Jueves 25 de abril 2024

Un infaltable en las calles de Castex

Redaccion Avances 27/08/2023 - 10.58.hs

Pereyra asegura que hoy “es el único canillita” que se mantiene en la localidad. Se levanta a las 4 de la madrugada y va a la comisaría a esperar la llegada de los diarios desde Santa Rosa.

EDUARDO CASTEX / CORRESPONSAL

 



“El Poroto” es un personaje pintoresco y referente en oficio que -lamentablemente- en los pueblos está en vías de extinción: canillita. Hace 40 años que recorre desde temprano las calles castenses, y ya se olvidó las bicicletas que “gastó”, pero sabe -más ahora con los precios que tienen- que “cada dos o tres meses” tiene que cambiar las cubiertas.

 

“Empecé a repartir LA ARENA cuando tenía 12 o 13 años con Gumer Funcia”, recordó Gustavo Horacio Pereyra, quien recientemente cumplió 53 años.

 

“Ya hace 40 años que reparto diarios, revistas ahora llegan pocas y diarios de Buenos Aires casi nada. Vendó algunas raspaditas y Telebingo, que me dan… ¿cómo?… sí, soy un poli rubro en bicicleta”, dice -entre risas- al cronista de LA ARENA.

 

“El Poroto”, como le dice todo el pueblo, vive en una humilde casa de la zona suroeste, y es de contextura pequeña. Camina con pasos cortos y acelerados, y siempre anda con una gorra. No lee de corrido y escribe con alguna dificultad, porque por esas cosas de la vida, no pudo pasar por las aulas. En la calle, aprendió mucho y logró miles de amigos.

 

“La semana pasada me llamaron los muchachos de la estación de servicio y me dijeron que me buscaba ‘El Gordo’ Nervi, pensé que era una broma…porque siempre me joden (sic), pero, no, me regaló una bicicleta y ahora tengo tres bicicletas, cuando falla una, salgo en la otra”, relató.

 

El “recorrido diario”

Los canillitas en los pueblos se están perdiendo, pero en las grandes ciudades todavía existen, y hasta tienen un gremio conducido por el histórico dirigente Omar Plaini.

 

El personaje castense cada mañana sale -generalmente- con una bicicleta de color azul, que tiene unas modificaciones para sostener el canasto donde lleva diarios y revistas, y después durante más de tres o cuatro horas, recorrerá las calles castense.

 

Tiene una rutina. Se levanta a las 4 de la madrugada, y una después estará en la comisaría esperando que lleguen los diarios desde Santa Rosa. Ahí mientras charla con los policías, arma los ejemplares y sale rumbo a las casas de los suscriptores y habituales compradores de LA ARENA.

 

Los inicios

 

Empezó a repartir diarios cuando tenía entre 12 y 13 años. Con un primo fueron a la casa de Gumersindo Funcia para pedir trabajo. Pero, después trabajó con Guismar Lescano - hasta que falleció- repartiendo un diario piquense, después estuvo con “los Stisin” y finalmente regresó con “Gumer” Funcia.

 

Cuando comenzó a trabajar, había varios canillitas en Eduardo Castex. Estaba don Pérez, Morete, “El Loco” Peralta; después apareció “una camada” con los hermanos Guerreño, los hermanos Cole y los hermanos Nagel. “Ahora soy el único canillita del pueblo, porque había otro muchacho y ahora está trabajando de canchero en el Club Estudiantil”, recordó.

 

Paralelamente trabajó en una fábrica de baterías local, y con el padre hacia pozos ciegos. Actualmente por la tarde trabaja en algunos kioscos, para quienes reparte diarios porteños y revistas de editoriales bonaerenses.

 

Confiesa que inicialmente no le gustaba vender y/o distribuir los diarios, pero con el transcurrir del tiempo se acostumbró. “Y siempre trabajé de esto”, dice.

 

-Cada cliente tiene un sitio donde tenés que dejar los diarios, ¿o no?
-Sí. Todos los clientes tienen un lugar donde tengo que dejar el diario. Hace poco tiré un diario por encima de un tapial y cayó arriba del techo, al rato me llaman que no tenían el diario, así que tuve que volver y subirme arriba del techo para bajar el diario.
-¿Cuando hay hechos policiales se aumenta la demanda?
-Sí. Hubo algunos hechos que agotaron los diarios. Hace años atrás, a veces no alcanzaban los diarios y vendíamos las fotocopias. Ahora con internet, eso no ocurre.

 

Algunas historias

 

“En la comisaría espero los diarios, y ahí a veces me hacen renegar (risas). Hasta me han escondido los paquetes (de diarios) en los calabozos”, transmite risueñamente.

 

Entre asombrado y preocupado, recuerda que “un día quedé a cargo de la comisaría y no sabía qué hacer”, expresa aún sorprendido. “Ocurrió un hecho grave, un choque o una pelea grande. Llamaron a la comisaria y yo estaba armando los diarios, salieron todos los policías para ir al lugar, y el último que sale me dice: ‘Vos no te vayas, te quedás a cargo de la comisaria y tenés que atender el teléfono’”, recuerda. “Menos mal que no llamó nadie, porque no iba a saber qué decir”, admite sonriendo.

 

“Un domingo un amigo me invitó para ir a Monte Nievas, pero le dije que no podía porque tenía que terminar de repartir los diarios. Todavía estaba en la comisaría armando los diarios cuando llamaron porque había volcado un auto en la curva llegando a Monte Nievas y al toque me di cuenta que era mi amigo”, dice -con los ojos achinados de la risa-.

 

Choque de bicis

 

El frío es la peor época para los canillitas. Pero, aún peor para chocar en bicicleta. “Salía de la casa de (la familia) Fioritto, había un acoplado estacionado y yo iba en la bicicleta.

 

Estaba todo oscuro. Y un empleado de la Cospec se metió en bicicleta en contramano, no nos vimos y nos chocamos a esa hora. Con ese frío, qué dolor con la caída... Iba con campera y guantes, que me amortiguaron la caída, pero igual nos pegamos un golpe bárbaro”, recuerda.

 

Otra vez, repartiendo los diarios, pisó mal en la bajada de una vereda. Sintió un dolor intenso, pero no le brindó mayor atención. “Al otro día cuando me fui a levantar, tuve que ir al baño en cuatro patas, no podía caminar”, recordó. “Lo llamé a un amigo para que me saque un turno en el Hospital, me atendió un médico, me pusieron una pichicata y en silla de ruedas me llevaron para hacer una radiografía y salí con la bota”, agrega.

 

-¿Y algún hecho reciente que te haya ocurrido?
-Un día estaba repartiendo los diarios, me para la policía y me metieron en un allanamiento de testigo. Me tuvieron tres horas adentro de una casa y me hicieron firmar papeles. No lo podía creer. Me llamaban pidiendo los diarios, y la policía no me dejaba ir.

 

“El Poroto” ya forma parte de la escenografía castense, seguramente a nadie se le ocurrirá que una calle lleve su nombre, pero su transitar ya dejó una marca indeleble porque es el canillita más antiguo del pueblo.

 

Y mientras LA ARENA celebra sus 90 años, él ya lleva cuatro décadas recorriendo las calles castense, sumando amigos y compartiendo anécdotas.

 

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