La Pampa, ¿laboratorio del intento destituyente?
I - La crisis que enfrenta el justicialismo pampeano, dividido en torno a la adhesión o no al "proyecto nacional", hizo eclosión en la semana. Esta vez todo comenzó con el intento vernista de voltear la conducción del Banco de La Pampa rechazando los pliegos de la presidenta de la entidad y de los directores propuestos por el gobernador. Como una mojada de oreja, los legisladores de la línea Plural, no se cuidaron en dejar al descubierto su juego al adelantar que, si bien no aprobarían la designación de Gallucio y Arias, sí lo harían con el pliego del único director que responde a la línea del senador Carlos Verna. Todo el camuflaje armado para justificar el rechazo de la presidenta del BLP racionalmente por una lejana cuestión impositiva cayó así, y más cuando la propia presidenta les recordó que esa causa no la involucra, que el BCRA no objeta su nombramiento y que la propia Cámara le había aprobado sus pliegos años atrás sin hacer mención a esa cuestión.
II - Para evitar la crisis que sobrevendría con ese rechazo el gobernador pidió retirar los pliegos pero la Legislatura se los negó. No le quedaron dudas entonces al gobernador que el vernismo "va por todo" y salió a denunciarlo públicamente. Hacía mucho que no se escuchaban palabras tan dramáticas de un mandatario pampeano. Acusó a Carlos Verna de buscar voltearlo para que asuma la vicegobernadora o llamar a nuevas elecciones (donde el apuntado como golpista sería el candidato). No descartó que, tal como se ocupan de desparramar las "usinas de rumores" del vernismo, otra posibilidad sería la de ser destituido sometiéndolo a un juicio político y la formación de un partido propio del vernismo antes de diciembre.
III - La Pampa ya vivió una pelea de una magnitud similar en los '70 cuando también desde General Pico se intentó voltear a un gobernador santarroseño. En aquéllos años, más que las disputas domésticas, lo que se jugaba era la adhesión a facciones enfrentadas dentro del justicialismo nacional. Hoy el vernismo le objeta, más que nada, al gobernador su adhesión a la presidenta Cristina Fernández. Lo hace en nombre de un peronismo que no concuerda con el "proyecto nacional y popular" sino con ese rejunte de voluntades que orbitan en torno a una alianza variopinta donde la figura del ex presidente Eduardo Duhalde talla fuerte. En los '70, la embestida piquense (que encabezó el entonces vicegobernador Rubén Marín contra Aquiles Regazzoli) fue también un movimiento nacional encarnado por la burocracia sindical contra la rama política. Ambas corrientes coexistían ayer y hoy. Ayer con un acuerdo que le dio a la rama sindical la vicegobernación y, por tanto, el manejo de la Cámara de Diputados. Hoy con una supremacía de legisladores vernistas que conforman una oposición al gobernador que ha entrado en una fase, sin dudas, destituyente. El justicialismo, podría decirse, hoy como ayer, contiene en su seno las semillas de sus propias crisis.
IV -Es claro que a dos años de la crisis que llevó a Carlos Verna a renunciar a su candidatura, hace agua la solución de compromiso que zanjó la disputa forzando un aval judicial para que Jorge lo sucediera en ese lugar. ¿Fue casualidad que en la semana el presidente del partido Rubén Marín, recordara lo ilegal de la candidatura de Jorge renovando su queja porque con la renuncia de Verna la candidata a gobernadora debió ser la vicegobernadora Norma Durango? Estas razones "locales" están a flor de piel en el partido. Pero es difícil pensar que una conjura como la que denuncia el gobernador sea posible solo por razones meramente lugareñas. Las razones locales no alcanzan para explicar del todo la dinámica que ha tomado el conflicto interno.
V - ¿Es casualidad que la crisis se desate cuando se ha entrado en etapa de definiciones por las candidaturas a diputados nacionales y octubre se represente en la entente mediática-opositora como un plebiscito destituyente en ciernes? Más o menos ocultos tras los pliegues de unos cortinados que no dejan ver del todo a los actores ni a sus motivaciones, puede adivinarse aquí la representación de una batalla que, se presume, es para dirimir disputas locales pero que, sin dudas, responde también a una estrategia de mayor magnitud. Es posible adivinar, más allá de las fronteras pampeanas, guiños que alientan a unos y gestos que sostienen a otros. Como si fuera un laboratorio, La Pampa parece más la representación de un acto de un drama que tiene dimensión nacional y, en los cálculos de algunos, un anticipo de lo que vendrá. (LVS)
Artículos relacionados