Jueves 28 de marzo 2024

Los negros argentinos

Redacción 19/01/2023 - 08.59.hs

Los estudios de ADN que han comenzado a hacerse públicos denotan en la genética de los argentinos un verdadero cóctel étnico. Los mitos que se derrumban.

 

JOSE ALBARRACIN

 

Un artículo publicado en el Washington Post el mes pasado, en medio de la fiebre por el Mundial de Qatar, preguntaba por qué motivo no había jugadores negros en la selección argentina. Ese título "gancho" servía, sin embargo, para aportar al debate histórico sobre qué ocurrió con la población negra en Argentina, para que en el momento actual se ubique en apenas un 0,4 por ciento del total de habitantes del país. Un debate del que se conocen pocos -y se difunden menos- estudios locales.

 

El paso.

 

La autora del artículo, Erika Denise Edwards, es profesora en la Universidad de El Paso, Texas, pero ha frecuentado Argentina -estuvo en un congreso de la Universidad Nacional de La Plata el año pasado- y hasta ha publicado artículos de divulgación en La Voz del Interior. En su currículum se incluyen varios trabajos científicos sobre la cuestión, y un libro premiado, titulado "Escondidas a plena vista: Mujeres negras, la ley, y la fabricación de la República Argentina blanca".

 

Aunque ella diga que se trata de una "pregunta familiar", casi nadie en Argentina habrá reparado en la falta de negritud en la Selección. De hecho, la respuesta se impone por sí misma, si la presencia de ese grupo étnico es menor a uno por cada doscientos habitantes. No es que no haya jugadores negros en el fútbol argentino, simplemente tienden a provenir de otros países como Uruguay, Colombia o Perú.

 

Ocurre que en EEUU, y particularmente en el ámbito académico, la cuestión tiene una presencia mucho mayor, que se explica por la historia de aquel país. A diferencia de Argentina, allá la economía de todo el Sur se montó en el sistema de "plantaciones", donde la esclavitud se ejerció en forma tan sistemática como cruel. Fue uno de los componentes principales de la Guerra de Secesión -una herida aún no cerrada- y hasta el día de hoy define en buena medida la política y las relaciones sociales. No es un dato menor que el feriado nacional del lunes pasado, en homenaje a Martin Luther King, no sea acatado en algunos estados sureños como Texas, donde trabaja Edwards.

 

El artículo contiene varios errores evitables, como afirmar que el porcentual de negros en la población argentina era del 1 por ciento -luego debió ser corregido por el WP-; o como hablar de una inexistente "enmienda 25" en la Constitución Argentina; o como señalar el año 1853 como fecha de la abolición de la esclavitud entre nosotros, omitiendo contar el dato crucial de la libertad de vientres decretada cuarenta años antes por la Asamblea del año XIII.

 

Mitos.

 

Pero más allá de esos detalles, resulta interesante verificar cómo la autora intenta desarmar lo que define como "mitos" históricos, con los cuales los argentinos hemos venido explicando la escasa presencia de negros en nuestra población, cuando a fines del siglo XVIII representaban -dato éste que aporta el historiador californiano Alex Borucki- un tercio de los habitantes del país.

 

Uno de esos mitos es el del uso de los negros como "carne de cañón" en la guerra de la independencia y posteriores guerras civiles. Los documentos históricos demostrarían que en realidad fueron mucho más las pérdidas por deserción que por muerte. Así lo sugiere un parte de guerra de 1829, sobre el Regimiento IV de Cazadores, compuesto de afroamericanos, que contabilizó como bajas a 31 soldados muertos, y 802 desertores. Al parecer esos conscriptos optaron por la libertad antes que la muerte o el retorno, y terminaron en otros países como el Perú.

 

Otro mito que la autora dice detectar tendría que ver con la obligada mezcla racial a la que habrían sido sometidas las mujeres negras una vez diezmados sus congéneres masculinos. Su refutación al respecto apunta a que muchas de esas mujeres tomaron voluntariamente la decisión de aprovecharse de leyes que les permitieron camuflarse como blancas o amerindias, y cita como ejemplo a Bernabela Antonia Villamonte, esclava -y pareja- del cura cordobés José Lino de León.

 

El tercer "mito" se refiere a las muertes por la empidemia de fiebre amarilla de 1871, que se suponía habían afectado especialmente a la población negra de los barrios sureños de Buenos Aires. Este dato -indica Edwards- fue refutado en el estudio realizado por los sociólogos argentinos Carolina Maglioni y Fernando Stratta, con base a registros oficiales.

 

Realidad.

 

La verdad es que aquel mito de la "Argentina blanca" con la que soñaba Sarmiento hace rato que quedó desbancado por la realidad. Los estudios de ADN que han comenzado a hacerse públicos, denotan en la genética de los argentinos un verdadero cóctel étnico, donde además del componente europeo, la presencia de ancestros amerindios es robusta, como también los orígenes judíos y en general de Oriente Medio.

 

También el artículo del Washington Post se encarga de señalar que han existido migraciones más recientes de población negra hacia la Argentina, no originadas en la esclavitud, sino en la búsqueda de oportunidades laborales. Tal el caso de los inmigrantes provenientes de Cabo Verde (desde el siglo XIX) desde otros países latinoamericanos como Brasil, Cuba y Uruguay, y más cerca en el tiempo, desde países africanos como Senegal.

 

Vale decir, que los negros argentinos no se fueron a ninguna "tierra de tambores y siestas largas" como cantaba Borges: están aquí entre nosotros, y no existe ninguna conspiración para ocultarlos, aunque existan -y es innegable- bolsones de racismo.

 

Pero quizá, si se habla de esclavismo, racismo y discriminación, cabría preguntarse más bien por qué motivo la mayor parte del equipo de fútbol nacional francés está compuesto por negros de apellido -y a veces nacimiento- africano.

 

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