Jueves 28 de marzo 2024

El arte de falsificar

Redacción Avances 15/11/2020 - 07.45.hs

Me ha parecido interesante hacer conocer a los lectores esta manera de entender el arte, que contradice la perspectiva de ensalzamiento del ego que existe entre nosotros, integrantes de la cultura occidental.

 

Ana María Martín *

 

Byung-Chul Han, reconocido filósofo y teórico cultural nacido en 1959 en Corea del Sur pero radicado en Alemania donde es docente de la Universidad de Artes de Berlín, explica una manera de entender cómo los artistas recrean las obras de los autores que les antecedieron.

 

Para el pensamiento chino, el ser está en la base de todo cambio y transformación. El Lejano Oriente no conoce ninguna dimensión como la del origen o la identidad. El ser se des-sustancializa, haciéndose camino. Tao, que significa “camino” presenta una contrafigura frente al ser o la esencia. Los acontecimientos van marcando un movimiento discreto, imperceptible y continuo de transformación. Porque atiende a las constelaciones cambiantes de las cosas, el pensamiento oriental tiende a la permeabilidad o a la apertura. Nada separa, nada se clausura.

 

Se trata de reconocer el transcurrir mutable de las cosas, para acceder a él en función de la situación. La transformación continuada está instaurada como método ligado a la noción de creatividad. Frente a la identidad, reivindica la diferencia transformadora, el diferir activo y activador. Frente al ser, el camino. El símbolo quan se emplea tanto para la propiedad intelectual como para el copyright. Entienden el arte como una práctica comunicativa, interactiva, que transforma la apariencia de una obra incesantemente.

 

El artista y la obra.

 

Para oriente la técnica de conservación también consiste en permitir que el ciclo de vida vuelva a comenzar una y otra vez, a sabiendas de la muerte. Se da lugar, así, a un ciclo infinito de vida, no existe nada único, singular o definitivo. En la concepción de la vida como ciclo infinito, en lugar de la creación aparecen la des-creación y la recurrencia. Solo hay repeticiones y reproducciones.

 

Podría asociarse, dice el autor, la manera como se entiende la obra de arte con el concepto freudiano de huella mnémica, donde los recuerdos no son copias que se mantienen iguales a sí mismas, sino huellas que se cruzan y se superponen. No habría un original que encaran una presencia y una identidad invariables, la huella siempre se aparta de sí misma, por estar sometida a un reordenamiento y transcripción constantes. En el mismo sentido, una obra de arte china nunca permanece idéntica a sí misma: cuanto más venerada es, más cambia su aspecto.

 

Como se aprende imitando a los grandes maestros, el culto a la originalidad se deja en segundo plano. La creación es un proceso dilatado que exige un diálogo intenso con lo que ya ha sido, para extraer algo de ello. Los expertos y los coleccionistas escriben sobre ella por medio de marcas y sellos. Se superponen inscripciones, haciendo que la obra esté en transformación constante, por efecto de las transcripciones. Por esa razón los autores dejan superficies vacías en la imagen como espacios comunicativos, que invitan abiertamente al observador a inscribirse en la misma. Cuanto más famosa es una obra, más inscripciones muestra. 

 

Si un pintor lograba crear la falsificación de un maestro ganaba un gran reconocimiento, puesto que era una manera de demostrar sus capacidades. La falsificación tenía el mismo valor que la obra del maestro. Cuanto más conocido es un cuadro, más sometido está a  transformaciones.

 

La historia del coleccionismo tiene un valor histórico artístico, puesto que modifica la obra tanto física como estéticamente. El tránsito por la obra original se puede ejercer a través del uso de sellos, que en la pintura china forman parte de la composición de la imagen. No se entienden como un para-texto, sino que pertenecen al propio texto. El sello abre un terreno de diálogo, en el que solo traza una huella que sirve de guía. Además de los sellos con nombres y lugares, existen los sellos del ocio o de contenido poético o moral.

 

Shanzhai: la copia creativa.

 

La concepción oriental va contra la concepción occidental de que toda reproducción sería una práctica deshonesta, porque destruiría la identidad y la pureza originarias de la obra.  Ni siquiera existe un único autor; es una construcción colectiva.

 

¿Qué es una copia y qué es un original? Hemos visto que la historia del arte china se caracteriza por el proceso y la transformación,  y que las recreaciones u obras posteriores que modifican la obra de un maestro son altamente valoradas. Se consideran productos shanzhai magistrales.

 

Shanzhai es el neologismo chino que se emplea para fake. Son falsificaciones de bajo costo cuyas modificaciones técnicas o estéticas les confieren una identidad propia. Son multifuncionales y están a la moda. Resultan de interés por adaptar muy rápidamente un producto a las necesidades o las situaciones concretas. El shanzhai visualiza un tipo singular de creatividad en la medida en que sus productos van apartándose del original,  hasta mutar en originales. Por ejemplo, existen teléfonos shanzhai con una función adicional para reconocer dinero falso.

 

En el terreno de la literatura actual china se observa un proceder parecido. Si una novela tiene éxito, no tardan en aparecer fakes. No siempre se trata de imitaciones de nivel inferior, próximas al original; hay fakes que transforman el original, ubicándolo en un nuevo contexto o dotándolo de un giro sorprendente. Así ha sucedido con la saga Harry Potter y con productos de marcas reconocidas.

 

La concepción del sujeto.

 

Para nosotros, herederos de la tradición occidental, el sujeto nace ligado al otrx por su dependencia originaria y todo el planteo educativo tiende a hacerlo autónomo. De él dependerá su lugar en el conjunto, en el que busca destacarse, sobresalir. El planteo lleva inevitablemente a la competencia mutua, y hasta ver al otrx como una amenaza para el propio lucimiento.

 

Los orientales educan para lo colectivo, porque entienden que el sujeto está destinado a insertarse en el conjunto. Desde esta perspectiva los logros de uno, además de estar impregnados por la obra conjunta, sirven a enriquecimiento de todxs. Apreciar la obra del otrx es una muestra de generosidad y de reconocimiento. Finalmente, todos aprendemos de ellos, o bien trabajamos desde ellos, se trate de los maestros de otros tiempos, de quienes aprendimos, o de quienes forman parte de los que comparten nuestro tiempo de vida.

 

*Psicoanalista y escritora

 

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