Los monobloques, una señal de la dispersión política
Norberto G. Asquini
Bloques unipersonales, bancadas fracturadas, partidos y frentes con siglas genéricas y que desaparecen de una elección a la otra. Señales de un tiempo de la política de la fragmentación a la que no es ajena La Pampa.
Nada puede poner de manifiesto con más claridad la dispersión y fragmentación política de la Argentina de los últimos años que la forma en que se agrupan los integrantes de los Legislativos, tanto nacionales como provinciales. Y hasta en algunos concejos deliberantes.
Monobloques, minibloques, bancada unipersonal, como se los quiera llamar, salvo el oficialismo en el Congreso que mantiene su tropa unida, senadores y diputados forman un arco iris de grupos cada vez menores y cada vez más "independientes". Allí conviven alianzas e interbloques que hacen más heterogéneo ese espacio. Por ejemplo, en la Cámara de Diputados de la Nación había hasta el 10 de diciembre del año pasado por lo menos 35 bloques parlamentarios, de los cuales dieciséis eran unipersonales. Y con la renovación legislativa, a partir de entonces hay por lo menos 38.
En el Congreso.
Hasta los legisladores nacionales de La Pampa, que son pocos a comparación de otras jurisdicciones más pobladas, son parte de este proceso de la política nacional, aunque también tiene componentes propiamente provinciales: están representados el PJ y la UCR como ocurre desde 1983, pero los primeros están divididos. En el Senado hay dos senadores en el bloque PJ-La Pampa, pero las votaciones son divergentes y solo parecen estar juntos todavía por conveniencia, y un representante del radicalismo. En Diputados hay dos radicales, una legisladora peronista del Frente para la Victoria y otro del PJ-La Pampa, y ahora uno del PRO. La llegada de este último marca la aparición de este fenómeno en las últimas elecciones, donde después de 16 años una tercera fuerza le arrebató una de las bancas al PJ pampeano cuando se votaba por la renovación de tres representantes.
En la Cámara pampeana.
En la Legislatura provincial ocurre algo similar. No es una novedad, pero cada vez se observa más la presencia de bloques dispersos y con siglas que no duran o permanecen de una elección a la otra. Esto, por supuesto, ocurre con las terceras fuerzas. El PJ y la UCR se mantienen desde la recuperación democrática en el escenario político pampeano donde reina aún el bipartidismo. Pero hay que ver considerar dos cuestiones: mientras la UCR se ausentó de la Legislatura como partido singular con su sigla desde 1999 integrando frentes como la Alianza, el FRAP y el Frepam, la bancada del PJ es hoy un interbloque en el que hay doce vernistas opositores al Ejecutivo, dos marinistas y dos de La Cámpora.
Y después están los bloques producto de la fractura de Comunidad Organizada. En 2011 asumieron cuatro representantes por esa alianza, pero duró poco: hoy hay una bancada de dos de Pueblo Nuevo, un monobloque del PRO y otro de CO.
El Concejo Deliberante de Santa Rosa es otra muestra: hay seis ediles del PJ, pero dos de ellos son disidentes al oficialismo y hasta de diferentes líneas; mientras que la oposición está divida en tres bancadas: el Frepam tiene cuatro; la UCR una que se desprendió de la anterior, y CO otra, pero que no responde al partido provincial.
Los noventa, un antecedente.
A partir de los años 90 las fuerzas "tradicionales" y "chicas" comenzaron a perder terreno. El Mofepa sufrió la fractura de quienes se agruparon en Convocatoria Independiente, y finalmente quedó reducido a un grupo de nostálgicos. Por supuesto, CI se desvaneció tras un acuerdo con el PJ. El MID, que llegó a alcanzar una banca en 1983, quedó reducido a un sello que sirve para conformar circunstanciales siglas de alianzas.
En los años 90 surgieron partidos y frentes vinculados con fuerzas nacionales que quisieron competir contra el bipartidismo reinante. Por un lado el Frente de la Gente desde el arco progresista que pudo ser alternativa válida, y por la derecha se sucedieron varios partidos como el Modin, Acción por la República o Recrear, entre otros menores, sin posibilidades de llegar a la Legislatura.
Frentes transitorios.
