Domingo 24 de marzo 2024

La crisis económica está potenciando la resistencia popular

Redacción 05/10/2022 - 07.46.hs

El aumento de los conflictos laborales y los reclamos de las organizaciones sociales marcan un agravamiento de la situación política, económica y social, con una inflación que no da tregua y destruye los ingresos populares.

 

IRINA SANTESTEBAN

 

La semana pasada hubo acuerdo en el prolongado conflicto de los trabajadores del neumático, luego de cinco meses de medidas de fuerza en reclamo de revisión de la paritaria 2021, aumentos salariales que compensen la inflación y el pago del 200% en las horas extras de los fines de semana. Las tres empresas fabricantes de cubiertas -FATE, Bridgestone y Pirelli-, a pesar de presentar márgenes importantes de ganancias en los últimos años, se negaban a mejorar su oferta. El sindicato Sutna no cedió a pesar de los constantes ataques que sufrieron de la derecha mediática y política, incluido el gobierno nacional, que habló de "extorsión". Ni la parcial actuación del Ministerio de Trabajo, ni la reunión del ministro de Economía con los empresarios, ni la falta de apoyo de las centrales obreras -recién la semana pasada la CTA de Hugo Yasky emitió un comunicado en solidaridad con esos trabajadores-, pudieron doblegar la voluntad de lucha del Sutna que al final, aunque no consiguieron todos sus reclamos, los contempla en gran medida. Se actualizó la paritaria 2021/2022 llegando a un 66% de aumento más un bono de $100.000; y para la siguiente, que culmina en junio de 2023, se firmó el compromiso de que los incrementos deben estar 10 puntos por encima de la inflación y otro bono de 34.000 pesos para diciembre.

 

CGT ausente.

 

La CGT ni se asomó a ese conflicto, cuando su apoyo hubiera sido muy importante para quebrar la intransigencia empresaria. Hubo un amague de ruptura en el triunvirato, porque Pablo Moyano, en el último tramo del conflicto jugó un buen papel a favor del Sutna, a diferencia de los otros dos triunviros, Héctor Daer y Carlos Acuña, que consideraban que ese sindicato estaba pidiendo "demasiado".

 

Para el gobierno, el acuerdo fue un alivio porque se reanudó la producción que se encontraba paralizada por la medida de fuerza, aunque el conflicto dejó claro que el "superministro" Sergio Massa jugó a favor de los monopolios. Les había prometido la posibilidad de importar cubiertas si no se arribaba a un acuerdo, en medio de una situación de restricción de divisas.

 

Más conflictos.

 

La pelea de los trabajadores del neumático puso de manifiesto que el ajuste impuesto por el acuerdo con el FMI no pasará tan fácilmente, en particular en los sectores más organizados, que son los trabajadores formales y sindicalizados.

 

Trabajadores lecheros de Atilra también están en un largo conflicto por aumento salarial en Lácteos Vidal, empresa que despidió trabajadores en medio de una conciliación obligatoria, a pesar que la Justicia había declarado legal el paro. En esa empresa, actuaron los "antipiquetes" con denuncias penales por supuestos bloqueos, que no eran tales.

 

Hay también un conflicto por despidos en Tenaris, del grupo Techint, que también rescindió contratos en medio de una conciliación obligatoria.

 

Lo paradójico (o no) de estos conflictos es que son empresas que tienen márgenes de ganancias que les permiten afrontar los justos reclamos que hacen sus trabajadores. Sin embargo, al mejor estilo norteamericano, se han plantado en negar los derechos laborales reconocidos en la Constitución Nacional y en el Derecho Laboral argentino.

 

Por ejemplo, el reclamo del 200% en las horas extras de los fines de semana que pedía el Sutna no es "descabellado". Esos trabajadores cumplen siete jornadas seguidas con dos francos, lo que significa que sólo tienen un fin de semana por mes para pasar con su familia. Se llaman "turnos americanos" y marca una tendencia hacia una mayor explotación laboral en nuestro país, que se caracteriza por una legislación protectora del trabajador y su derecho al descanso junto a su familia. Algo que un gobierno peronista debería saber muy bien.

 

En Santa Fe, sigue el reclamo del sindicato docente por aumento de salarios, agravado porque les fueron descontados los días de paro con los sueldos de septiembre, en algunos casos esos recortes llegaron a 30.000 pesos. En la ciudad de Buenos Aires, los y las estatales también están reclamando aumento y efectivización de contratos, frente a situaciones de grave precarización laboral.

 

Piquetes.

 

En el movimiento de desocupados, la conflictividad es mayor. Reclaman trabajo genuino y el Ingreso Básico Universal para paliar la indigencia que según el Indec aumentó del 8,2% al 8,8%, porcentajes que hasta la vicepresidenta Cristina Fernández tuvo que reconocer en sus redes sociales.

 

Sin embargo, aún no se aprueba ese IBU para 9 millones de personas que durante la pandemia, en 2020, percibieron tres IFE (Ingreso Familiar de Emergencia).

 

La Unidad Piquetera se moviliza casi todas las semanas hacia el Ministerio de Desarrollo Social y siguen con los acampes allí, en la 9 de Julio o Plaza de Mayo, a pesar de las amenazas y la demonización mediática que sufren. Son personas que perciben el Potenciar Trabajo, de 23.000 pesos, y piden trabajo genuino (registrado y con mejor salario), y también de quienes no perciben ningún ingreso y tienen que subsistir con changas que no alcanzan a cubrir la Canasta Básica Total, hoy calculada en 120.000 pesos.

 

Según la consultora Diagnóstico Político, citada por el diario La Nación, este año se superará la cifra de 10.000 piquetes en todo el país, pues hasta el mes de agosto ya llevaban 6.220.

 

Trabajadores ocupados y desocupados, formales e informales, todos y todas están resistiendo una situación que se agrava cada día, con aumentos en los precios de los alimentos y en todos los rubros. Las empresas se cubren remarcando precios, pero la ciudadanía que vive de ingresos fijos no puede aumentarse el sueldo ni la jubilación ni el plan social, y no parece que el gobierno vaya a atender este reclamo, a pesar de aquella lejana promesa de que los salarios "debían ganarle" a la inflación.

 

El presupuesto para 2023 está en sintonía con lo que marca el Fondo Monetario Internacional: menos déficit fiscal y emisión monetaria y más dólares para pagar la fraudulenta deuda externa. Así como vamos, la conflictividad seguirá aumentando.

 

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