Miércoles 24 de abril 2024

A 30 años de un asalto resonante

Redacción 26/10/2022 - 10.13.hs

"Por el monto robado, para Jacinto Arauz seguro que fue el asalto más resonante. Era la época del 1 a 1 (Convertibilidad) y se robaron unos 100 mil dólares, que trasladados a la actualidad resultan una buena suma de dinero", recordó Ricardo Rivoir, empleado de la sucursal local en aquel entonces, y hoy jubilado.

 

Después de muchos años de hermetismo, LA ARENA logró tener testimonio de lo ocurrido dentro de la entidad bancaria ubicada sobre la avenida San Martín, durante un atraco realizado por 4 ó 5 delincuentes, que nunca fueron atrapados ni identificados. "En ese momento era Banco Coopesur, luego se convirtió en una sucursal del Banco Credicoop que actualmente continúa en actividad. En aquel momento éramos ocho personas trabajando allí", añadió.

 

"Primer encañonado".

 

Consultado sobre su primera sensación, Rivoir respondió: "cuando trabajás en un lugar así, siempre tenés la desconfianza de que puede ocurrir un robo. Fue una época con unos cuantos robos de bancos, pero lo que menos imaginaba era que iba a ocurrir en Jacinto Arauz. Ese día me tocó trabajar en la caja por casualidad, ya que el cajero titular había viajado por atención de un familiar: me tocó ser el primero que encañonaron".

 

En ese tiempo, el personal ingresaba por una puerta lateral. "Ni bien abrimos entraron caminando dos personas y después otros dos. Evidentemente había otro esperando en el exterior del banco porque apenas entraron nos apuntaron, pidieron la llave del auto del gerente y la tiraron hacia fuera. Ese cómplice hizo arrancar el vehículo y los esperó hasta que huyeron".

 

Era temprano por la mañana, cuando los comercios comenzaban a abrir y empleados de distintos comercios se cruzaban con vecinos que salían para desarrollar sus actividades habituales. Mientras esperaban fuera del banco, los delincuentes saludaron a cuanto pasaba como algo normal y hasta preguntaron a empleados de una tienda ubicada enfrente a qué hora abría. "Pobres, después tuvieron que ir todos a Guatraché, a declarar ante la justicia", recordó Rivoir.

 

- ¿Cómo fue ese momento, al descubrir que era un asalto?

 

No fue un momento muy lindo. Uno me encañonó, otro se llevó al policía de guardia hasta la oficina de la gerencia, le sacó la pistola y lo hizo acostar en el piso. Otro quedó apuntando en general y un cuarto se llevó al gerente para hacerle abrir el tesoro. Había alarmas en ese momento, pero era una alarma alámbrica que iba hasta la vomisaría, y cuando los pájaros se paraban en el cable la hacían sonar. Cada tanto sonaba aunque no pasara nada y la policía llamaba consultando si había algún problema. Yo ni me acordé de la alarma, otros sí se acordaron pero no hicieron nada. Fue lo mejor, porque podría haber pasado cualquier cosa si venía la policía. Uno solo piensa en que no lo lastimen. Si todo va normal, en 20 días el banco recupera el dinero a través del seguro.

 

- ¿Les llamó la atención cómo estaban vestidos?

 

- Vestían como paisanos. Uno tenía una gorra con visera, bombachas de campo, alpargatas y un echarpe que le tapaba la boca. A tal punto que cuando entraron los confundimos con unos abuelitos que venían casi siempre ni bien abríamos a realizar algunas transacciones. Pero enseguida nos dimos cuenta que no eran ellos.

 

- ¿Cómo llegaron?

 

Al banco llegaron caminando. Tal vez había algún auto esperando en algún lado, porque al auto del gerente lo dejaron atrás del club Natura, en la calle que sale para General San Martínm costeando la vía. Evidentemente conocían el lugar. Deben haber escapado por la ruta nacional 35, porque los otros caminos estaban anegados por las lluvias recientes. Nunca se supo más nada. Actuaban de manera muy profesional y no se llevaron nada más que dinero. El banco estaba lleno de tarjetas, pero no las tocaron. También se llevaron la plata que estaba sellada, destinada a descarte.

 

"Así está el país".

 

Para el final, Rivoir dejó un dato anecdótico, que hoy resulta hilarante pero entonces fue dramático. "En un momento entró una mujer que venía a pagar un plan de cuotas. En esa época había esos planes de Persa o Pico Fútbol Club, y llegó para abonar eso. El ladrón que me tenía encañonado y me había sacado de la caja para que su compañero juntara la plata, que iba metiendo en una bolsa de cereal, me pidió que la atendiera. Así que le cobré, sellé todo y del susto que tenía le devolví todos los papeles, por lo cual después tuve una diferencia en el cierre de caja. Cuando la señora quiso retirarse, uno de los delincuentes le dijo: "abuelita, va a tener que quedarse un rato porque estamos asaltando el banco". No me olvido más la respuesta de esa mujer: "así está la Argentina" le contestó. Y yo pensé que se la daban".

 

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