En este escenario, los monobloques o bloques unipersonales siempre estuvieron, como el del Frepaso en 1995. A esto contribuyó que los frentes electorales que llegaron a ser terceras fuerzas con representación legislativa desde 1995 no pudieron sostenerse unidos, salvo el Frepam a partir de 2007. Salvo este ejemplo, en su mayoría los frentes han sido transitorios y coyunturales. En 1998 desertó una de los tres representantes que tenía el Fregen en Diputados para apoyar la reelección de Rubén Marín y se pasó al PJ. En ese año asumieron cinco legisladores fregenistas, conformando la Alianza con los radicales. Esa bancada nunca funcionó como un solo bloque y los fregenistas duraron poco unidos. A partir de 2000 comenzó a tomar fuerza la división del Frepaso a nivel nacional y en 2001, producto de la crisis terminal de la Alianza y del gobierno del presidente Fernando de la Rúa, el Fregen terminó por partirse. Los del Fregen quedaron tres dentro de la línea oficial y dos disidentes en el sector que conformaría el ARI.
Los tiempos K.
En las elecciones provinciales de 2003 la tercera fuerza fue el Frente para la Victoria, que agrupó al naciente y ascendente kirchnerismo, que colocó a cinco legisladores en la Legislatura. Pero pronto la heterogénea bancada se disolvió: dos conformaron la Corriente Peronista Federal, dos el ARI y una quedó en el FPV. En el FRAP, el representante socialista decidió conformar un bloque unipersonal y se separó de los radicales.
En 2007 producto de la polarización entre el PJ y el Frepam, solamente un representante de la tercera fuerza pudo ingresar a la Legislatura. El ARI, en vías de extinción, fue un monobloque. Y en 2011 volvió a tener peso una tercera fuerza con Comunidad Organizada, que agrupó a la derecha provincial y antikirchnerista, por la que ingresaron cuatro legisladores. Pero pronto se fracturó.
Siglas y frentes que pasan.
La dispersión y fragmentación también se ha observado en La Pampa en la última década en las elecciones presidenciales y legislativas. El escenario nacional ha llevado a esto: el PJ fue dividido desde 2003 con tres postulantes a la presidencia y en cada elección hay más de un candidato peronista a la Casa Rosada, la mayoría sin éxito. Y hay partidos emergentes y menores que surgen para cada elección tratando de ubicar sus candidatos. El kirchnerismo contribuyó a imponer una fuerza electoral con alianzas en todos los distritos con siglas diferentes, y hasta apoyando a dirigentes radicales, y a la vez fragmentó aún más la oposición que no supo construir una alternativa.
Los partidos novedosos y frentes circunstanciales que tiene un paso fugaz por la geografía electoral son parte de esa tendencia. En 2003 para las ejecutivas, además del PJ, el FPV y el FRAP, estuvieron la alianza MUP, el derechista Partido Popular de la Reconstrucción y Pueblo Nuevo. En las legislativas de 2005 Recrear y el frente Encuentro (ARI-PS). En las generales de 2007 el Frente para el Cambio y la Coalición Cívica-ARI, entre otros. En 2009 el espurio Frente Es Posible y el kirchnerista Frente Amplio. En 2001 por primera vez el PJ no asistió a las primarias como tal sino como Humanista y apareció la Alianza Compromiso Federal. Por solo nombrar los que compitieron para cargos en la provincia y no las siglas nacionales. En 2013 tomó fuerza el PRO que estaba dentro de un frente en 2011 con su llegada al Congreso.
Realidad política.
Producto de la reforma política del gobierno nacional muchos partidos y siglas menores han desaparecido del escenario político pampeano al no poder sostener con afiliaciones sus personerías. Igualmente algunos se mantienen, como el caso del Partido Humanista, que ha participado de todas las elecciones desde 2003 -una vez en alianza- y más recientemente el Partido Socialista de los Trabajadores.
Una realidad casi inamovible en la provincia es la centralidad del PJ y el bipartidismo electoral con el radicalismo. La otra es la masa informe y dispersa de las terceras fuerzas con su paso fugaz de la escena política. Por ahora, la permanencia de las fuerzas tradicionales y las identidades partidarias, muy "lavadas" pero todavía existentes, hacen de dique para que el fenómeno de la fragmentación no rompa con los dos partidos principales.
Artículos relacionados