La reina de las Criollas
Miércoles 06 de marzo 2024

La reina de las Criollas

Redacción Avances 05/04/2020 - 10.58.hs

Perfumada como pocas, la única cepa autóctona, se ha convertido en un símbolo de los blancos argentinos. La Torrontés.

 

Víctor Beascochea*

 

Es habitual que ante la pregunta de cuál es la única cepa nacional, la respuesta sea Malbec. Es que este varietal, de origen francés, sin duda alguna se ha convertido en nuestro sello ante el mundo. Más si se tiene en cuenta que luego de la filoxera (la plaga que arrasó con los viñedos europeos y en especial con los de Francia en 1870), esta uva casi desapareció del país donde era originaria. Por eso esta respuesta, como se ve, es falsa.

 

Para aproximarse a una respuesta correcta, primero hay que hacer un poco de historia y remontarse al siglo XVI cuando los conquistadores españoles introdujeron, al mismo tiempo de su matanza, diversas cepas que traían desde la península ibérica. El que la vid, siempre fue al compás de las conquistas, aún mucho antes de este hecho.

 

Estos conquistadores trajeron consigo, entre otras, la uva tinta Listán Prieto, muy difundida en las Islas Canarias. Aquí se la denominó, en aquel entonces, Uva Negra primero y Criolla Chica después, y dominaba la superficie de vid en el “nuevo mundo”. Adaptándose muy bien a los suelos y clima de Chile y Argentina en particular.

 

La cepa blanca jesuita.

 

Por otro lado, los monjes jesuitas, encargados de las misiones religiosas en aquellos tiempos y con la costumbre de llevar sus uvas para menesteres de la fe, introdujeron también al continente una cepa blanca, de las más antiguas de las que hay registro y que los árabes habían llevado a la península ibérica tras su conquista en el siglo VIII, llamada Moscatel de Alejandría y que aquí se la conocería como uva Italia.

 

Durante muchos años ambas uvas convivieron y se desarrollaron en nuestro territorio, casi con exclusividad ya que no competían con otras de su misma especie.

 

Así fue que, para fines del siglo XVIII, una vid de cepa blanca, llamaba la atención por no responder a los mismos patrones que las Moscateles en general y al de Alejandría en particular. Intentando clasificarla, los encargados de esta tarea al no tener demasiada información, hicieron esfuerzos para relacionarla con variedades europeas y así fue que la emparentaron con la Torrontés de La Rioja, España.

 

Esta uva, vigorosa, de gran rendimiento y con un perfume sin igual, fue ganando espacio por sus cualidades y se difundió por el país (en especial Cuyo y NOA) aun cuando, a mediados y fines del siglo XIV, las cepas francesas como el Malbec, el Cabernet Sauvignon, el Merlot, la Chardonnay, entre otras, empezaron a dominar la escena vitivinícola nacional.

 

No fue hasta muchos años después, más precisamente en el 2003, que estudios de ADN develaron la verdad. La Torrontés, lejos de ser la uva española, era el resultado del entrecruzamiento natural de la Listán Prieto (Criolla Chica) y la Moscatel de Alejandría (uva Italia) después de varios siglos de convivencia en nuestro territorio.

 

La Torrontés.

 

Hoy en día en Argentina contamos con tres tipos de Torrontés: el Torrontés Mendocino, el Torrontés Sanjuanino y el Torrontés Riojano, siendo este último el de mayor difusión y potencial enológico y al que nos referimos cuando hablamos de esta cepa, todos resultados del entrecruzamiento de estas uvas traída por los españoles y jesuitas. Cabe aclarar que estas son solo denominaciones y no atañen al lugar donde estén plantadas.

 

Con más de diez mil hectáreas cultivadas en todo el país, concentrándose, sobre todo en las provincias de Mendoza, San Juan, La Rioja y Salta y ocupando el 5% del total de las plantaciones del país hoy nuestro Torrontés está arraigado sin duda a la cultura vitivinícola argentina. Y si bien la mayor cantidad de viñedos se encuentran en Mendoza, la variedad está muy relacionada a los Valles Calchaquíes y más precisamente a Cafayate, donde la diferencia de temperatura entre el día y la noche, pero el sol pegando fuerte y constante, le permite una lenta y completa maduración.

 

Dueña de un perfume sin igual, la Reina de las Criollas desarrolla aromas a flores como el jazmín, la rosa y el geranio en climas de sol y más cálidos como en Salta, y aromas tirando a los cítricos y de acidez chispeante cuando nos vamos a lugares más fríos como Valle de Uco, en Mendoza.

 

¡Y atención! En todos los envases y en todas las gamas de precios, siempre vamos a encontrar un vino Torrontés que nos llene el alma. Salú!

 

*Especialista en vinos

 

Embajador de marcas

 


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