lugares. El lugar está envuelto por historias muy interesantes de aquellos pobladores.

 



Ahora para nosotros no es solo una ciudad en el mapa sin saber de qué se trata. Ahora Whitehorse es especial por los momentos que hemos pasado. Con la gente de ahí, el compartir con otros viajeros, el emprender desde ahí el camino hacia Alaska, la última parte hasta llegar a la tierra de los osos polares.

 



No se pierdan este capítulo! Les mostramos un lugar precioso y algunas de las personas que se cruzaron en el camino.

 



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