Jueves 18 de abril 2024

Confieso que he vivido

Redacción 17/04/2022 - 10.00.hs

Tiene una gran vocación por la historia regional, y publicó nada menos que siete libros sobre todo tratando de rescatar la vida de su pueblo. Una de esas personas imprescindibles en cualquier sociedad.

 

MARIO VEGA

 

En estos tiempos donde la vorágine de la época se devora los recuerdos, cuando pareciera no haber espacios para detenerse a pensar en lo que ya pasó, en lo sucedido, se podría decir que hay muchas personas que le otorgan escasa, o ninguna, trascendencia al pasado. Y puedo advertirlo claramente en el ejercicio de mi oficio, donde sobresale un periodismo al que sólo le interesa mostrar lo inmediato, lo que se presume urgente, y que si puede contener además una buena dosis de snobismo tanto mejor.

 

Algunos ejercen el actualismo, eso sí... porque para ellos es como si todo comenzara ahora mismo y nada de lo que pasó importara demasiado.

 

Conocer el pasado.

 

Estoy casi convencido -y no voy a decir que están desacertados (tal vez el equivocado sea yo)- que hay jóvenes colegas que descreen del álbum sentimental de nuestras nostalgias; que están convencidos que no merece la pena estudiar el pasado... aunque hayan escuchado mil veces que es necesario saber lo sucedido para entender el presente y construir lo que vendrá.

 

Es el conocimiento de los sucesos de la historia los que nos permitirían entender los cambios de la sociedad -en cualquier ámbito de que se trate-, y avanzar con más saberes hacia un futuro con menos errores. Aunque -humanos al fin- los sigamos cometiendo... en todos los ámbitos.

 

Historiadores regionales.

 

No obstante quedan los que se afanan en rescatar hechos y personajes de antaño... narradores, escritores, poetas, músicos, archiveros, cronistas... al cabo tal vez sin proponérselo historiadores, que ayudan a conservar lo que otros niegan -o no les interesa en lo más mínimo-, que tiene que ver con la vida de los pueblos, de sus tradiciones, de su gente.

 

Por eso vale considerar a José Carlos Depetris, Walter Cazenave, Gladys Pellizari (25 de Mayo), "El Gaucho" Rubén Gómez Luna, Juan Martín (de la zona norte), Julio Solimano (General Acha), el toayense Pedro Vigne y algunos otros. Todos debieran ser valorados como verdaderos historiadores regionales.

 

Un todo terreno.

 

En Realicó hay un señor que ha hecho y mucho. Un todo terreno que -por suerte- ha ido dejando testimonio de su profusa producción allí por donde haya pasado... Porque no caben dudas que Carlos Rodrigo, que de él se trata, es de esos hombres que dejan huella, por hacedores, por comprometidos con la sociedad que los rodea.

 

Es historiador, poeta, "afiliado" al Club del Lunfardo que integra con otros "locos" como él, periodista, tanguero, ex futbolista...

 

¿Qué es lo que no hizo Carlos Rodrigo? Si hasta se dio el gusto de ser intendente de Realicó, un honor para cualquier persona que pueda llegar a conducir los destinos de su pueblo.

 

Niñez y adolescencia.

 

Nacido en Maissonave el 11 de noviembre de 1938 vive en Realicó desde el 2 de junio de 1947. "Tenía 8 años, y fue cuando a mi padre que era policía lo trasladaron, Hice la primaria, porque en esa época no había secundario, aquí mismo, en Realicó... Luego cursé en una escuela privada Dactilografía y Secretariado Comercial y logré mi título a los 14 años", rememora Carlos.

 

Reconoce una niñez "muy feliz... tiempos de pantalones cortos y alpargatas, cómo todos los pibes de esa época; los 'picados' futboleros en los recreos, con pelota de trapo... y de goma en el potrero; al menos hasta que pudimos comprar la tan ansiada de cuero".

