Miércoles 27 de marzo 2024

La intimidad de la ausencia

Redaccion Avances 08/01/2023 - 06.00.hs

Las marginalias de Juan Carlos Bustriazo Ortiz a “Textos de sombra y últimos poemas”, de Alejandra Pizarnik. De las posibilidades de enunciar: leer para sí y apuntar para otro.

 

Aída Arias *

 

Las notas, aclaraciones o apuntes de quien lee en los márgenes del texto que aborda, por su carácter relativo a un determinado fragmento, están dispuestas junto, alrededor o en referencia a él. En tal sentido, las marginalias revisten una cualidad de orden formal que se define por su localidad, por su parcialidad y por ese carácter personal que parece asemejarlas a una modulación de sentido cifrado o, al menos, un tanto esquivo a esa lengua compartida con el resto de las y los hablantes.

 

De forma similar a los diarios personales, las marginalias o ‘anotaciones lectoras’ se presentan en el límite de aquellas palabras que parecen resistirse a quienes no las escribieron; aunque las lecturas colectivas y las bibliotecas compartidas representan un punto de fuga a la extendida práctica de leer en forma solitaria y silenciosa. Por ello, el gesto de leer para sí y apuntar para otras y otros se vuelve una posibilidad (y constituye una posición) enunciativa donde el ‘sujeto-lector’ se autofigura como tal y, al mismo tiempo, se configura para un tú, para un interlocutor que siente próximo. Entre otros tantos ejemplos de anotaciones en los blancos de página, se destacan las que el poeta Juan Carlos Bustriazo Ortiz (Argentina, 1929-2010) escribe en Textos de sombra y últimos poemas (1982)*, publicación póstuma de Alejandra Pizarnik (Argentina, 1937-1972), debido a la invariabilidad de un yo que registra sus impresiones lectoras.

 

Los once comentarios apuntados por Bustriazo Ortiz en el ejemplar de la denominada “Biblioteca Jaquez-Battistón-Bustriazo Ortiz” dan cuenta de un ‘sujeto-lector’ que interpela a un tú variable, pero siempre forjado en dos figuras femeninas y ausentes. Uno de esos ‘tú’ se referencia en Dora Battiston Martini (1944), escritora, amiga y en parte copropietaria del ejemplar. Cuando las marginalias están dirigidas a ella aparentan una charla inmutable y en presencia (“¿Te acordás, Dora?”, p. 68) ya que, por la por la sonoridad del voceo y la impronta del presente verbal, simulan el efecto de la conversación. Asimismo, la figura que constituye al otro ‘tú’ y que, en tanto destinataria, ocupa el centro de las interpelaciones se referencia en la poeta y autora del mencionado libro, es decir, en Pizarnik. De tal forma, Bustriazo Ortiz la delinea como su interlocutora principal y directa, aunque por su carácter lejano y ya inexistente la posibilidad de diálogo entre ambos reviste el carácter de lo imposible.

 

Intimidad de la ausencia.

 

Ya que ningún discurso existe por sí mismo, sin forma ni estructura que lo preceda, Bustriazo Ortiz recupera la antigua tradición de inscribir, con síntesis casi elípticas, los bordes de las páginas que lee. Tal como un estallido de sentido que busca ser contenido, se vale de construcciones sintácticas ínfimas (no más de cinco palabras) para volver manifiestas sus apreciaciones personales. En Textos de sombra y últimos poemas, sus reflexiones giran en torno a la figura y a la escritura de Pizarnik. Así, por ejemplo, las anotaciones a la obra teatral “La bucanera de Pernambuco o Hilda la polígrafa” (1970-1971) representa una muestra en conjunto de la brevedad como ejercicio, como rasgo que caracteriza la totalidad de las marginales inscriptas en la totalidad del ejemplar: “Qué loca, qué hermosa es!” (p. 100); “Jáááá! Turritamía!” (p. 102); “Qué locura, Alejandra! Contra todas las convenciones hipócritas!” (p. 112).

 

Sin embargo, y como punto de fuga a la intensidad y la sorpresa que la trama de la obra le genera, en el final del espacio textual el ‘sujeto-lector’ abandona el mismo acto que lo constituye como tal al dejar de leer: “Ya no me río, Ale. me voy a dormir…” (p. 132).

 

El ‘yo-lector’, con un suspenso que se extiende en cuatro puntos, prefiere irse ante el “derrumbe lingüístico” (Negroni, 2017, p. 117) y “el descalabro de la sintaxis cultural” (Dalmaroni, 2004, p. 123) que caracterizan la poética pizarnikiana; ante una escritura que trastoca las bases del orden literario, se reafirma en la incompletitud del lenguaje y celebra el fracaso de la significación. Como la escritura de Pizarnik, las cinco marginalias de Bustriazo Ortiz a “La bucanera de Pernambuco” se mueven entre el aquelarre de las exclamaciones y el silencio que imponen los puntos de cierre. La fiesta y el lamento se entrecruzan para dar lugar a un cataclismo lingüístico y moral que anula a ese ‘yo-lector’.

 

En suma, los detalles textuales inscriptos por Bustriazo Ortiz en el ejemplar de Textos de sombra y últimos poemas, cuya pertenencia es compartida, permiten delinear la configuración de un yo que lee para sí y apunta notas para un tú de ausencia: el yo habla en su escritura con una lengua que aparenta, que simula una charla íntima y en presencia. Una charla que, con Dora Battiston, supone la posibilidad de un encuentro y la promesa de un diálogo, pero, con Alejandra Pizarnik, no constituye más que la certeza de un monólogo.

 

 

Corpus

 

- Pizarnik, A. (1982). Textos de sombra y últimos poemas. Argentina: Editorial Sudamericana, 1985.

 

 

Referencias bibliográficas

 

Monteleone, J. (2003). Introducción. En Puentes/ Pontes. Poesía argentina y brasileña contemporánea, pp. 9-21. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

 

 

*El ejemplar pertenece a la Profesora en Letras Dora Battiston, a quien agradezco por su generosidad y predisposición para la consulta del material.

 

 

Negroni, M. (2017). El testigo lúcido. La obra de sombra de Alejandra Pizarnik. Buenos Aires: Editorial Entropía.

 

 

* Licenciada en Letras – UNLPam

 

' '

¿Querés recibir notificaciones de alertas?