Viernes 29 de marzo 2024

Petro ganó en primera vuelta, pero la derecha no está derrotada aún

Redacción 01/06/2022 - 00.09.hs

Por primera vez en la historia de Colombia, ganó un candidato progresista para presidente. Gustavo Petro no es un revolucionario, pero podría ser un gran cambio en el país latinoamericano con mayor presencia militar de EEUU.

 

IRINA SANTESTEBAN

 

Que un ex guerrillero haya ganado la primera vuelta presidencial en Colombia, significa ya un cambio significativo. Petro fue integrante del grupo guerrillero M-19, que se desarmó en 1990 para integrarse a la vida "democrática", si es que así puede considerarse una sociedad en la que han sido asesinados casi un centenar de líderes sociales en lo que va de 2022. El ex presidente Alvaro Uribe, el principal alfil de los EEUU, quien tiene decenas de causas en su contra, por corrupción y vínculos con el narcotráfico, y su aliado el actual presidente Iván Duque, fueron los grandes derrotados en las elecciones del pasado domingo 29. Su candidato, Federico "Fico" Gutiérrez, de Equipo por Colombia, salió tercero y no podrán competir en la segunda vuelta para elegir al primer mandatario de ese país. La imagen de Duque es tan baja, que ni siquiera se presentó como candidato.

 

Alcalde destituido, hoy presidenciable.

 

Petro fue senador y también alcalde de la capital colombiana, Bogotá, elegido en 2011. En 2018 fue candidato a presidente y perdió en la segunda vuelta con Iván Duque. Ahora fue por la revancha y ganó, aunque no alcanzó el 50% más uno que exige la Constitución de Colombia para poder ser elegido en primera vuelta.

 

En 2014 fue destituido como alcalde de Bogotá por el entonces presidente Juan Manuel Santos, en un golpe de Estado contra quien se estaba convirtiendo en un problema para las élites dominantes en ese país, aliadas incondicionales del imperialismo estadounidense.

 

El motivo de esa destitución fue haber cambiado el sistema de recolección de basura en 2012, a favor de la empresa estatal Aguas de Bogotá. Es decir, se lo removió del cargo para el cual había sido elegido por el voto popular, por haberse atrevido a nacionalizar el servicio de recolección de residuos, que estaba en manos de una compañía privada. A ese punto de burlar la voluntad popular llegaron los intereses económicos en el país que los EEUU y muchos voceros de esa embajada en Argentina, intentaron siempre mostrar como un "modelo" a imitar por nuestro país.

 

Estallido social.

 

Colombia atraviesa una profunda crisis social, económica y política, con una gran desigualdad social y un 42% de su población viviendo en situación de pobreza. En abril de 2021, el presidente Duque intentó imponer un reforma tributaria que descargaba el peso de la crisis en los sectores populares. Ello provocó grandes protestas que fueron duramente reprimidas por el gobierno que utilizó los grupos más violentos de la policía, como el ESMAD (Escuadrones Móviles Anti Disturbios), con un saldo de 83 muertos y decenas de heridos. Dos años antes también hubo movilizaciones en contra del gobierno, al igual que en Chile. En ambos movimientos sociales, de 2019 y 2021, reside gran parte de la explicación del apoyo masivo a la propuesta del candidato del Pacto Histórico.

 

Pero la necesidad de cambio también tuvo su giro a la derecha, al posicionar al millonario Rodolfo Hernández, de la Liga Anticorrupción en el segundo lugar, y relegar al tercer puesto a Federico Gutiérrez, ex alcalde de Medellín, la segunda ciudad más importante.

 

Trump a la colombiana.

 

Quien enfrentará a Petro en la segunda vuelta, fue calificado como un "outsider" de la política, un ultraconservador y populista, que tilda de "corrupto" a todos los políticos, muy parecido al estilo de Javier Milei en Argentina, quien despotrica contra la "casta". Tal como sucediera con Donald Trump en EEUU y con Jair Bolsonaro en Brasil, Hernández puede llegar a convertirse en presidente el 19 de junio, pues Gutiérrez declaró que lo apoyará en esa segunda vuelta. Si se suman los porcentajes de ambos candidatos en la elección del pasado domingo, superan el 50%. Pero, como se sabe, en política, no siempre dos más dos son cuatro.

 

Sin las FARC.

 

Estas elecciones se celebraron con las FARC desmovilizadas luego de los Acuerdos de Paz de 2016. La guerrilla más grande de Colombia y América Latina, cuya lucha armada venía desde 1964 con su histórico dirigente, Manuel Marulanda Vélez, alias "Tiro Fijo", fallecido en 2008, había participado de un proceso de diálogo con el entonces presidente Santos, que culminó con ese Acuerdo. El gobierno de Iván Duque no cumplió con las condiciones establecidas, y así desde 2016 hasta marzo de este año 292 ex guerrilleros fueron asesinados. Tampoco se han cumplido los compromisos asumidos por el gobierno para sustituir el cultivo de coca y la entrega de tierras en propiedad al campesinado.

 

Programa progresista.

 

Aunque el establishment colombiano y el gobierno norteamericano intentan agitar el fantasma de Venezuela, para evitar el triunfo de Petro, este representa un proyecto de cambio moderado, más parecido a Gabriel Boric en Chile, que a Maduro.

 

Así y todo, su programa de gobierno constituirá todo un desafío para un eventual gobierno del candidato del Pacto Histórico. En esa plataforma Petro y su vice, la activista afrocolombiana Francia Márquez, quien recibiera el Premio Goldman por su defensa de los derechos ambientales, se comprometen con: la lucha contra el hambre; la educación pública y gratuita; pensiones a la vejez; subsidios para madres cabeza de familias; tierra para los campesinos, con préstamos a bajo interés así como a la pequeña y mediana empresa; reforma de la Policía y de las Fuerzas Armadas; respeto a los Derechos Humanos; salud preventiva, con asistencia médica en los barrios; impulso a la producción agraria nacional; programas sociales financiados con impuestos a los cuatro mil multimillonarios del país; acabar con las exenciones a multinacionales y grandes pulpos financieros; combatir los paraísos fiscales y la evasión de impuestos por grandes empresarios y terratenientes; empleo digno; transición de la dependencia del petróleo y el carbón a las energías limpias; combate frontal al narcotráfico, los paramilitares, las mafias y la corrupción; suspensión del fracking y de la fumigación con glifosato; respeto la autodeterminación de los pueblos y promoción de la unidad latinoamericana; restablecimiento de relaciones diplomáticas, comerciales y consulares con Venezuela.

 

Casi todo bien, pero hay una omisión grave: Petro y Márquez no dicen qué harán con las 7 bases militares estadounidenses en Colombia.

 

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