Jueves 25 de abril 2024

Expresiones que ya no se usan

Gonzalo 12/04/2020 - 09.21.hs

Hay cientos de refranes y expresiones que ya no tienen sentido en nuestra época. Nacieron, se expandieron y murieron junto con quienes los crearon. Algunos son incomprensibles en la actualidad, otros pueden descifrarse con un poco de sentido común.

 

José Verdún*

 

Las expresiones o refranes, al igual que quienes las crean, crecen, se expanden y mueren, casi siempre en el ámbito donde surgieron y al diluirse las razones que las motivaron. Es raro el dicho que, por su verdad u originalidad perdura a través de varias generaciones. Es más: algunos se vuelven directamente incomprensibles para la circunstancia moderna.

 

A continuación consignamos una serie de esos dichos y refranes que ya han perdido la vigencia que les dio popularidad en su momento, junto con una posible explicación de su origen, como decíamos ya con escasa o nula vigencia y sin contar con otros muchos ejemplos que acaso vivirán en la memoria del lector.

 

Más guita que Canaro.

 

Alusión a la presunta fortuna de Francisco Canaro, otrora uno de los más famosos músicos de tango.

 

Más chato que cinco de queso.

 

Se usaba en la remota época (en los tiempos y los hechos…) en que con cinco centavos se podía comprar algo. Hoy, obviamente, carece de sentido.

 

Va como a ochenta y la comida.

 

Alude a los tiempos en que 80 km por hora era una velocidad respetable. Hoy la alcanza –y supera—cualquier ciclomotor.

 

Va como a cien.

 

Lo mismo que la anterior.

 

Andá a trabajar a la bolsa.

 

En uso antes de que se impusiera la acumulación a granel de la cosecha anual ya que el cereal se embolsaba en su totalidad. La bolsa descargada y estibada era un medio económico muy importante para peones y carreros y, a veces, el sustento familiar para varios meses.

 

Se fue a vivir a los caños.

 

La expresión derivaría de la época en que se construía la red cloacal de Buenos Aires; al parecer las personas en situación de calle aprovechaban los grandes caños en depósito para refugiarse y dormir. Se afirma que el nombre de su fabricante francés, A. Torrant y Cía, dio origen a una palabra hoy imprescindible al idioma popular: atorrantes.

 

Para usted esas perdices.

 

El dicho era aplicado a quienes, súbitamente, eran afectados por una diarrea producto de la sorpresa o el miedo. Aparece en el Martín Fierro en una escena de esas características.

 

Estar en la vía.

 

Al parecer originada en la situación de vida de los linyeras que, desprovistos de todo, solían usar las vías ferroviarias como camino.

 

La Quinta del Ñato.

 

Frase que alude al cementerio. El Ñato, claro, es la calavera que representa a la muerte. La expresión, no muy usada en la actualidad, no fue desdeñada por Jorge Luis Borges, que la usa irónicamente en una de las milongas de su libro Para las seis cuerdas.

 

Es Gardel.

 

Ya indudablemente en la categoría de mito (en parte por promociones un tanto exageradas) la figura del gran cantor pasó a ser referencia positiva de máxima en cualquier situación. Su uso perdura todavía entre la gente mayor y, hasta no hace mucho, la usó públicamente un muy alto funcionario de la Nación.

 

Vamos a ver, dijo Elvira, cuál es el buey que no tira.

 

Antiguo “versito” del truco, que evidencia su antigüedad en la inclusión de la palabra buey, un animal de tiro muy poco o nada usado ya.

 

¿Quién se comió la pera? El de la galera.

 

Hasta aproximadamente, en los años treinta del siglo XX, cuando todavía se usaba ese adminículo en el vestir, era una expresión de burla y cargada para quienes lo portaban. Los galeritas fue también un apodo adjudicado a los seguidores del radicalismo en uno sector más conservador.

 

Tiene… abriles.

 

Está referida a la edad. La singularidad en la precisión del mes en esa expresión se debe a que en el hemisferio norte, de donde provenían muchos de los inmigrantes que la usaban, en abril empieza a hacerse presente la primavera. Hoy su uso es escaso.

 

Dichosos los ojos que lo ven.

 

Expresiva, original y hasta poética expresión que exteriorizaba la alegría (o en todo caso la hipocresía) ante el encuentro con una persona conocida.

 

Estás listo Calisto.

 

Frase ya prácticamente perdida tomada del final de una historieta dibujada, muy antigua. Hoy ya no existe más que en el recuerdo.

 

Tirar la cadena.

 

Curiosa expresión relativamente moderna y desaparecida no hace muchos años. Aludía a la desaparición de desechos por acción de un simple sistema mecánico que hacía correr el agua acumulada en un depósito. Actualmente tiene escasa vigencia, reemplazada por un sistema más elegante estéticamente donde el disparador del proceso consiste en oprimir un botón.

 

La ciudad de los rascacielos.

 

Una alusión a Nueva York, famosa durante más de tres décadas por la altura de sus edificios, entre ellos el Empire State, que fue el más alto del mundo durante muchos años. En la actualidad, obviamente, ante las dimensiones alcanzadas por las construcciones en los países árabes y China, principalmente, la ciudad ha perdido la frase alegórica.

 

Las puertas del cielo.

 

Alusión a una circunstancia insólita y, a menudo, inesperada. Alude, claro, a un feliz suceso comparable al supuesto acceso a un paraíso religioso.

 

Tiene más problemas que los Pérez García.

 

Refiere a la esencia de una serie radial de medio siglo atrás, en la que una familia de ese nombre sobrellevaba todo tipo de problemas económicos y sentimentales. Al margen de carecer de vigencia son muy pocos los que la recuerdan.

 

Le echaron Flit.

 

La expresión alude al nombre de un antiguo insecticida, de los primeros en popularizarse y que se expandía con unas máquinas que eran bombas de aire manuales. Curiosamente, y en otra demostración de la dinámica del idioma, se había creado (y perduró bastante tiempo) el verbo “flitar”.

 

*Colaborador

 

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