 

La lectura y el fútbol.

 

Ya entonces era asiduo concurrente a la Biblioteca Popular para leer revistas de la época: Billiken, El Gráfico, Mundo Infantil y otras; y también tenía asistencia al cine con asiduidad.

 

Sonríe nostalgioso al volver a aquella "adolescencia que fue de una juventud sana; los campeonatos de fútbol Evita; y después de los 18 algo de billar en los viejos bares del pueblo. La lectura de añoradas historietas Misterix, Rayo Rojo, El Tony; después las de Oesterheld y Pratt. Y por supuesto trabajos varios, hasta que apenas con la mayoría de edad entré a trabajar en tareas administrativas en Molinos Werner", precisa.

 

Carlos, el arquero.

 

Señala que "no era de salir mucho... algún baile; mucho cine como todos, en una época en que la TV la veían sólo los porteños, y nada de 'faso' porque me cuidaba para jugar al fútbol. Pero eso sí el café y las charlas largas con los amigos".

 

No deben ser muchos lo que a esta altura relacionen a Carlos Rodrigo con el fútbol, pero no caben dudas que hubo un momento en que fue importante en su vida. "Sí, jugué y lo disfruté mucho. En Ferro de Realicó donde tuve de compañero de equipo a un gran jugador y mejor amigo, Ángel Ceferino Baraybar", recuerda a quien fue juez de paz durante varios períodos en Santa Rosa.

 

Hizo el servicio militar en Comodoro Rivadavia, donde jugó "en la primera de Tiro Federal, de Kilómetro 3 de esa ciudad. Recuerdo que había un 'colimba' pampeano, creo que era de General Campos, de apellido Rodríguez, que jugaba muy bien y que se quedó a vivir en Comodoro".

 

El alejamiento de Molinos Werner.

 

En 1973 era empleado administrativo de la empresa Molinos Werner, de Realicó. "Por esos días Werner se había presentado a convocatoria de acreedores y algunos compañeros de oficina se estaban yendo porque veíamos un futuro muy negro...", cuenta.

 

Iba a ser el comienzo de su acercamiento a la política. "José 'Pepe' Ordoñez, como candidato del Frejuli había ganado recientemente las elecciones para intendente municipal y tenía que asumir el 25 de mayo de ese año. Inesperadamente para mí me ofreció el cargo de secretario tesorero. Por supuesto lo consulté con mi señora... y con la almohada; y después viajé a Buenos Aires para hacer un arreglo con los Werner, como ya lo habían hecho otros compañeros de oficina, y renuncié. Así fue que terminé aceptando, el ofrecimiento de Ordóñez", repasa.

 

El golpe y la vuelta a la democracia.

 

Sobrevendría después el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 que interrumpió la democracia, y truncó obviamente la gestión de Ordóñez. Pero tras los años oscuros el mismo "Pepe" Ordoñez volvió a ganar la intendencia y posteriormente resultó reelecto; "así que continué acompañándolo como secretario tesorero", dice Carlos.

 

Con posterioridad, "al no querer continuar Ordóñez, negándose a ser candidato me sugirió que me presentara yo: así lo hice, y al ganar las elecciones en 1991 fui intendente hasta 1995", señala.

 

Otras actividades.

 

Después de su paso por el municipio realiquense Carlos Rodrigo regresó nuevamente a la actividad privada: "Un poco de todo: hacía gestoría de automotores, venta de pasajes de turismo, seguros y tenía la corresponsalía y la parte comercial de LV 22 Radio Huinca Renancó. Además colaboraba con Gustavo Montiel en la parte periodística de La Arena y, también escribía notas para Caldenia", puntualiza.

 

Años más tarde, en 1997, el entonces gobernador Rubén Marín le ofreció un cargo en el Directorio del IPAV "que acepté y donde me desempeñé durante dos años".

