Domingo 24 de marzo 2024

Tierra de exilios

Redacción Avances 25/07/2021 - 12.30.hs

A 45 años del hecho de represión en Jacinto Arauz, los autores de este artículo comparten un viaje de paso por esa localidad y también por Macachín, dos pueblos pampeanos marcados por el exilio y el horror del fascismo.

 

Eduardo Chávez Molina y Gabriela Merlinsky *

 

En estos tiempos, un sueño se transforma en una obsesión de larga duración e intensidad: viajar. Si hay un horizonte carcomido por la incertidumbre de la pandemia, es verse prolongado en el tiempo, recorriendo el horizonte que te llama y los continuos recuerdos que se nos plantan sobre la espalda.
En el año 2011, uno de los autores emprendió un viaje familiar con destino a la cordillera de los Andes, desde Buenos Aires; 1.656 km, pasando por la pampa húmeda y el desierto patagónico norte, antes de llegar a los nevados picos de unas montañas monumentales, cercadas por lagos y bosques nativos de pehuenes, arrayanes y coihues, entre otros.
Entre medio, el llano, la producción ganadera visible donde se destacan Aberdeen Angus, Hereford y Shorthorn; la producción sojera, el “oro verde” argentino, patrimonio de las clases terratenientes y rentistas, que se dan el lujo de poseer propiedades casi como fueron señaladas y apropiadas en el período colonial, (la modernización de lo arcaico de Florestán Fernandes) todo ello al recorrer la ruta provincial 205 y luego internarse por la 18.

 

Gauchos vascos.
Nuestra idea era evitar las grandes ciudades, como Santa Rosa y General Pico, camino intermedio de nuestro destino, a 700 kilómetros del origen. Calor de enero intenso y nos quedaba como opción un pueblo llamado Macachín, sobre la ruta provincial número 1. Un hotel único en el pueblo de 5.500 personas aproximadamente, llamado Hotel Euzko Alkartasuna; una taberna y un txoto bar; y al caminar por las calles, una veterinaria Euskal Herria, una tienda de electrodomésticos Aguirrezabala. En la plaza, un Guernica plantado rodeado de placas y de banderas vascas y argentinas. En el hotel, una biblioteca de libros vascos: históricos, sociales, turísticos y políticos. ¿Qué era esto? Al estacionar el auto; una fotografía en el inicio del inmenso garaje del hotel, en homenaje al presidente argentino Ortiz, de 1940.

 


Y allí se develaba la intriga, un homenaje de los 3.000 vascos a aquel gobierno, a los cuales se les había otorgado salvoconductos por la embajada argentina en la España franquista de 1940; para evitar la muerte y el encierro. La pampa y el llano, se convertían en las esperanzas de libertad de aquellos combatientes republicanos. Habían emprendido un viaje, que no todos los perseguidos de la península podían realizar, ya que el gobierno sólo había incluido a los vascos en el derecho a asilo, solo con salvoconducto argentino, aunque la decisión de los salvoconductos también tenía una acotación de la solidaridad ante las políticas de exterminio llevadas a cabo por el franquismo, bajo la figura de los “represaliados”; en las palabras de José Aguirre; presidente del Comité Pro-Inmigración Vasca en Argentina: “El país y sus autoridades están en –el derecho– de seleccionar la inmigración que más conviene a sus intereses permanentes, la que mejor se adapta a nuestro medio y la que ha demostrado en la práctica y en el tiempo mayores aptitudes y capacidad para la explotación de nuestras riquezas… Hay hombres y razas que pueden, que serán buenos pero que étnicamente no nos convienen, como no nos convienen los inmigrantes que traen o pretenden traer al país ideologías que discrepan esencialmente con las nuestras, que son susceptibles de crear perturbaciones de distinta naturaleza en el cuerpo social. Serán muy respetables, pero no nos convencen ni nos convienen” (Noticias Gráficas, 30 de enero de 1940).

 


Macachín y sus alrededores, con los años, se ha transformado en un ensamble cultural muy particular, bajo la denominación de los gauchos vascos, especializados en la industria láctea del lugar, y se celebra allí, para cuando se pueda viajar, una de las principales fiestas del asado criollo.

 

El horror de J. Arauz.
Un poco más al sur, en Jacinto Arauz ya en el cruce de caminos con la Patagonia más austral, otra historia de exilios y de migraciones. Otra cara de la violencia represiva del Estado, la que muestra el peso brutal de los colaboracionismos civiles, en otro pequeño pueblo pampeano, una impronta que evoca la experiencia del fascismo español. El 14 de julio de 1976, un operativo militar “tomó posesión” de esta localidad, como si se tratara de tierra enemiga, en un episodio de la represión iniciada en todo el país. El foco de las acciones fue el instituto educativo de nivel secundario José Ingenieros, donde se desató una cacería para apresar a un puñado de docentes que fueron denunciados por los propios vecinos de la localidad por ser parte de un “centro de adoctrinamiento marxista”. El operativo culminó con el secuestro de una decena de personas, algunas de las cuales fueron trasladadas a Santa Rosa para ser alojadas en dependencias carcelarias de la ciudad.

 


Este año se estrenó el documental Fuerzas Vivas, en el que su director, Esteban Garelli cuenta estos acontecimientos que le fueron narrados por Guillermo Quartucci, un profesor del instituto que consiguió huir de esa redada en una travesía a campo abierto, un escape que lo llevó a Bahía Blanca primero, luego a Buenos Aires y, finalmente, en rápido salvoconducto a México. En las palabras de Guillermo y en los testimonios de otros profesores se expone esta historia de colaboracionismo civil-militar. Las “fuerzas vivas” son las personas influyentes de una comunidad, los portavoces, los que en ese episodio tuvieron complicidad en la represión o más bien, como dice el propio Garelli: participación y gestión civil. Para comprender las vibraciones de estos acontecimientos en el tiempo y lugar hay que agregar un poco de contexto sobre las condiciones en las que se desenvuelve la vida cotidiana en esas pequeñas localidades, donde la información sobre lo que realmente está sucediendo en el país circula muy poco, precisamente por la censura informativa.

 


Como señalan Deleuze y Guattari “cada fascismo se define por un microagujero negro, que vale por sí mismo y comunica con los otros antes de resonar en un gran agujero negro central generalizado”. Son estos episodios los que hacen vibrar la memoria, pero también son esenciales entender reverberaciones que son vitales en la experiencia del presente. La superposición de estas experiencias permite construir un relato de exilios e invisibilizaciones, en una tierra, la Pampa, que además fue el territorio de la “Conquista del Desierto”, la gran operación de exterminio de naciones indígenas llevada a cabo entre los años 1878 y 1884 para construir las condiciones para la acumulación originaria del modelo agroexportador argentino. Pero ese agujero negro ya sería motivo de otro artículo.

 


  • Investigadores del Instituto Gino Germani
' '

¿Querés recibir notificaciones de alertas?