Miércoles 27 de marzo 2024

Contrastes de nuestra Pampa

Redacción 18/01/2023 - 07.54.hs

Un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), divulgado por este diario el lunes último, nos hizo saber que La Pampa es la provincia argentina que exhibe el mayor Índice de Desarrollo Humano (IDH) del país, superada solo por la opulenta Ciudad de Buenos Aires. El trabajo, presentado bajo el título “Mapa del Desarrollo Humano en la Argentina”, toma en cuenta, básicamente, tres variables principales: salud, educación e ingreso per cápita.

 

Para algunos pampeanos este informe podrá ser motivo de estimulante sorpresa, reforzada por el hecho de que su elaboración estuvo a cargo de un organismo internacional insospechado de parcialidad política. Aparecer en lo más alto de un cuadro estadístico de un estudio que mide la calidad de vida de los argentinos no es poca cosa. Pero para otros es seguro que no tuvo el carácter de novedad, por el solo hecho de mantenerse más informados o de conocer de cerca las realidades que imperan en otras provincias argentinas.

 

En lo que sí habrá coincidencia es en las razones que generaron estos efectos positivos. Sin duda alguna la presencia activa del Estado y sus políticas en materia de salud y educación ocupan un papel central en este resultado; también debería considerarse como otro factor relevante a la histórica presencia de un vigoroso movimiento cooperativo de servicios públicos que, a su vez, es producto de una idiosincrasia distintiva del pueblo pampeano. La baja densidad poblacional es otro punto –no exento de polémica— que en este tipo de diagnósticos socioeconómicos suele jugar a favor.

 

Pero tampoco es como para dormirse en los laureles o caer en el pecado capital de la soberbia. En nuestra provincia hay problemas que afectan a parte considerable de su población y que merecen ser atendidos sin demora. Uno de ellos fue noticia reciente en este diario: la falta de agua en el oeste pampeano y la obsolescencia y reducida capacidad que hoy exhiben los acueductos que alimentan a varias localidades de esa región. La raíz del problema está en el robo de los ríos Atuel y Salado y el consecuente desastre ambiental provocado por las provincias arribeñas. El tema es bien conocido, pero mientras se afronta este largo y complejo conflicto queda mucho por hacer para atender las urgentes demandas de la población y de la actividad agropecuaria.

 

Otro grave problema se agudizó en los últimos años: el crecimiento de la indigencia a niveles que nos colocan en el tope nacional; aunque en este caso no es para celebrar. Las últimas dos mediciones fueron categóricas; revelaron que una porción creciente de pampeanos tiene dificultades para su manutención alimentaria, pero lo más chocante es que este flagelo creció en una provincia que, en líneas generales y tal como lo mostró el informe del PNUD, mejoró sus niveles de desarrollo humano por encima de casi todo el país.

 

Estos contrastes se han tornado muy visibles y son un llamado de atención para quienes tienen responsabilidades de gobierno. Desde las reparticiones públicas se asegura que se están adoptando medidas para atacar el flagelo. Es lo menos que se espera de un Estado que, en otros terrenos, ha obtenido no pocos logros.

 

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