Jueves 28 de marzo 2024

Golpe a golpe, Metaverso

Redacción 16/12/2021 - 08.31.hs

Facebook nunca fue una red de amigos, sino una plataforma para que otras empresas comerciales pudieran aproximarse a sus potenciales clientes. Su creador se apropió de la palabra "metaverso" y se posiciona para seguir siendo uno de los hombres más ricos del planeta.

 

JOSE ALBARRACIN

 

La mayoría de nosotros vio por primera vez el rostro de Mark Zuckerberg cuando, con su aspecto de pollito asustado, compareció ante el Congreso de Estados Unidos para explicar cómo era que su compañía Facebook, propietarias de varias redes sociales, había facilitado el fraude electoral y la colecta y comercialización de datos personales de millones de usuarios. El permanente postulante a "hombre más rico del mundo" acaba de dar un nuevo golpe de negocios, al renombrar a su compañía (ahora se llamará "Meta") en un intento por colocar sus negocios a la vanguardia de un universo virtual que se avizora como inminente. Si ese universo estará en sus manos, hay motivos para preocuparse.

 

Ladrón.

 

En realidad, el concepto que ahora abraza esta mega corporación, no es, ni por lejos, una creación propia. El "metaverso" fue introducido como concepto en 1992 por el escritor Neal Stephenson en su novela futurista "Snow crash" (que podría traducirse como "Alud de nieve"), donde se retrata un futuro distópico de realidades virtuales, dominado por las grandes multinacionales.

 

Hay que reconocer que Stephenson fue un visionario (su libro también inventó el concepto de "bitcoin" o criptomoneda) ya que en buena medida, treinta años después, vivimos en ese mundo. Sin embargo, consultado al respecto por estos días, el escritor se mostró algo decepcionado con el proyecto presentado por Facebook. Si de lo que se habla es de videoconferencias o juegos grupales donde participan personas de diferentes partes del mundo, a veces mediante avatares, generando una sensación de proximidad entre ellas, en realidad no se trata de nada demasiado nuevo. Debe haber pocos seres humanos que no hayan debido conectarse a Zoom durante la pandemia.

 

Francamente, que el planteo sea tan pedestre no puede menos que mover a sospechas. La intención, a no dudarlo, es apropiarse de nuevas formas de interacción futuras, para monetizarlas y para controlar los ámbitos donde se desarrollan. En ese sentido irían los tan anunciados proyectos de crear lentes-computadoras, u otra forma de intervención en los ojos humanos, para permitirnos a todos, en un futuro inminente, vivir nuestras vidas con una percepción del mundo real, simultánea a una conexión con internet que nos provea de datos, imágenes, sonidos y demás contenidos virtuales.

 

Meta.

 

El concepto "metaverso" es, desde luego, un juego de palabras. La idea sería que ya no existe más un solo "universo", que por definición es "uno". Al agregar la palabra griega "meta" (que significa, en trazos gruesos, "más allá") se da la idea de muchos otros universos posibles en simultáneo, por los que se puede navegar.

 

Y aunque Zuckerberg declare que esa realidad aumentada no podrá ser obra de una sola compañía, lo que está claro es que, con su patentamiento de este nombre (incluyendo, además, un logotipo donde se apropia del símbolo del infinito, ese número ocho acostado tan familiar) está intentando, precisamente, apropiarse de una porción considerable de ese futuro "clima de negocios".

 

Del mismo modo que en el pasado, con el pretexto de acercar a las personas, fomentar la amistad y la comunicación (por qué no, las citas amorosas) estaba en realidad inaugurando la granja de datos humanos que se ha transformado en el gran negocio contemporáneo, ahora es lícito asumir que sus intenciones son otras. Y que, para variar, su única motivación es el lucro.

 

Botón.

 

Si para muestra basta un botón, hay que ver lo que le ocurrió en octubre pasado a la artista y emprendedora australiana (de origen vietnamita) Thea-Mai Baumann, quien desde 2012, diez años atrás, administraba una cuenta de Instagram denominada @metaverse. Allí Baumann, que había fundado una compañía dedicada a este tipo de innovaciones tecnológicas (incluyendo unas uñas postizas virtuales, capaces de reproducir animaciones a voluntad del usuario) posteaba diariamente su trabajo artístico, como si se tratara de una galería de arte.

 

Cuando un amigo suyo se enteró del cambio de nombre de Facebook, se comunicó con ella de inmediato para felicitarla: "ahora sos millonaria", le dijo, asumiendo que la compañía ahora llamada "Meta", propietaria también de Instagram, se le aproximaría para comprarle su cuenta, o su empresa.

 

Lo que ocurrió fue algo muy distinto: se la apropiaron sin más. Un buen día, Baumann descubrió que no podía acceder a su cuenta. El mensaje que recibió es que había sido bloqueada "por estar simulando ser otra persona". Diez años de trabajo artístico y tecnológico, diez años de su vida, se habían perdido en el ciberespacio.

 

Facebook nunca fue una red de amigos, sino una plataforma para que otras empresas comerciales pudieran aproximarse a sus potenciales clientes. Al lograr ese primer objetivo, avanzaron hacia su transformación en un mercado global, en el cual con su poder de veto sobre los usuarios, pueden fagocitar no sólo a los individuos, sino también a las otras compañías. Este es el fin del mercado tal como lo concebía la teoría económica clásica. Esto es, como alguien se encargó de definir (en un concepto que probablemente también sea apropiado en el futuro) el tecno-feudalismo moderno.

 

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