Viernes 19 de abril 2024

En nombre del ambientalismo

Redacción 06/09/2022 - 01.30.hs

El sainete que se está viviendo por estas horas en Macachín nos pone otra vez de cara frente a un viejo problema: la manipulación de las genuinas preocupaciones por el cuidado del ambiente para someterlas a un interés de partido. Las trabas que los concejales de Juntos por el Cambio pusieron a la instalación del obrador destinado a la construcción del gasoducto Néstor Kirchner finalmente determinaron que la empresa decidiera mudarse a Salliqueló. De tal modo, los beneficios económicos que esa locación iba a derramar sobre la población en materia de contratación de mano de obra, alimentación, alojamiento, etc. tendrán otros destinatarios en la localidad bonaerense.

 

Objetar una instalación de estas características porque puede poner en riesgo el acuífero del Valle Argentino luce como un disparate. No había prevista ninguna actividad dentro del predio que pudiera considerarse peligrosa, pues los elementos a manipular estaban dentro de los que, corrientemente, se utilizan en obras públicas de este tipo o similares. Desde luego que deben exigirse los informes de impacto ambiental y las inspecciones pertinentes, pero de ahí a bloquear la iniciativa hay un largo trecho.

 

Esta discusión nos hace acordar a lo sucedido en General Acha tiempo atrás cuando se impidió la instalación de una planta industrial cuyos efluentes iban a ser tratados y depositados en un bajo salino a gran distancia de la ciudad. Esa fábrica, por la que tanto bregó el fallecido exintendente Roberto Zamora, iba a generar decenas de puestos de trabajo y demanda de servicios que finalmente se perdieron para perjuicio de la comunidad.

 

Hay muchos ejemplos parecidos. Sin ir más lejos en Santa Rosa se frenó la instalación de un núcleo de viviendas con las mismas prevenciones, las que fueron desestimadas por los especialistas consultados.

 

El cuidado del ambiente en general y del agua subterránea en particular es una legítima exigencia, pero suele utilizarse para promover posturas sectoriales ajenas al objetivo principal. En este marco no deja de llamar la atención lo que sucede con una actividad económica importantísima en nuestra provincia que está provocando no pocos episodios de contaminación del agua subterránea y que, sin embargo, no se la menciona. Se trata de la actividad agropecuaria que, según lo determinaran varios estudios realizados por especialistas de nuestro medio, algunos de la universidad, tiene consecuencias contaminantes para las napas freáticas. A pesar de ello a nadie se le ocurriría desterrar la ganadería y la agricultura por estas consecuencias ambientales negativas sino adoptar medidas de cuidado y de reparación. Algo parecido ocurre con la explotación de hidrocarburos.

 

No hay actividad humana que sea inocua para el ambiente. De ahí que es necesario determinar, y consensuar, en base a estudios serios y fundados, cuáles son los presupuestos mínimos a tener en cuenta. Una cosa es la protección ambiental y otra la manipulación o la desinformación que esconden motivaciones espurias o afanes publicitarios. Lo que acaba de suceder en Macachín nos muestra hasta qué punto estamos sometidos a estas operaciones.

 

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