Miércoles 27 de marzo 2024

El verano llegó con una máxima de 30º

Redacción 22/12/2021 - 07.40.hs

Este año, el comienzo de estación marcado en el almanaque coincidió también con el sosticio de verano, momento que ocurrió exactamente ayer martes a las 12:59 horas, cuando el sol alcanzó su cenit. Además, luego de dos semanas con lluvias y temperaturas para nada veraniegas, el inicio de la temporada estival coincidió con un elevado registro de 30,5º, a las 17,30 horas.

 

El primer día del verano mantuvo altas temperaturas desde las primeras horas del día. Según el termómetro que el Servicio Meteorológico Nacional tiene en el Aeropuerto de Santa Rosa, a las 7 de la mañana se registraban 19,3º; a las 8, 20,5º, y a las 9, 21,4º. Las marcas siguieron subiendo, hora tras hora, 23,2º, 25,4º, 27,5º, 28,5º, 28,8º, 29,8º, 29,2º, 29,6º y 30,2º. Luego de la máxima, comenzó a bajar lentamente: 29,8º, 27,6º y 26º a las 21 horas. En los próximos días, las temperaturas oscilarán entre los 29 y 34 grados de máxima.

 

¿Fin del año?

 

Los solsticios son provocados por la inclinación del eje de la Tierra sobre el plano de su órbita, e indican el momento en que el sol alcanza su mayor (y menor) declinación en relación al ecuador, en ambos hemisferios. Geográficamente, representan el momento en que nuestra estrella alcanza su máxima latitud norte (+23º 26') o sur (-23º 26') y ocurren dos veces al año, en junio y diciembre.

 

En junio, el solsticio marca el inicio del verano en el hemisferio norte y del invierno en el sur, y en diciembre ocurre al revés. Por eso, ayer fue el día más largo del año en nuestro hemisferio, una condición que varía según la ubicación, porque el fenómeno pasa casi inadvertido sobre la línea del ecuador.

 

En cambio, el solsticio de diciembre marca la noche más larga en el hemisferio norte, determinando el inicio del invierno y, por ende, del año, ya que cada ciclo anual de la vida terrestre comienza con la estación fría.

 

La fiesta más antigua.

 

Los registros arqueológicos muestran que la humanidad ya celebraba estas fechas en la Edad de Piedra. De todos modos, por contar con un calendario unificado, en la actualidad el inicio del ciclo solo coincide con su fecha real en el hemisferio norte, donde el año, efectivamente, comienza con el invierno.

 

En Occidente, la Iglesia Católica transformó el comienzo de año en la "Natividad de Jesús" durante el Siglo IV, cuando el emperador Constantino adoptó el cristianismo como única religión del Imperio Romano. Estas fiestas ancestrales que ocupaban tres días, hasta el 25 de diciembre, fueron reemplazadas entonces por una conmemoración religiosa, porque todo lo que no aludiera a Dios, se consideraba pagano.

 

Así, al festejar cada Navidad, no hacemos otra cosa que reiterar aquella milenaria celebración: el inicio del año en el hemisferio norte. De hecho, hasta la llegada de los conquistadores, todos los pueblos americanos lo celebraban cuando realmente correspondía, es decir el 23 ó 24 de junio.

 

En 1582, el Papa Gregorio XIII promulgó el calendario que rige hoy (gregoriano) sustituyendo el Juliano instaurado por Julio César en el año 45, que no resultaba otro que el antiguo calendario egipcio de 365,25 días. Gregorio aprovechó para fijar cambios de estación cada tres meses, en los días 21 (casi nunca coinciden con solsticios y equinoccios), y distanciar el Fin de Año de la Navidad, fijando una separación definitiva entre la más antigua celebración humana y esta fiesta religiosa.

 

La verdad, lector, es que los sureños de la tierra deberíamos celebrar el comienzo de año cada 23 de junio. Y otra: nadie sabe a ciencia cierta cuándo nació Jesús. Un indicio evidente es que su Inmaculada Concepción se conmemora cada 8 de diciembre, marcando una gestación superior al año. Pero el período de gestación humana, ya se sabe, dura solo nueve meses.

 

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