 

Pero no sería todo, porque cuando asumió Carlos Verna en la gobernación lo llamó para integrar el Directorio del Instituto de Seguridad Social. "Bueno... lo acompañé al ingeniero; y cuando asumió 'Ningo' Jorge me confirmó, con lo cual seguí en ese cargo que fue hasta el final de su mandato, que coincidió con mi jubilación", completa.

 

Las letras y el periodismo.

 

Le pregunto cuando nace el Carlos Rodrigo escritor e historiador, y cuenta con gusto: "Comencé a publicar a los 17 años en el suplemento Rincón Literario del diario La Reforma de General Pico... poesías y algún cuento corto. Más tarde lo hice en numerosas publicaciones para volcar mi vocación hacia la historia local y regional. Me empecé a interesar por material de nuestra zona, y actualmente llevo publicados siete libros; la mayoría de ellos tratando de recuperar la historia realiquense que, hasta no hace muchos años, estaba casi olvidada", casi reprocha.

 

Movimiento de Historiadores.

 

Rodrigo ha sido corresponsal de Zona Norte y Primera Hora de General Pico; también del diario La Capital de Santa Rosa; y activo hombre de radio. Sus trabajos literarios fueron conocidos en diversas publicaciones; y fue en 1971 que editó su primer libro de poesías y cuentos titulado 'Flores marchitas', y muchos de sus poemas han integrado distintas antologías provinciales.

 

Un dato no menor es que fue precursor del Movimiento de Historiadores de los Pueblos del Norte de La Pampa, movida que por allí -por qué no- podría ser emulada en esta parte de la provincia.

 

Aporte al cancionero pampeano.

 

Y sigue: "No sé si lo podría llamar un sueño, pero el hecho de haber podido aportar varios temas al cancionero pampeano, especialmente al Cancionero de los Ríos, que fueron musicalizados y cantados por artistas de nuestra provincia como Cacho Arenas; el Trío Voces y Délfor Sombra entre otros me hace sentir como que he cumplido una deuda con el rescate de la poesía y la música de La Pampa. Tengo especial satisfacción con la lucha por 'El regreso del río' que es el título de la zamba que compusimos precisamente con Rubén Evangelista".

 

Realicó y La Pampa.

 

Rodrigo tiene un gran amor por Realicó. "Es un pueblo, y para muchos una ciudad -parece jactarse un poquito- que está destinada a seguir creciendo... como todos los pueblos de La Pampa tiene la infraestructura básica como agua corriente potable, luz, gas, pavimento en muchas cuadras... un muy buen sistema de salud a través de nuestro hospital y dos clínicas. Y además tenemos el Banco Nación y el Banco de La Pampa. Está muy lindo Realicó", agrega por si hiciera falta.

 

Se extiende más y dice que "nuestra provincia tiene un potencial enorme y últimamente observo una interesante diversificación con el desarrollo de Casa de Piedra y otros interesantes emprendimientos", resume.

 

Lo que viene.

 

Se detiene por un momento a reflexionar sobre lo que sucede en el país: "Pese a la pandemia y los factores económicos que estamos atravesando se está creciendo en industrias, producción agropecuaria y obra pública... Sólo falta que los políticos piensen un poco más como argentinos y no tanto con fines meramente electorales", pide. ¿Una utopía? Ojalá que no...

 

Pero no es hombre de quedarse quieto Carlos, y cree que todavía quedan cosas por concretar... "al menos desde donde yo pueda ser útil al progreso realiquense, especialmente en lo atinente a la parte cultural y el rescate histórico ahí me van a encontrar", promete. "Lo que puedo agregar es que soy un habitante de este pueblo agradecido de la vida por todo lo que me ha brindado, especialmente una hermosa familia y tantos y tan buenos amigos...", reseña.

 

"Me gusta la gente".

