El machismo en la Biblia y las “malas artes” de las mujeres
Miércoles 13 de marzo 2024

El machismo en la Biblia y las “malas artes” de las mujeres

Redacción Avances 11/10/2020 - 09.55.hs

En este artículo, la autora analiza la historia del Juez Sansón. Su fuerza extrema, sus debilidades y cómo a través de un relato machista, una vez más, es una mujer la que arruina sus objetivos al enamorarlo y engañarlo.

 

Gisela Colombo *

 

Entre los relatos bíblicos en que prevalece lo metafórico aparece la historia que cuenta el libro “Jueces” sobre el Juez Sansón. La misma figura que ha sido llevada al cine muchas veces en su experiencia con Dalila.

 

Por vía oral casi todos los adultos hemos escuchado hablar de la historia de un hombre tan forzudo que era invencible. Pero el secreto de su invulnerabilidad por la fuerza radicaba en lo largo de su cabellera. Si el héroe sufría un corte de pelo, perdía también lo que lo convertía en alguien especial.

 

En rigor, el relato bíblico tiene muy presente la figura del Creador y su concesión de dones particulares para cada quien. Algunos, en virtud de esos regalos, habían heredado una contrapartida o una responsabilidad mayor que los demás. Éste era el caso de Sansón, que por esgrimir mayor fortaleza, debía ser defensor de sus compatriotas e instrumento de justicia. Una justicia que entonces debía identificarse con el Bien Supremo y no con partir las diferencias entre hombres.

 

Muchas proezas físicas hizo Sansón en batallas cuerpo a cuerpo. Incluso celebró su llegada a una nueva ciudad venciendo con sus propias manos a un león. Naturalmente, los pueblos enemigos lo conocían y lo temían especialmente. El texto cuenta que al llegar a Gaza, un sitio conflictivo hasta hoy, tuvo en vilo a los lugareños, pensando en cómo neutralizar su poder.

 

Pero el momento que se recuerda con mayor detalle es aquel en que los enemigos lo aprehenden. Estando en el valle de Sorec, se enamoró de una mujer llamada Dalila. Los compatriotas de ella la instruyeron para que aprovechara la cercanía y desentrañara el origen de la fortaleza del héroe. No fue fácil. Ella comenzó por preguntarle cuál era el secreto, y con qué ataduras debía amarrarlo quien quisiera ponerlo a su merced.

 

Sansón le respondió que si lo ataran con siete mimbres verdes, se debilitaría y se tornaría un hombre de fuerza normal. En la habitación contigua esperaban los espías la señal para ingresar y doblegarlo. Pero Sansón, en cuanto se vio amarrado, hizo un ademán y rompió los mimbres sin esfuerzos. Otros dos intentos similares hizo Dalila infructuosamente. Pero entonces apeló a las mejores armas femeninas para el mundo antiguo: las que convierten al más fuerte en el más débil. Dalila le transfirió, de algún modo, su fragilidad, reclamándole que le hubiera mentido en lo dicho antes. Si la amaba, no debía mentirle.

 

Así logró la confesión de su punto débil y cuando el héroe volvió a dormirse, entraron los hombres, le cortaron el pelo y lo hicieron prisionero.

 

¿Qué enseñaba esta metáfora? Que la fuerza puede ser manipulada, y neutralizada por la mayor debilidad. La astucia de Dalila y su espíritu indigno, que participa de un engaño sin arrepentimiento ni celo por quien es su amante, vence al más temible de los hombres.

 

Detrás de esta historia mítica hay un sustrato machista común a casi todas las manifestaciones culturales antiguas, de las que la Biblia no está exenta. Si Adán fue arruinado por Eva, que se dejó tentar por la serpiente, este episodio va en la misma dirección: aquí se enfatiza la iniquidad y las malas artes del “sexo débil”, que en virtud de su astucia, resulta mucho más peligroso que los guerreros colosales que combaten con espada o con maza.

 

Y la advertencia reza, entonces, que la misma fragilidad de una mujer es un arma letal para el hombre que se enamora. Derivación de este concepto es, entre otros, el cuidado puesto en la elección de la pareja del príncipe, del primero entre pares, que atraviesa la historia de Reinos e Imperios. El sujeto con poder debe cuidarse más de las intrigas femeninas que de la espada de cualquier rival.

 

La difusión antigua de esta concepción es innegable. Idéntico mensaje queda claro al leer Las Mil y Una Noches, en la tradición oriental recogida por ese texto, y es más que visible en los mitos griegos cuando los dioses crean una criatura perfecta para los deseos masculinos llamada Pandora, que será quien introduzca todos los males al mundo cuando abra su ánfora o su famosa “caja”.

 

La Biblia continúa narrando el final de la vida de Sansón que es llevado a prisión, y despojado de ambos ojos. Un día de desborde y festejos, los filisteos osan sacarlo de allí para divertirse con su deshonra y no reparan en que el pelo le había crecido ya. Sansón ve en ello su oportunidad y ruega a Dios, que le conceda nuevamente la fuerza y le permita perpetrar su venganza. Con la sola potencia de sus brazos y, en ocasión de la fiesta, el héroe quiebra las columnas del edificio, que se derrumba y acaba con los rivales. Un triunfo evidente, una misión cumplida, aunque le fuera en ello su propia vida.

 

* Escritora y docente

 

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