«Sakura Sushi» elabora y vende una amplia carta gastronómica
En «Sakura Sushi» se ofrece una amplísima carta gastronómica basada en los productos de mar y que cada vez tiene más éxito. El emprendimiento de Agustina Iglesia Ligaluppi se afianzó como referente en el rubro.
«Desde que empezó la cuarentena no paramos, estamos a full», dice Agustina y en solo una frase derriba varios de los mitos populares que encasillan a La Pampa solo como tierra de gauchos, llanura y, sobre todo, carne de vaca asada y servida en una bandeja repleta de costillas, vacío, achuras y chorizos. Pero en realidad un servicio que «no para» de recibir llamados diarios es el de ‘Sakura’, un lugar que elabora y vende una amplísima carta de oferta gastronómica basada en el pescado. En el sushi.
«Está claro que es un producto caro, eso no se puede negar, por eso mi idea siempre fue tener precios que sean lo más moderados posible. Apunto a la clase media, a quien quiere darse un gusto y puede pensar en comer otra cosa, algo distinto, por eso trabajo con Mercado Pago y acá podés pagar con tarjeta de crédito en cuotas. Creo que hoy el sushi se popularizó mucho más y la gente trata de comer platos diferentes, de buscar alternativas y está bueno que en Santa Rosa y en la provincia haya muchas y buenas posibilidades a la hora de sentarse en la mesa», describe Agustína Iglesia Ligaluppi, una santarroseña de 29 años que edificó en «Sakura Sushi» una pyme con identidad propia y en pleno crecimiento de una oferta gastronómica cada vez más demandada.
«Estudié cocina, soy chef y durante un tiempo trabajé en el restaurante Blue Sushi. Era la encargada de cocina, pero luego surgió la posibilidad de entrar a trabajar en Osecac, la obra social y renuncié. Después, por necesidad económica, busqué una alternativa para generar ingresos y así fue que nació Sakura, en 2016, en ese inicio hacía todo en mi casa», recordó Agustina.
El germen del emprendimiento está directamente relacionado con la fuerza de voluntad de la hoy joven empresaria que, a partir del temprano fallecimiento de su madre, supo que debía hacerse cargo de su hermana menor.
«Mi hermana Sofía tenía 11 años cuando mi mamá murió y yo, que tenía 16 años, sentí que quedaba a cargo. Ella a los 21 decidió que quería ir a estudiar docencia en Educación Especial a Trenque Lauquen y mi papá no podía hacerse cargo, así que empecé con el sushi. Me acuerdo que le hice yo la mudanza con el auto y por suerte me empezó a ir bien con Sakura porque necesitaba los ingresos para poder bancar a mi hermana», contó Agustina, con una mezcla de tranquilidad y satisfacción por haber hecho lo que sentía correcto.
«La verdad que llegó un momento en que era tanta la demanda que ya no daba para trabajar desde casa, quería expandirme. Pedí tres créditos: uno de Promoción Productiva al Ministerio de Desarrollo Territorial de la provincia, otro a Nación y otra parte que me faltaba me la dio mi papá. Quedé con deudas hasta las cejas pero en noviembre pasado pude abrir este local», dice Agustina cómodamente sentada en una silla del coqueto negocio ubicado en un punto neurálgico de la ciudad, en la avenida Luro, frente a Casa de Gobierno y a solo unos pasos de la rotonda de ese mismo Centro Cívico.
Desde cero
Sakura, que es el cerezo en flor y uno de los símbolos más representativos de la cultura japonesa, ofrece una amplia gama de entradas, woks, tablas, combos calientes, hamburguesas (salmón rebozado en panko, palta, queso Philadelphia, verdeo; o la otra opción hecha con queso Cheddar, langostinos rebozados en panko, salmón ahumado y guacamole) además, claro, de las enormes posibilidades de los rolls de sushi en todas sus variantes y sabores.
«Yo siempre venía a tomar helados a Roberts y miraba este local que está al lado y que estaba cerrado. Me gustaba así que surgió la posibilidad y pude concretarlo. Hice todo desde cero: desde la conexión de gas hasta la instalación eléctrica, el agua, las cuentas con Rentas, todo. Mi hermano me hizo las sillas, las banquetas. Mi papá, mi hijo Valentino, mis amigos, la gente de Osecac, todos me dieron una mano fantástica. Todo se hizo absolutamente a pulmón y por supuesto mis clientes incondicionales que siempre me hacen sentir que voy por el buen camino», resalta Agustina en medio de una situación que impide la presencia física en formato restaurante y obliga al delivery.
«El único día que no abrimos es el lunes. Estábamos trabajando muy bien pero desde que se desató la pandemia estamos a tope, es como que hay un boom y Sakura está muy valorado, al menos eso me hacen saber. Lo más demandado es el combo clásico, el salmón, atún, langostinos, kanikama. Esas son las cosas más pedidas pero igual hay una apertura de la gente a probar cosas nuevas, a innovar. Y eso a nosotros nos gusta mucho».
Amplia carta
En «Sakura» trabajan seis personas más un cadete fijo que, en estos tiempos de aislamiento social, cuenta con la presencia de otros dos para los días de mayor demanda.
«Los lunes compro todo en Buenos Aires y el martes ya llega. Lo bueno es que el cliente puede elegir rabas o cosas más tradicionales. También tenemos postres. Hoy el sushi está cada vez más difundido y nos han pasado cosas medio raras: hace poco nos llamó un hombre desde Chile y nos hizo un encargue para su hija de siete años que vive acá y que come sushi desde los dos. En diciembre vino un chico que es de Buenos Aires pero vive en Costa Rica y estuvo una semana en Santa Rosa por trabajo. Comió todos los días en Sakura y le mandaba fotos del menú a la mujer porque no podía creer todo lo que tenemos. También estuvieron unos ingleses que venían casi todos los días», valoró Agustina.
El promedio que se calcula para una persona a la hora de comer sushi es de 12 a 15 piezas. «Aunque están los que se comen 35, eso puede variar», advierte Agustina mientras prepara las listas con pedidos que se acumulan y la cocina funciona a pleno. Las opciones para vegetarianos, los ahumados, los rolls, dibujan cenas en las que los cubiertos no son imprescindibles. Solo hay que manejar dos palitos para dejarse llevar por un sabor diferente, por una propuesta que llega desde afuera pero que en Sakura tiene su propia identidad.
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