Domingo 14 de abril 2024

Plena vigencia de la agenda ambiental

Redacción 14/12/2021 - 00.16.hs

El único río vivo que hoy baña tierra pampeana sufre el acoso de adversidades crecientes. El último desastre ambiental que tuvo lugar a muy corta distancia de su costa rionegrina debe alertar a la sociedad, a los gobiernos e impulsar medidas que superen los discursos bien intencionados.

 

Las noticias que llegan de Catriel son muy preocupantes porque el derrame de petróleo que tuvo lugar en el área hidrocarburífera de Medanito es de una magnitud pocas veces vista. En principio se había subestimado el volumen derramado, pero más tarde se informó que habían sido unos dos mil metros cúbicos y la superficie afectada de varias hectáreas. Las fotografías son elocuentes y muestran por sí solas que los operativos de remediación ambiental no van a ser sencillos. La empresa que opera los ductos deberá rendir cuenta de lo sucedido y los gobiernos nacional y rionegrino, además del Comité Interjurisdiccional del Río Colorado (Coirco), deberán extremar recaudos para que las investigaciones vayan hasta las últimas consecuencias y se determine si este desastre se originó en una conducta negligente, en un error en las operaciones, en una falla del sistema de conducción o por mal estado de las instalaciones y falta de mantenimiento. En un tema de extrema importancia no pueden tolerarse los "descuidos".

 

La industria petrolera viene gozando de subsidios para realizar "inversiones" desde hace tiempo. De ahí que el Estado, en todas sus instancias, debe exigir con firmeza el cumplimiento de las normas de seguridad. No puede haber instalaciones petroleras y gasíferas sin control, sin exhaustivas inspecciones que garantices el cuidado del ambiente, y más todavía en cercanías de un río de importancia estratégica para una enorme región.

 

La actividad petrolera es, de por sí, poco amigable con el ambiente. También con las comunidades humanas que viven sobre la superficie de los yacimientos. Los enormes recursos económicos que maneja la actividad deberían servir para garantizar la ausencia de "accidentes" de este tipo con consecuencias ominosas para el ambiente y la sociedad.

 

Como se dijo, el río Colorado viene padeciendo no pocas calamidades. En la última década ha perdido casi la mitad de su caudal histórico en virtud del descenso de las precipitaciones nivales en la Cordillera de los Andes; la provincia de Mendoza avanza en la construcción de la represa de Portezuelo del Viento sin reparar en esa grave contingencia y desoyendo los reclamos de las provincias abajeñas que exigen un profundo estudio de impacto ambiental en toda la extensión de la cuenca y no solo en las inmediaciones del eventual embalse; el proyecto minero Potasio Rio Colorado también está siendo reactivado por el gobierno mendocino y se acaba de informar acerca de la visita de representantes de un grupo empresario norteamericano interesados en la explotación del yacimiento, el emprendimiento está ubicado a orillas del río y es sabido el riesgo de contaminación que conlleva.

 

Este derrame petrolero vino a complicar aún más el difícil escenario regional y a advertirnos que la agenda ambiental está más vigente que nunca. Los gobiernos nacional y provinciales no pueden mirar para otro lado.

 

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