 

Ha expresado Mario Benedetti (nada menos). "Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace. La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad..." (...). "Me gusta la gente que es justa con su gente y consigo misma, la gente que agradece el nuevo día, las cosas buenas que existen en su vida, que vive cada hora con buen ánimo dando lo mejor de sí, agradecido de estar vivo, de poder regalar sonrisas, de ofrecer sus manos y ayudar generosamente sin esperar nada a cambio". Sí, Carlos... tal vez dirías sobre esas frases -modestamente- que cualquier parecido con tu realidad es pura coincidencia.

 

Pero debieras estar satisfecho... Has recorrido un largo y hermoso camino, y seguro aún te quedan cosas para hacer... Porque gente como vos siempre encuentra un motivo para ir por más. Y que bueno que así sea. Claro que sí...

 

"Mi paso por Molinos Werner".

 

Realicó, nació porque en el campo de su fundador, don Tomás Leopoldo Mullally, allá a comienzos del siglo pasado, se iba a producir, inexorablemente, el cruce del Ferrocarril del Oeste (Once-Villa Jardón, hoy Rancul) y el Pacífico (Bahía Blanca - Huinca Renancó).

 

En 1911, se inauguró el Taller de Reparaciones y depósito de locomotoras, lo que elevó la cantidad de operarios realiquenses a casi un centenar. Una cantidad que, en temporada de verano y con el intenso tráfico que originaban los trenes fruteros de Mendoza a Buenos Aires, se incrementaba superando largamente esa cantidad.

 

Ya no hay desde hace décadas trenes de pasajeros y solamente sobrevive el de cargas con Ferroexpreso, que trabaja bastante bien con el transporte de cereal a puerto y también a la aceitera de General Villegas.

 

Está muy claro que Realicó y la zona sufrieron el fuerte impacto de las medidas tomadas por el menemismo con respecto a los trenes.

 

Pero además el pueblo sufrió otro golpe importante con el cierre de Molinos Werner.

 

Aquí supo trabajar Carlos Rodrigo, que "durante 16 años" compartiendo tareas "con casi veinte compañeros que integrábamos el equipo administrativo, y casi cien que trabajaban en la planta harinera".

 

Repasa que tuvo "muy buenos compañeros, no sólo de oficina; también de la vida... vivimos inolvidables momentos futboleros representando a la recordada 'Harina Toay', y aquellos irrepetibles encuentros de tanto en tanto con los muchachos de Werner de Santa Rosa... de esos muchachos recuerdo a 'Tono' Orueta, 'Pichón' Maurino, Julio Ernst, Galmes, Gebruers, Ganora, Corsi y Mario Chaves", los menciona.

 

Y sigue contando: "A fines de la década del '50 Realicó no tenía colegio secundario y sólo contaba con la 'Escuela Sánchez', donde se cursaban estudios comerciales y aprendíamos Contabilidad, Taquigrafía, Dactilografía y Secretariado Comercial, y eso me sirvió para trabajar en Werner. Ahí se imponía la disciplina y el orden de don Emilio Werner, y a semejanza suya la de los dos gerentes: Armando Battaglia y Juan Banchini, realiquenses, lo que nos formó para el trabajo y para la vida. Siempre seré un agradecido de haber sido parte de aquel equipo administrativo de Molinos Werner", reseña hoy.

 

Ciudadano destacado.

 

Vaya si puede sentirse satisfecho Carlos Rodrigo. Por todo lo que ha hecho, que es mucho, y también porque resultó reconocido como corresponde. Y, hay que saberlo, esto no siempre ocurre.

 

Como quedó dicho tiene siete libros publicados, tuvo actividad política, laboral, deportiva y social en Realicó, y por su proficua e incansable labor ha sido distinguido por su aporte a la cultura pampeana en 2003 con el Premio Testimonio, que otorga la Subsecretaría de Cultura y Educación de nuestra provincia. Pero también en 2011 el Concejo Deliberante de su pueblo le otorgó la distinción de "Ciudadano Destacado Realiquense".

 

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